Nada más salir de la proyección de "El viento se levanta", sentí en mí una mezcla entre felicidad y pena. Feliz porque al fin y al cabo la película que acababa de ver era una autentica maravilla (con sus fallos), y triste porque sería la última vez que podría disfrutar de una historia hecha por Hayao Miyazaki, ya que con este biopic animado sobre el ingeniero que creó los aviones Zero dice adiós al mundo del cine.
NO ES UN ADIÓS...
Como suele ser norma general, el estudio Ghibli hace una labor impresionante en el diseño de escenarios y personajes, destacando los momentos de ensoñación que es donde acaban mostrando sus cartas al desplegar toda su imaginería visual al servicio de una narración casi de cuento, muy parecida a la vista en la película "Porcco Rosso", dejándonos los mejores momentos del film, como el principio, con el protagonista de pequeño viajando en avión por un sueño en donde atisbamos cierta precognición sobre acontecimientos venideros.
Como suele ser norma general, el estudio Ghibli hace una labor impresionante en el diseño de escenarios y personajes, destacando los momentos de ensoñación que es donde acaban mostrando sus cartas al desplegar toda su imaginería visual al servicio de una narración casi de cuento, muy parecida a la vista en la película "Porcco Rosso", dejándonos los mejores momentos del film, como el principio, con el protagonista de pequeño viajando en avión por un sueño en donde atisbamos cierta precognición sobre acontecimientos venideros.
Decir también que los momentos en el mundo real, salvo momentos más oníricos como el del terremoto o en el hotel, están hechos con una veracidad pasmosa. Personajes, lugares, reacciones, expresiones...todo está cuidado al detalle, incluso las nociones de aeronáutica están expuestas de manera simple pero directas al grano, y aprendemos bastante sobre el proceso creativo que lleva un ingeniero desde el principio a la realización de un proyecto.
Ah, sobra decir que como suele ser habitual, los personajes principales están fantásticamente trabajados, en especial la pareja protagonista, aunque los secundarios, como es el caso de la hermana, quedan relegados a un papel menor al no darles demasiado empaque dentro de la trama principal.
...ES UN HASTA LUEGO.
Lo cierto es que el film pese a gustarme - si no ha quedado claro más no puedo decir - pero no considero que sea la obra maestra, tanto de Ghibli como de Miyazaki, la cual todo el mundo quiere ver. Me parece una decisión errónea el abandonar ese aire a caballo entre lo real y lo mágico que tenían las otras obras del estudio, como la citada "Porcco Rosso" o "Ponyo", en favor de una historia de corte más realista. Esto se traduce de tal forma que, visto el resultado final, podría haberse convertido en un film con actores de carne y hueso, al que se le podría haber añadido momentos puntuales de animación. Supongo que es un punto no demasiado negro, pero se echa en falta más de esa magia.
Para el recuerdo nos queda ese final en la pradera de los sueños, pese a estar cerrado de sopetón y ser en conjunto demasiado confuso al compararlo con lo visto anteriormente, donde Miyazaki se permite hacer una reverencia mirando al público y despedirse de todos los que durante todos estos años hemos disfrutado de sus films, poniendo así punto y final a una carrera de más de cuarenta años de éxitos...y de paso conseguir arrancarnos una lagrimita.
En resumidas cuentas, una bonita historia sobre que cada uno debe de luchar en todos los ámbitos de la vida, y jamás aceptar la derrota por mucho que esta duela.
Miyazaki firma, si bien, no la película más redonda de su carrera, pero sí una de sus obras más personales, en la que cada fotograma tiene un sabor de despedida.
NOTA: 8