Lo mejor y lo peor de 2015.


El año acaba y si ya el año 2014 nos pareció un año que podríamos calificar siendo bastante benignos como flojito, este 2015 se nos ha antojado catastrófico. Si no fuera por los típicas pelis gordas para premios y sagas millonarias que conservan cierta solera estaríamos hablando de un annus horribilis.


10. STRAIGTH OUTTA COMPTON. De F. Gary Gray.
Aún y sin tener ni puñetera idea del tema del que hablan, este biopic hagiográfico bigger than life pasa como una exhalación y hace que vayas corriendo al Spotify a ponerte algo de los N.W.A.

9. LA FAMILIA BELIER. De Eric Latirgau.
Porque también nos gustan las comedias amables. Desde Francia tenemos todo un fenómeno de taquilla sobre una familia donde todos sus miembros padecen sordera menos la hija mayor. La peli de manta del año.

8. LA VISITA. De M. Night Shyamalan.
Todos, incluido yo, creíamos que M. Night Shyamalan se había ido para siempre. Pero no, muy despacito llegó, nos enseñó que para hacer un gran found footage se necesita talento, y nos la volvió a meter doblada con un giro de guión tan sencillo y natural como contundente.

7. TERMINATOR GENISYS. De Alan Taylor.
Me da igual lo que diga la gente. Ya la he visto dos veces y me cago por ver otra vez al iaio del Chuache disparando al lado del único reemplazo posible de Sarah Connor.

6. THE REVENANT. De Alejandro González Iñárritu.
El asqueroso de Iñarritu nos trae la mejor escena de apertura que puedes ver estas navidades en una pantalla grande. Y con un duelo de colosos como el de Di Caprio y Hardy ya valen de sobra el precio de la entrada.

5. MARTE. De Ridley Scott.
La peli de aventuras del año. Un Matt Damon en estado de gracia nos lleva a Marte en la que sin duda es la cinta más entretenida que hemos podido ver en pantalla grande en mucho mucho tiempo.

4. EX MACHINA. De Alex Garland.
Desde hace ya algunos años sé que si una peli comienza con el logo de IFC Films algo bueno encontraremos. Con 3 personajes y un solo escenario se nos muestra que “Black Mirror” no fue solo una casualidad.

3. MAD MAX. FURY ROAD. De George Miller.
¿Cómo iba a faltar esta cinta? La cinta de acción del año. Desde el mismo momento que la vi el día de su estreno, supe que la nueva peli de Miller había venido para quedarse. Puede que el guión sea más plano que el encefalograma de Rajoy, pero te puedo asegurar que no veras una road movie igual este año.

2. CREED. De Ryan Coogler.
Todavía quedaba tiempo para un último asalto más. Rocky Balboa ha vuelto con un Stallone aún más grande si cabe, pidiendo a gritos que le den de una puñetera vez el Oscar que la Academia le ha negado durante tantos años.

1.     WHIPLASH. De Damien Chazelle.
Vamos a ver una película de suspense. Pero en vez de pistolas tenemos baquetas, en vez de un asesino tenemos al profesor más cabronias que puedas imaginar y en lugar de una persecución final tenemos un solo de batería que te pondrá de los nervios. ¿La mejor película del año? En mi humilde opinión si.





Pero vamos a afilar los cuchillos y vamos a por lo peor del año. El verdadero trabajo de titanes, ya que ante tanta basura era complicado decidirse. Pero hemos hecho de tripas corazón y he dejado fuera a muchas cintas dejando solo las que de verdad me han sentado como una patada en la entrepierna.


5. THE GALLOWS. De Travis Cluff y Chris Lofing.
Todo el mundo cree que puede hacer un found footage. Cree que por tener cuatro duros y una cámara ya pueden hacer una peli de terror competente. Esta cinta es el claro ejemplo que debemos echarnos a temblar del día que los cuñaos descubran el found footage.

4. LOS 4 FANTASTICOS. De Josh Trank.
El género de superhéroes Marvel –excepto los Guardianes de la Galaxia- siempre me ha parecido un tipo de cine aburrido. Que no malo, y entiendo perfectamente que tenga muchos fans: Tienen buenos actores y directores detrás, efectos especiales más que solventes, historias en apariencia bien contadas…
Pero estos Cuatro Fantasticos nos demuestran que los productores no aman el cine y solo quieren contar los fajos de billetes que tienen debajo de la mesa.

3.     LA PIRAMIDE. De Grégory Levasseur.
Hay una serie de personas que creen que los found footages hasta arriba de efectos especiales son las mejores pelis de terror que puedes hacer. En la “Divina Comedia”, Dante nos afirma que hay un círculo del infierno reservado para estos.

2.     BIRDMAN. De Alejandro González Iñárritu.
La película que más mala leche me ha dado este año. ¿Cómo un director competente al que le tenía cierto respeto ha podido hacer una pretenciosidad de tal calibre? La película de superhéroes hecha por alguien que ha dicho públicamente que odia el subgénero… Y todo Hollywood dándole premios… El cuerpo me pide tierra.

1.     REY GITANO. De Juanma Bajo Ulloa.

Solo diré para calificar a la peor película del año: Bajo Ulloa, espero que no te acerques a una cámara nunca más en tu puñetera vida. 

"The hateful eight" (2015) de Quentin Tarantino.


Tarantino regresa esta Navidad con una nueva peli. Y eso es siempre ocasión de alegría. Y vuelve al western que tan buen resultado le dio previamente con “Django unchained”.
Pero tras visionar la cinta el jolgorio es más comedido y los aplausos más sordos y secos.

Sin embargo, como bien dirían los protagonistas de esta cinta hold your horses, ya que tal y como está el panorama cinematográfico actual no debemos desdeñar una cinta que, si bien no llega a las cotas de previos trabajos del director de Tennessee, tiene un buen puñado de puntos a favor para que su visionado sea más que placentero.



El director favorito de tu cuñao nos trae una cinta épica. Tres horas de western americano de la vieja escuela –si, gente a la que gusta de poner etiquetas, esto NO es spaghetti western-. En ella nos cuenta la historia de ocho cabrones a los que no querrás encontrarte ni en pintura, los cuales por azares del ¿destino?  deberán pasar un par de días encerrados en una cabaña en las montañas de Wyoming esperando a que pase la ventisca.
Y es en este momento cuando el realizador se pone el chal de Agatha Christie y nos propone un 10 negritos a la Tarantino, con mucha sangre, saltos en el tiempo y chascarrillos a tutiplén.

Con todos estos ingredientes podríamos estar ante la peli definitiva de Tarantino, como siempre parece ser. Pero tiene una serie de características que lastran el producto.
La primera sería el hecho que estamos ante una serie de lugares comunes en el universo del director de Knoxville. Aunque quien conozca algo del tema sabrá que Tarantino más que un buen creador es un buen demiurgo, y que más que parir ideas originales, mezcla –aunque como pocos- ingredientes que ya estaban sobre la mesa. Y esta cinta recoge escenarios y situaciones ya conocidos del  western –esos primeros 40 minutos oliendo a “La diligencia” de John Ford-  o de su propio universo – una historia de venganzas como “Kill Bill” o el hecho de tener gente durante horas en un escenario como en “Reservoir Dogs”-. Echamos de menos algún escenario original y un poco más de frescura.
Otro aspecto negativo-pero por ser una peli de Tarantino si fuera de otro director otro gallo cantaría - es el hecho de no tener personajes tan carismáticos como en sus anteriores cintas. Aunque las historias y trasfondo de estos ocho desgraciados nos interesen, echo en falta alguna personalidad arrolladora como Hans Landa o Jules Winnfield.



No obstante estamos ante una cinta más que competente con un componente de misterio que hará que te quedes pegado a la butaca durante las tres horazas de metraje.

Y vigila tus simpatías, ya que en esta cinta de influencia claramente hobbesiana la muerte no está en la ventisca más allá de la puerta, si no que cada uno de estos ocho odiosos trae a su parca particular su propia faltriquera.