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ESPECIAL NAVIDAD. DIA 17: "Jack Frost 2: Revenge of the Mutant Killer Snowman" (2000) de Michael Cooney.

DIA 17: Bombón sabor piña colada

Ya os avisé de que aquella mierda llamada “Jack Frost” tenía secuela. Y como si de una maldición india se tratara hoy viene a por vosotros. Y cuidado, porque esta secuela es aún más funesta que la original.
Si tuvisteis las tragaderas de ver la original, recordareis que esta termina con el muñecajo de Jack Frost enterrado con anticongelante. Esta secuela comienza con unos científicos que lo desentierran –en una escena muy parecida a “Muñeco Diabólico 2”- y por un error administran al bloque de hielo que teóricamente es Jack Frost café y este despierta –aunque para la transformación explotan una bolsa de hielo y tiran una bola de nieve (literal) al suelo. Tras esta escena vemos al sheriff y su familia en el aeropuerto internacional (primer aeropuerto del que tenga noticia que tiene puertas de madera) que se van de vacaciones al Caribe para desestresarse durante las vacaciones de Navidad. Jack escapará por el desagüe del laboratorio donde estaba prisionero y a través del océano y la zanahoria que hacía a las veces de su nariz –os prometo que no me invento nada- llega al mismo resort tropical donde está el sheriff.


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Estamos ante una secuela que es muchísimo peor que la original, pero tiene un punto a favor que la hace más aguantable contra todo pronóstico: su tono coñero. Desde el principio se presenta más como una comedia que como un slasher. Hay muchos ejemplos al respecto: Jack Frost trasvasando su alma a un cubito de hielo que una chavala se va a pasar por el pezón, una chica se toma un café helado y los hielos hacen que su cuerpo explote o Jack Frost clavándole a un tío su zanahoria en el ojo… Para mear y no echar gota.
Otro aspecto que salta a la vista es su justísimo presupuesto. Ya la fotografía en sí remite al video más amateur. Y sus llamados defectos especiales son peor que el original. Si en el original hablaba del muñeco de corchopán, aquí este no aparece hasta la media hora y nunca de cuerpo completo. Y hasta entonces tan solo aparece representado por la zanahoria o por estalactitas de CGI hechas con un Pentium 386. Mención especial a los baby Jack Frost… para sacarse los ojos.



Y es que parece que los realizadores –los mismos de la original, no voy a malgastar teclas hablando más de ellos- tenían afición por el CGI. Todo está hecho por ordenador –una frase muy de final del siglo pasado-, incluso las puestas de Sol son más falsas que un euro con la cara de Popeye. Y en cuanto a las muertes, por favor,  sigue como la anterior (plano antes de golpe y contraplano del cuerpo inerte) Pero si en la original trataban de darle algo de verosimilitud con algo de sangre y vísceras aquí son apósitos sin ningún tipo de filigranas… Horrible.


En definitiva, una peli de castigo con todas las de la ley. Genial para aquellos que quieran ver una peli en comandita para descojonarse de ella. O para los que busquen razones para el suicidio.

ESPECIAL NAVIDAD. DIA 10: "Jack Frost" (1997) de Michael Cooney.


DIA 10: Bombón nevadito.


Ya dije el primer día que uno de los objetivos de esta maratón es presentaros películas no muy conocidas, para poder ampliar vuestro catálogo navideño. Por eso la que os traigo hoy es una de esas que para encontrar debéis escarbar los abismos de un videoclub de saldo, o visitar una tienda sueca gratuita que conozco yo (guiño, guiño)

Para que no os llevéis a engaño, aunque el film que tratamos hoy se llame “Jack Frost” y sea de finales de los 90, no estamos ante aquella peli en la que Michael Keaton la palmaba y se reencarnaba en un muñeco de nieve… Esto es aún mejor, o peor, según lo veas.
Estamos ante una de esas películas que con la llamada segunda edad de oro del videoclub, trataban de colárnosla a nosotros incautos seres pre banda ancha. Ponían una carátula atrayente, un tagline medianamente ingenioso y un par de fotos en la contraportada, con sangre o tetas. Un cebo, la verdad, muy bien estudiado.



El film toma como base la leyenda de Jack Frost. Este es un personaje del folclore anglosajón, que en resumidas cuentas se encarga de abrir la puerta al invierno para que coloree de blanco las fiestas de Navidad. Una especie de bedel de Santa Claus. Pero en la cinta que nos ocupa hoy se pasan la leyenda por el Arco del Triunfo. Aquí tenemos la historia de un asesino en serie que puso en jaque al pueblo de Snomonton. Pero que finalmente fue capturado por el sheriff del lugar y condenado a muerte. El día de su ejecución, en vísperas navideñas, el furgón que lo transporta choca contra un camión que transporta algo parecido a nitrógeno líquido. El asesino se congelará y fusionará con la nieve –con una escena de CGI que helará la sangre- y se transformará en un muñeco de nieve, cuyo objetivo es volver a Snomonton y cargarse al sheriff. En definitiva, un Chucky wannabe.

Como podréis deducir, estamos ante una cinta de pseudo terror, aderezada con mucha comedia tonta y muertes con una pizca de gore. Producto de videoclub, vamos. Si se investiga un poco, fue algo muy de finales de los 90, principios de los 2000, cuando en formato doméstico aparecen películas de este tono que mezclan muñecos delirantes y fiestas teñidas de sangre. Ejemplos varios son: “Gingerdead man” de Charles Band, “Peter Rottentail” de John y Mark Polonia o la –superior a todas, incluida “Jack Frost”- cinta de William Lustig “Muerto el cuatro de Julio”.




Estamos ante una película que, para que engañarnos, es un peñazo de tomo y lomo. Tiene esa cadencia de slasher de fin de siglo – conversación, asesinato, flashback, rollo, más rollo, casi teta pero no, asesinato, coña marinera, asesinato doble, tirabuzón con giro final, asesinato y epilogo por si hay dinero para hacer secuela (Y cuidado, que en esta ocasión si hay secuela. Con un par)-. Tenemos una dirección chusquerísima de  Michael Cooney, al cual alguien debería pagarles unas clases de cine ya que parece que se pone a rodar según cae la cámara. Unas interpretaciones más vacías que una nevera a fin de mes. Y fallos de raccord de los que hasta Ray Charles se daría cuenta.
Y por encima de todo destacan sus defectos especiales. De primeras, en la carátula nos quieren vender un monstruo con cara angulosa y muchos dientes. Pero en la realidad tenemos un muñecajo de corchopán que se mueve menos que Don Pimpón en una cama de velcro. Pero lo más divertido es cuando el Jack Frost tiene que hacer alguna acción. El director pasa de plano americano del muñeco a primer plano de mano de porexpan. Tras esto a plano del muñeco desde atrás a plano de la cara del muñeco, a vista subjetiva… Es decir, que en ningún momento vemos al bicho en todo su esplendor… Por supuesto, tampoco veremos ninguna muerte en primer plano, si no el momento donde viene el golpe, posterior contraplano y cadáver en cuestión. Suerte que el tono de la película es muy coñero, sino no habría por dónde cogerla.


En resumidas cuentas, una película más mala que mandar a la abuela a comprar droga. Pero hay momentos en los que apetece ver una peli mala, y que esta sea consciente de que lo es y tomarse un par de pacharanes para hacerla más amena. O en este caso una botella entera.