Hatchet (saga)


Hará un tiempo, en el mes de Enero para más señas, pude ver las dos primeras (y por entonces únicas) partes de la saga de películas de terror-slasher llamada Hatchet. 
Hace unos días pude ver su tercera parte, una película que si bien me pareció algo menor, dado que es lo que hemos visto en las dos entregas anteriores sólo que hipervitaminado, es una película de la que poder sentirse orgulloso y como cierre de la saga es excelente. Entonces pensé, ¿por qué no hago un repaso de toda la saga en vez de ir una por una? Soy un vago, lo sé.

Salidas de la mente enferma de Adam Green, director de la primera y segunda entrega, estos films me parecieron unas películas la mar de curiosas, tanto porque sabían aunar con eficacia el slasher desenfadado de los ochenta (véase "Viernes 13") con el gore sin miramientos ni rasero de algún tipo, además se me hizo raro ver hoy en día un film estrenado en salas en donde proliferaran los litros de sangre y los higadillos lanzados a la cámara. 
La historia por su parte a priori más básica y rudimentaria no podría ser. A saber: un grupo de gente (chavales en su mayoría) son asediados/eliminados sistemáticamente por el asesino despiadado de turno. Argumento claro y sencillo, al que luego se le sumarán ciertos giros de guión, pero que a fin de cuentas desembocará en lo que el público quiere, es decir: Una orgía de sangre. 
Volviendo al director, decir que a Green le conocí en la cinta "Frozen", película que habla sobre los riesgos de esquiar, de la que admito no me pareció nada nuevo, pero que sí sabía manejar la tensión en un espacio reducido, dejando que la atmósfera fuese la que te envolviese para sacarte de quicio. En el caso de "Hatchet" pasa más o menos igual, la atmósfera de ese pantano de Lousiana se vuele más mal sana a cada minuto que pasa, aunque se puede decir que el recurso de usar un asesino la hace más directa, por no hablar de un humor negro que la hace más interesante que "Frozen". En el caso de la tercera parte, Green cedió las riendas a BJ McDonnel, ayudante de cámara de muchísimos films, entre ellos "Halloween" de Rob Zombi, y que aquí va sobre seguro y copia de pe a pa lo visto en las primeras partes, cosa que no es malo, pero sí que acaba por retarle interés.

Como suele ser norma no escrita de estos films, la estrella de la función era el matarife implacable personificado en el gigantón de Víctor Crowley. Dicho rol corre de la mano de Kane Hodder, un viejo conocido del género que incluso fue Jason Voorhees desde la séptima parte, y que aquí logra dotar a Crowley de un aura casi diabólica e imparable según la escena. Por su parte, la némesis de nuestro deformado paleto la encontramos en la figura de Marybeth (Támara Fedman en la primera parte y Danielle Harris en la segunda y tercera), una chica que guarda una mayor relación con Crowley, y que en principio no vemos. Decir que el cambio de Fedman por Harris en la segunda parte fue de crucial para que el personaje no acabase cayendo en el cliché, dado que con su labor acaba por convertirse en una rival de altura que incluso llegaría a ensombrecer al sureño en la segunda entrega.
Los demás personajes acaban por ser sólo carnaza con la que el asesino pueda afilar el hacha, con la única salvedad, y ojo que esto es lo mejor que tiene la saga, que dichos personajes están interpretados por actores del género. Por la pantalla desfilan actores de la talla de Sid Haig (THX 1138), Tony Todd (Candyman), Robert Englund (Pesadilla en Elm Street), Joshua Leonard (El proyecto de la bruja de Blair), Zach Galligan (Gremlims) y podría continuar dado que la lista es casi interminable. Apuntar que Parry Shen es el único actor que repite en todas las entregas a parte de Hodder, sólo que en diferentes roles, haciendo un apunte muy gracioso de esto en la tercera parte.

Entre lo más negativo que puedo verle a esta saga es también lo más positivo, y es en lo poco en serio que se toma a sí misma, llegando a niveles de sacarte de la película cuando ves que, por ejemplo, Crowley le arranca la columna vertebral a un personaje o le disparan con un bazooka, que es divertido sin duda, pero te deja con una sensación ¿y ahora qué más?
Pese a todo es muy divertida, y en resumidas cuentas, es de las pocas sagas de terror que en la actualidad vería del tirón sin despeiname, ya que el nivel entre cada entrega es bastante alto y son divertidas a más no poder.

NOTA (media entre las tres): 7

The Call


Cosas extrañas de la vida: Hará unos dos años salía del Melià de Sitges rabiando contra la anterior película de Brad Anderson, "Vanidingh on 7th Street"(2010), esa payasada sobre el Apocalipsis que parecía un precedente de "Juerga hasta el fin" sólo que sin gracia alguna y con el nuevo Darth Vader inexpresivamente fostiable. Una película que, poco después me enteré de este hecho, marcaría un punto de inflexión en la carrera de Anderson, el cual en vez de tirar la toalla decidió decidió volver a aprender la lección olvidada. Para ello dirigió varios capítulos de series de la talla de "Fringe", "The Killing", "Rubicon" o "Boadwalk Empire". Unas series cojonudas todas ellas, en las que Anderson supo volver a coger el ritmo perdido y la voluntad necesaria para dirigir de nuevo largos.

Hasta "The Call".

La historia que nos cuenta "The Call" es la de una operadora de la línea 911 de la policía que anteriormente había vivido un suceso traumático al no poder ayudar a una chica que finalmente murió. Un día, recibe la llamada de una chica que ha sido secuestrada por un misterioso asesino en serie.
Un punto de partida que sí, puede pecar de simple, y no seré yo el que os diga lo contrario, pero por suerte el guión de Richard D'Ovidio logra huir los lugares comunes del género, acabando por centrarse en lo que de verdad importa, y que es en donde destaca este film sobre otros, y es en la construcción tanto de personajes como en la construcción de la atmósfera asfixiante que te envuelve desde el principio. Dicho esto, hay que elogiar también la mano firme de Anderson tras la cámara, ya que hace suya una historia digna de la sobremesa de Antena tres, convirtiéndola en algo que pese a no reinventar nada (ni lo pretende), te hace incapaz de despegar los ojos de la pantalla, cosa que a día de hoy ya es mucho.

De los actores, puedo decir sin lugar a equivocarme que es de los mejores elecciones de casting que he visto en lo que llevamos de año, junto a quizás al de "World's End" o "Juerga hasta el Fin". Berry directamente se sale en su papel de telefonista torturada por el pasado, Breslin nos hace olvidar a aquella niñita de "Pequeña Miss Sunshine" y centrarnos en la pedazo de actriz en que se ha convertido, Michael Imperioli pese a tener un papel de mayor brevedad (sería estupendo verle más en pantalla) da gusto comprobar que sigue dando caña, y por último, pero no menos importante, tenemos a Michael Eklund, al que recuerdo sobretodo por "The Divide", y que aquí ejerce las funciones de villano con bastante solvencia y bastante mal rollo, así que sí, lo hace muy bien. Todos ellos por suerte se alejan del estereotipo al que más o menos Hollywood tiene asignado esos roles, y por suerte le logran dar una serie de matices/trasfondo a aquellos que interpretan. 
Lo repito, un casting de diez, sin duda alguna. 

En aspectos negativos pues podría señalar que a veces su falta de pretensiones logra sacarte de la película, siendo claro esto durante su segundo tercio, por no hablar de lo agobiante (si a eso se le puede llamar algo negativo) que resulta a veces, en especial las escenas del coche.

En resumidas cuentas, un eficaz trabajo por parte de Anderson, que recupera el ritmo perdido, y un rato agradabilísimo a costa del sufrimiento de la pobre Breslin. De lo mejorcito que pude ver en Sitges.

Nota: 7

The Green Inferno (2013)


Ah, amigos míos, por fin llegó lo que todos los fanáticos al cine de género esperábamos. Por fin llega el Festival ¿Internacional? de cine Fantástico de Sitges, para deleite de un servidor, que se ha pasado unos días de aúpa, en el que, durante cuatro días, mis capacidades físicas como mentales (¡zí!) se han puesto a prueba.

Ahora, ya de vuelta en los Madriles, solo queda recordar qué supusieron esos cuatro días y, sobretodo, hacer un balance de todas las películas vistas, tanto las buenas (que hubo muchas) como las malas (que por fortuna hubo pocas). Como no soy un cabrón, al menos no mucho, prefiero empezar con una de las segundas, el que supuso el primer film que pude ver nada más poner los pies en Sitges tras casi seis horas en el coche, e hizo que el sueño que arrastraba se disipase en un mar de tripas e higadillos varios.

Me refiero a la película sobre caníbales que nos ofrece el director Eli Roth (saga "Hostel"), titulada "The Green Inferno".

El argumento es el siguiente, un grupo de estudiantes/activistas en contra de la tala de árboles en Sudamérica, se desplaza hasta allí para evitar que una compañía maderera logre continuar su tarea. Logrado su objetivo, y en pleno viaje de vuelta, el avión que les transporta hasta casa sufre un accidente en plena selva. Nada más estrellarse, los supervivientes son atacados y posteriormente apresados por una tribu indígena que les considera el enemigo. Estos indígenas les demostrarán que hubiera sido mejor no sobrevivir al accidente.


No os voy a engañar, esta película es el primo hermano de una película mondo de los años setenta o de esas que surgieron a raíz del estreno de "Holocausto Caníbal" (1980). Sin más. Personajes, situaciones, torturas, muertes y demás ya los habréis visto a patadas en los otros films similares, incluso resueltas con mayor eficacia referente a las torturas y a las muertes. Entonces ¿qué es lo que puede ofrecer un film de estas características a un espectador curtido en mil batallas? En realidad nada si se piensa fríamente, pero si lo pensáis detenidamente ¿desde hace cuánto no veis en pantalla grande una burrada caníbal de estas características? 

Yo lo respondo: desde hace mucho.

Cierto es que, desgraciadamente, las cosas se han suavizado mucho desde los locos años setenta/ochenta. Por aquel entonces cada film que se estrenaba de este género debía mostrar una crudeza endiablada, capaz de superar (sin lograrlo) a la mítica "Holocausto Caníbal", lo que se traducía en un TODO VALE continuo y que la llamada moral o ética se quede en un segundo plano, muerte de animales e indígenas mediante. Como destacaba al principio, ahora las cosas han cambiado y se han suavizado, pero al menos se puede decir que no todo se ha perdido por el camino, y mucha del mal rollo que poseían se mantiene en espíritu en el film. Escenas como la primera muerte por parte de los caníbales te hacen ver que Roth no se andará con chiquitas, y pone (nunca mejor dicho) toda la carne en el asador. Ah, y hablando de Roth, se debería destacar su trabajo en este film. El director de "Cabin Fever" hace un esfuerzo hercúleo para que su "homenaje" no se le vaya de las manos, y, pese a dotarlo de humor negro, este nunca acabe en la tomadura de pelo que podría haber sido, logrando un desarrollo y un final que no traiciona su punto de partida.

De los actores, hay poco destacar. La protagonista Lorenza Izzo logra una interpretación bastante solvente, y sufrimos con ella en ciertas escenas, mientras que con el antagonista Ariel Levy dan ganas de matarlo con una piedra nada más conocerle (con la escena de la paja me hizo reír, eso sí), aunque ese es su cometido en el film, así que supongo que lo hace bien. Los demás, entre los que vemos a un "ex Spy Kid", son solo el aperitivo para los indígenas.


En el lado negativo señalar que hay veces que el ritmo falla. Hay un bache cercano al final que por suerte logra remontar en sus últimos minutos, pero que te deja una sensación de cierta rabia porque sin ello podría haber salido más redonda. Otro aspecto negativo a destacar sería el uso de los efectos especiales por ordenador, algunos son demasiado evidentes por poco trabajados - en especial la escena de las hormigas - , que te sacan momentáneamente del film.

En resumidas cuentas, una película que me dejo un buen sabor de boca y que espero volver a disfrutar en pantalla grande.

Ojalá.