Hasta
el día de hoy, para la mayoría de los
protagonistas de estas cintas el Verano era sinónimo de descanso o de
vacaciones. Pero para los integrantes de la película que os traigo, Verano es
momento de trabajo y de vendimia. Bienvenidos al campo andaluz en la cinta “Los invitados” de Víctor Alcázar.
El
inicio de la cinta nos lleva a Londres, donde vemos como la mafia envía al Sur
de España a un tipo bastante siniestro, para buscar lugares y aliados para
plantar marihuana y comenzar a exportarla por toda Europa, saltándose así el
concurrido paso del Estrecho de Gibraltar. Por otro lado, en un cortijo cercano
a Sevilla, el capataz está hasta las narices de su mujer, y trata por todos los
medios de fugarse con su amante.
Esta
“Los invitados” está basada en la
novela homónima de Alfonso Grosso, que a su vez se basó en el crimen cometido
en la finca Los Galindos en 1975. En este lugar fueron asesinadas cinco
personas, en un crimen atroz que nunca se resolvió dando lugar a explicaciones
más que peregrinas. Esta cinta se acerca a una de ellas en las cuales une la
dura situación en el campo con el tráfico de drogas europeo y vendettas
mafiosas.
Algo
que podemos destacar en este thriller rural es su reparto. Destaca en primer
lugar ver a Pablo Carbonell como el inglés al cual la mafia envía al Sur de
España. El actor, al cual estamos acostumbrados a verlo en papeles cómicos, se
marca en esta cinta un gran papel dramático; casi de galán pero con un oscuro
secreto.
También
hablar de Raúl Fraire, en el papel del severo capataz que pactará con el inglés
una alianza para poder así sacar algo de dinero y mandárselo a su hija, para
que la vida de esta mejore y de paso, poder irse con la querida. Como su mujer
tenemos a Lola Flores, perfecta como la sufrida –y cornuda- esposa del capataz,
una mujer que aunque se queda al margen en algunos momentos, sabe sacar el carácter
cuando es necesario.
En
otros papeles secundarios podemos ver al finado Pedro Reyes como el mecánico o
a Amparo Muñoz como la novia de este y amante del capataz.
En
general, un casting muy bien escogido, donde ninguno desentona; cosa que ayuda
a empatizar con estos personajes que tan solo buscan mejorar su vida en un
entorno a todas luces hostil.
Por
su parte, Víctor Alcázar –director que no tuvo mucha suerte tras este film, en
cuanto su carrera se refiere- realiza una tarea funcional, muy cercana a los
capítulos de “La huella del crimen”. Pero también sabe mostrarnos el calor seco
del campo andaluz, con esos personajes sudorosos, con las sombras como lugares
alegres y de reposo en contraste con la dureza y aridez del abrasador Sol.
En
definitiva, un thriller a la española realizado con oficio. Sin muchos alardes
técnicos o narrativos, pero que sabe mantener el pulso hasta un final anunciado
desde un principio. Una cinta curiosa, que no defraudará a aquel que se acerque
a ella durante esta tórrida Ola de Calor.