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Retrocrítica: Arrástrame al infierno



Con motivo del estreno el próximo mes de Marzo de Oz, un mundo de fantasía, quisiese recordar la anterior película de su director, el icónico realizador Sam Raimi, recordado por ser el responsable tras las dos (sí, DOS) entregas de Spiderman y de la magnífica Trilogía Evil Dead, las cuál recomendaré siempre.
Ahora un poquito de historia.
Tras el fiasco que supuso la ponzoña llamada Spiderman 3 y tras que la productora Sony decidiese meterle la patada en la realización de una cuarta parte, Sam Raimi decidió volver a sus orígenes, es decir; el cine de terror con tintes cómicos, un género al que no volvía como realizador tras dar punto y final a la mentada saga de Evil Dead, y no, no me vale esa chorrada protagonizada por Cate Blanchete llamada Pemonición. Es bien sabido que Raimi tiene la productora conjunta con su hermano Ivan llamada Ghost House, una de las pocas encargadas de traernos únicamente títulos cine del genero de terror de bajo presupuesto (con mayor o menor fortuna), así que contó con ella para realizar su vuelta al ruedo por todo lo alto, o, mejor dicho, por todo lo bajo ya que su presupuesto no alcanzó más de los treinta millones de dólares, una cosa que le vino genial, ya que entre otras cosa hizo que cubriese costes en su primer fin de semana de exhibición.
Ya centrándome en la película, decir primero de ella que es una autentica gozada. El film arranca de una manera sombría, que ya te pone en aviso de que ya no hay nada (sería muy raro) de la saga del hombre araña, continuando tranquilamente, con la consabida presentación de la heróina (la desaparecida Alison Lohman) y de su acomodada, pero insatisfactoria, vida, hasta que entra en escena la Señora Ganush. En ese preciso momento el film adquiere tintes de ese terror de la old shcool que tanto nos gusta, solo hay que ver la escena del asedio con posterior pelea en el aparcamiento entre una señora que ronda los ochenta y muchos y la protagonista. Eso es una escena de las que venden una película y lo demás son tonterías.
Lo que viene a continuación solo os puedo decir que es un increchendo hipervitaminado de esa escena, y a lo largo de su ajustada hora y media de metraje (que se te pasa volada) vemos desde peleas contra fantasmas, sacrificios de animales, sesiones de espiritismo, posesiones, cadáveres (muy) cabrones con ganas de pelea y un final que aseguro dejará el culo torcido a más de uno.
La pena es que tras este film, Raimi volvió solo a producir, dejando sus labores de productor para Ghost House y sus dotes de dirección al servicio de la Warner con la citada Oz, película que sin duda no pinta nada mal, pero da pena ver que por el momento no volverá al género.
En fin, si no habéis visto ya la película, ¿a qué esperáis?