La región salvaje (2016) de Amat Escalante

 ¿Sabéis lo que es el hentai?

Un meteorito cae en una pequeña población de México portando una extraña criatura con forma de octópodo, el cual alterará de manera drástica el comportamiento sexual de todos sus habitantes.

Curiosa película mejicana que ha arrastrado cierta fama de polémica por todo festival que ha podido exhibirse, todo ello debido a su cantidad de escenas sexuales de diversa índole - no sólo hablo de personas, casi a la mitad podemos ver una orgía entre varias especies de animales -, pero como viene siendo norma de la casa, una vez vista lo cierto es que La región salvaje es un film bastante interesante, tocando temas tan tabú hoy en día como la homosexualidad, la liberación personal, la importancia de la mujer y, sobretodo, una crítica bastante ácida de una sociedad (auto) reprimida a todos los niveles. Por ello no deja de ser parecerme un tanto excesiva tanta polvareda (¡JA!) desatada. Será que no follan.

Por otro lado he de decir que su componente de género, el mencionado octópodo, el cual está bastante bien hecho en una mezcla de efectos prácticos y CGI, y que aparece sutilmente en los primeros compases del film hasta hacerse el total y absoluto protagonista en el último tercio...es lo que menos me gusta del film. Me explico. No me chirría en absoluto la presencia de este ente dentro de la historia, incluso diría que su forma es un más que evidente guiño al hentai (sé que lo veis picaruelos), pero la primera parte donde se expone el drama de los protagonistas, veraz por otro lado, pues me parece incluso más redondo e interesante que cuando hace acto de presencia el propio bicho.

Dirige el hispano (nació en Barcelona) mejicano Amat Escalante, quién hará unos años, en 2013, se alzó ganador del premio a Mejor Director por su film Heli en el Festival de Cannes, pero que ya apuntaba maneras con sus películas previas, como son el drama Sangre (2005) o el thriller Los Bastardos (2008). Con este film ha ganado los premios a Mejor director en el festival de Venecia (León de Plata) y en el festival de Austin. Ahí es nada.

Aunque el componente fantástico no me haya parecido del todo interesante, la construcción de personajes y la creación de la atmósfera me han parecido más que notables. Sin duda una sorpresa.

¡Cartelicos! Pacific Rim Uprising (2018) de Steven S. DeKnight

¡Traidor!


Lo mejor: Sus raíces. Lo divertida que era la película de 2013.

Lo peor: Secuela de un film que no necesitaba, al menos no esta continuación directa.

Lo que se espera de ella... Igualar o superar el divertimento que supuso su primera entrega. Fácil no lo tiene, así que habrá que cruzar los dedos.

Robo Vampire (1988) de Godfrey Ho

- Puesto que ha muerto, quisiera usar su cuerpo para crear un robot androide.

Que sirva la frase que abre esta reseña para matizar el nivel que nos vamos a encontrar.
Sí.
Exactamente.
A este nivel jugamos hoy.

Dicho finamente; hay películas malas pero divertidas, hay películas malas pero entretenidas, hay películas malas que dejas de fondo para acompañarte en tus quehaceres diarios, hay películas malas de siesta, hay películas malas infumables, hay películas malas de castigo, hay películas que te hacen replantearte tu vida, hay películas que sus perpetradores son señalados por la calle y los niños les tiran piedras, Ulli Lommel y finalmente están las producciones reservadas a los pecadores que un día dijeron que "voy a darle una oportunidad a tal película". Ahí abajo podíamos situar Robo Vampire.

Un cartel de la droga tailandesa hongkonesa tras el desastre de varias operaciones por culpa de los militares estadounidenses, decide contratar a un taoísta - un chino a quien han pintado un bigote con betún - para que así les ayude creándoles un ejército de vampiros guardaespaldas (estoy sobrio, es que el argumento es así). Como es lógico los vampiros untan con nocilla las caras de masacran a los militares, pero uno de ellos será traído de vuelta a la vida en forma de un robot androide (más bien un hombre envuelto en papel de celofán) que dará para el pelo tanto al cartel como a los vampiros. También pululan por la trama un equipo paramilitar tailandés que trata de rescatar a una agente secuestrada por el cartel y una pareja de entes sobrenaturales - ella una fantasma occidental, él un vampiro chino con una máscara de King Kong - quienes no pudieron estar en vida juntos. Todos ellos acabarán encontrándose en un final tan explosivo, con casi quince minutos pirotecnia, como abrupto. Es decir, a la jodía no robaron le dieron un final o no lo rodaron a saber el motivo, pero vamos, un caso similar a muchas otras de esa gloriosa época que por desgracia nunca volverá so pena de denuncia.

Puro delirio hecho película made in Hong Kong 80´s (esto no lo revindicáis ¿¡EH CABRONES!?)parido por el mítico sello Filmark, quienes se labraron una fama en su época por su forma de hacer films de bajo presupuesto; ¿compraban? películas a otros países - en este caso, uno de ellos tailandés y el otro chino - las montaban cual monstruo de Frankenstein sin orden ni concierto, las redoblaban y rodaban escenas adicionales con actores/turistas occidentales para darle más caché. Una maravilla sobre la que podéis leer en este libro. La dirección corre a cargo (es un decir) de Joe Livingstone, seudónimo tras el que se encuentra el no menos mítico Godfrey Ho (aunque unas fuentes aseguran que no fue él su director) el cual posee una vida mucho más interesante que la Robo Vampire...pero ya hablaremos de él en otro momento.

Decir que Robo Vampire es entretenida de ver sería mentiros de manera vil, pero reconozco que se trata de una película la cual tienes has de ver para creer que existió este tipo de cine.

Si os quedáis con ganas de marcha os "recomiendo" El diablo de la dinamita (Godfrey Ho, 1987) y Contraespionaje en la selva (Edgar Jere, 1989).

¡Cartelicos! Wonders of the sea (2017) de Jean - Michel Cousteau

Sí, habéis leído bien
Lo mejor: Que el importante mensaje se oiga alto y claro.
Lo peor: Que acabe relegada a "ese documental con Schwarzenegger como narrador".
Lo que se espera de ella... Una patada en la boca a todos aquellos que se entusiasmaron con los documentales 3 D de Cameron.

Viaje a las tinieblas (2004) de Mick Garris

Viaje a la mente de King.


Un chaval recibe una llamada del hospital: su madre internada desde hace tiempo ha sufrido un ataque al corazón y se teme por su vida. Rápidamente decide hacer autostop y recorrer los 100 km que le separan del hospital en una noche llena de situaciones que podrán al límite sus sentidos.

No podría decir que Stephen King sea uno de mis autores favoritos, más bien diría que es uno de los que menos he leído pese a la fama que arrastra. Quizás sea por prejuicios o quizás sea que nunca me acabaron de enganchar sus llamadas obras cumbre ya que en suma la mayoría me resultaron demasiado densas. Sirva de ejemplo que las novelas Apocalipsis o El resplandor las cuales nunca las he acabado de leer - creo que la última vez me quedé en la parte del avispero - y la referencial It me costó mucho trabajo llegar a acabarla, pero cosas de la vida sus llamados relatos cortos sí que han conseguido engancharme, sirva el ejemplo de La larga marcha, Cujo, La zona muerta o en este caso Montando la bala, como se llama originalmente esta Viaje a las tinieblas, la cual en un principio solamente se publicó por internet. Siempre dije que era un tipo raro.

Dirige de manera correcta Mick Garris (Sonámbulos), el amiguete de King y de todos los directores de terror conocidos - míticas son sus reuniones anuales -, que aquí, como la mayor parte de su filmografía, adapta de manera bastante fiel al escritor, aunque he de decir que en esta ocasión, dadas las dimensiones del libro, no se te hace nada pesado al resolverla en 98 minutos los cuales pasan volados por ir directo al grano y no tener el formato mini serie, que, joder, te deja el culo carpeta. Es cierto también que se hace algo pesada tantas conversaciones entre el protagonista y su "otra mitad" siendo lo más flojo tanto del libro como de la película, por tanto no es más culpa de Garris como culpa de King.

Entre los actores vemos a ciertas estrellas del género como son Barbara Hershey (El ente) y Cliff Robertson (Spiderman), recayendo el peso de la trama en Jonathan Jackson (serie Nashville) quien simplemente cumple, pero tiene una cara de soso que asusta el pobrecico.

Pero sin duda quien se lleva la función es el campeón de la WWE David Arquette el cual interpreta con poca mesura a George Staub, el fantasma / mensajero fiestero pasado de vueltas que lleva al protagonista hacia su destino en un  Plymouth Fury rojo - un coche sospechosamente similar a Christine -. En serio, sus escenas son de lo mejor de todo film donde Garris supongo que se limitaría a dejar la cámara puesta y que este se puso a recitar sus líneas de la forma que le salió de su soberana rabadilla. Lo cierto es que, y es algo que me di cuenta cuando la he vuelto a ver, su personaje en líneas generales no tiene repercusión dentro de la historia, más o menos como Indiana  Jones en El arca perdida (¡Sí!) que si se cambiase o se quitase no pasaría nada de nada. Creo que King querría meter el componente sobrenatural a toda costa e ingenió al personaje de Staub, pero como su presencia acaban por eclipsarte el resto que, bueno, te acaba dando igual.

Entretenida de ver.

Plauto, recuerdo distorsionado de un tonto eventual (2004) de David Gordon

Decadencia no tan decadente.

Tras una masacre en el Circo de las Alegrías, el payaso Plauto, único superviviente de la compañía, da su versión de los hechos acaecidos donde la droga, las envidias y los ajustes de cuentas tendrán mucho que ver.

Por dónde empezar...
Corría el verano de 2003 (madre mía, lo que ha llovido) cuando entre los programas y revistas del corazón se anunció a bombo y platillo que dos de sus figuras más representativas (o no), Ricardo Bofil Jr. y Coto Matamoros, se iban a lanzar a dirigir (es un decir) sendas películas comerciales. El primero se encargaría de una comedia con tintes psicotrópicos-surrealistas llamada Hot Milk y el segundo un drama con toques de thriller, usease, esta Plauto. También el sosainas de Cárdenas hizo "algo" pero prefiero no incordiar. Finalmente Matamoros se vio incapaz de llevar el proyecto a buen término, así que decidió relegar la silla de director a un David Gordon recién salido del programa El séptimo de caballería, y él únicamente saldría acreditado como guionista. Una cosa buena puedo decir del tal Gordon: sabe manejar tras la cámara. Es cierto que se permite en muchas ocasiones dejar la cámara fija y los actores a su aire, pero en ocasiones Gordon se atreve con picados, contrapicados y planos secuencia con los que, quizás de manera inconsciente, acaba dotando a la película de un ritmo endiablado sin apenas puntos muertos haciéndola harto divertida.

El nivel del guión de Coto Matamoros digamos simplemente que la cosa se disfruta por lo bizarro (sí, bizarro) que acaba resultando. Sin duda estamos en un refrito de las películas de Tarantino, Rodríguez o de Guy Ritchie (tanto monta, monta tanto) con la "sutil" diferencia de estar pasada por la caspa patria, cosa que te recuerda constantemente por la elección de sus actores (Nuria Bermúdez reniega de su papel, y no es para menos) la mayoría de ellos amateur a la par que totalmente sobreactuados, aunque es raro, ya la mayoría de ellos se interpretan a sí mismos. Los diálogos y las situaciones del film estarán sacados de una buena curda en el Bar los Suspiros, así que ya os imagináis el panorama; casi todos rayan la vergüenza ajena, pero es cierto que la mayoría de sus escenas son tan políticamente incorrectas que acaban siendo maravillosas. Valga de ejemplo la escena en el puticlub, donde un Dioni desatado parte un palo de billar en la espalda de una mujer (¡!) - pero ¿qué se esperaban viniendo de donde viene?

Entre toda esta caterva de escombros que contrató Matamoros a cambio de una gran pila de cocaína se entiende, encontramos a un actor de la talla de José "Pepe" Carabias, un sempiterno roba escenas, y que aquí, lógicamente, acaba siendo el mejor y lo mejor del film con su brutal composición del payaso triste Plauto. Aunque su papel no deja de ser casi el de secundario en su propia película, sus minutos en pantalla son de un saber estar encomiable. Los comediantes Jaime Ortiz y Javier Cifrián, que a finales de los dos miles despuntarían con directores como Fernando Colombo y Álex de la Iglesia, y que aquí simplemente hacen lo que pueden, cumpliendo al menos. Ya en roles secundarios tenemos a Octavi Pujades, Pepe Frías, Duna Santos - los tres recién salidos "(ja) de Al salir de clase -, Víctor Rivas y la ahora directora Amparo Climent.

Plauto posiblemente deje la sensación de que en otras manos mucho más expertas el resultado final hubiese sido mejor, de eso no hay duda. Pero al menos en mi opinión, si se dejan de lado las nefastas interpretaciones de algunos de sus "actores", considero que no es la basura infecta que debía de haber sido. Sorprendentemente contiene una cantidad de detalles que la hacen muy entretenida de ver.

Viernes 13 (2009) de Marcus Nispel

Ni te cases ni te embarques.

Hoy por ser el día que es, era de recibo hacer un visionado de un film de esta saga (era eso o verme El Robobo de la Jojoya de Martes y Trece) la cual nunca me ha gustado demasiado, ni tan siquiera la primera entrega me entusiasma, pero curiosamente guardo un especial cariño a las tres entregas más marcianas: Jason X, Freddy vs Jason y este ¿remake? ¿reboot? Bah, es igual, lo que sea.

La historia ya os la conocéis: Un grupo de jóvenos deseosos de emociones fuertes, entre las que se incluyen dosis industriales de drogas y follambre, cometen el error de adentrarse en los límites del otrora campamento de verano Crystal Lake, y actual terreno de caza del mítico Jason Voorhees.

Hacer un (añádase lo que sea esto) de Viernes 13 no suponía una cuestión difícil dado lo parada que estaba la saga en ese momento. Desde 2003, momento en el cual se estrenó Freddy vs Jason, no se oían más que rumores de una nueva adaptación de las andanzas del hijo de la señora Voorhees, pero eran eso, rumores. Así que ni cortos ni perezosos, los directivos de la Paramount, con Sean S. Cunningham de vuelta como productor, decidieron empezar de cero y reflotar una franquicia quemada. Para tal empresa, contrataron a Marcus Nispel, autor del más que notable (y rentable) remake de La matanza de Texas (2003), y así darle ese toque "actual" a la par que respetuoso que tanto necesitaba la película. 

¿Si lo consiguió? Difícil decirlo. 

La película en líneas generales es lo más entretenido y sobrepasado que te puedes echar a la cara - si se comparan, las otras entregas no le llegan ni a la altura de los zapatos en lo que respecta al nivel de desfase, drogas, sangre y desnudos que hace gala esta -, pero también podría decirse que acaba quedándose a medias en todo. Viendo las escenas eliminadas se puede intuir que la película iba a prescindir más de ese humor socarrón (e inofensivo) y de la casquería en pro de un desarrollo más seco y una atmósfera más trabajada, dejando a Jason ser el eje central de la historia. Por ejemplo, la escena del embarcadero, donde vemos a una chica en medio del lago siendo solamente observada por Jason, esta continuaba hasta que finalmente la chica no puede aguantar más a flote y se ahoga en el lago, creando una sensación de desasosiego mayor que su resultado final en el el film. Supongo que Nispel quería repetir la estructura que tan bien le funcionó en La matanza de Texas, lográndolo a medias por causas ajenas a su control creativo dentro la película, siendo los directivos de Paramount quienes tuvieron la última palabra.

De los actores, mencionar a Jared Padalecki quien repite más o menos su rol en Sobrenatural (este tipo no puede tener hermanos), una Danielle Panabaker, la cual tiene el momento más sorprendente de la película, y el gigante Derek Mears (Hatchet 3) quien interpreta un Jason - su diseño es un homenaje a las tres primeras encarnaciones del personaje - de lo más salvaje, que ya es decir.

La película pese a no ser un éxito monumental, recaudó casi cien millones al rededor del mundo, lo que dio a muchos la idea de ver una nueva entrega de Viernes 13...cosa que hasta el momento no ha sucedido. Sucesivos retrasos, cambios en los derechos y desavenencias creativas - incluso durante un tiempo se dijo que iba a ser un found footage - hicieron que la continuidad de la saga quedase en stand by hasta hace poco, cuando se empezó a hablar de realizar una serie para televisión, más o menos como hicieron con Scream. A saber qué saldrá de ahí.

Aquarius (1987) de Michele Soavi

Pezqueñines no gracias, debes dejarlos morir.

También conocida con los títulos Delira o Stage Fright (no confundir con el coñazo homónimo de 2014), narra la historia de una compañía de actores que durante una noche es asediada por un psicópata el cual se enfunda una máscara de lechuza.
En el reparto encontramos muchos rostros conocidos del cine de explotación italiano y que particularmente cumplen a la perfección como carnaza (¿para qué pedir más?). Destaca entre todos ellos Giovanni Lombardo Radice, llamado para la ocasión John Morghen, y destaca no por su interpretación, sino por su carrera. Echando un ojo a su ficha en IMDb, Lombardo acredita papeles en films como (agarraos) Cannibal Ferox, La profecía, Miedo en la ciudad de los muertos vivientes Gangs of New York entre otras. Ahí es nada.
Dirige con su pulso habitual el milanés Michele Soavi, autor entre otras de ese maravilloso delirio llamado Dellamorte Dellamore (1994) - una adaptación del cómic de Tiziano Sclavi con Rupert Everett como protagonista - y de una película olvidada pero bastante entretenida llamada The Church (1989). A parte de director, aparecía en roles casuales tanto en películas ajenas - el desfigurado que reparte las entradas en Demons - cómo en propias reservándose en esta un pequeño papel. Hoy en día, y casi en sus sesenta años, sigue en activo con una producción centrada en la televisión italiana.
Aquarius pese a ser un film bastante dinámico en su conjunto, peca de lo mismo que pecaron muchos de los slasher facturados en los setenta y los ochenta: un ritmo pausado hasta la mitad para dar paso un desenlace que se pasa volando, sobretodo porque caes en la cuenta que a la hora de película ¡sólo queda viva una persona y el asesino! Con todo, la película está bien rodada, con un uso de las perspectivas bastante trabajado, se disfruta lo suyo y hay la suficiente casquería para contentar al fanático del gore.
Como curiosidad decir que acreditado como guionista del film aparece el grande George Eastman (Gomia).

¡Cartelicos! Tomb Raider (2018) de Roar Uthaug


Lo mejor: Alicia Vikander da el tipo como una renovada Croft. Walton Googins como villano. No digo más.

Lo peor: Quizás la elección del director no sea la elección adecuada.

Lo que se espera de ella... olvidarnos de las películas que protagonizó Angelina Jolie a principios de la década pasada.

Enamorarse (1984) de Ulu Grosbard

No lo llames amor, llámalo idiotez.

Oficinas de Paramount. Jueves 12 de mayo 1983. 12:08 PM.

- Eh, Mick (Michael Eisner) mira qué día es hoy.
- Sí Mike (Michael Cristofer). Tenemos que ir apretando, que dentro de nada es temporada de premios y necesitamos una película que haga correr ríos de orgasmos entre los críticos...
- ...y espectadores.
- Y espectadores, claro está. ¡El yate no se paga solo!
- Pues mira, hace un tiempo escribí este guión que me rechazaron los de Fox y Warner, pero tiene bastante potencial...
- ¡Las brujas de Eastwick! ¡Buena idea! Se lo ofreceremos al de Mad Max.
- No, ese mejor cuando nos de el visto bueno Cher. El de abajo.
- ¿Enamorarse? ¿De qué va?
- Pues de dos personas que intercambian por error unos libros y poco después descubren que viajan en el mismo metro. Poco a poco irán enamorándose.
- Amm...¿pelín visto ese punto de partida, no?
- Lo que no te he dicho es (agárrate) ¡Ambos están casados!
- Me recuerda a Breve encuentro...
- ¡No! Es decir, se parece...pero no lo es.
- ...es decir, habla sobre el adulterio.
- Bueno, sí pero no, ambos se enamoran como te he dicho.
- Unos cuernos son unos cuernos.
- Sí, pero...
- Calma, aunque no haya escenas de folleteo, me has convencido.
- Bien (arranca una hoja del guión).
- ¡Haremos de Enamorarse una de las sensaciones de la temporada! A ver... ¿A quién tenemos en nómina para dirigirla?

- Pues deja que mire la agenda ... ¿Alan Alda? ¿James Bridges? ¿James L. Brooks? ¿Sidney Lumet? ¿Robert Redford? ¿Woody Allen? Uy, ese último mejor que no.
- Nah, muy caros todos ellos. Necesitamos a alguien que nos haya conseguido un taquillazo y a la vez sea asequible.
- Pues déjame pensar...¿Ulu Grosbard?
- ¿Quién?
- El de Confesiones verdaderas.
- ¡Ah! Pero ese tío es muy "especialito". Estoy seguro que no querrá dirigirla y si la dirige seguro que luego está once años sin dirigir nada más.
- Entonces le ofreceremos un reparto de los buenos. Lo que no gastamos en director lo gastamos en actores, total, estamos en los 80 y todavía los actores atraen a las masas.
- Cierto, cierto ¿En quién habías pensado?
- De Niro.
- Ese italiano...
- Calma, calma... Se lo enseñé y flipó con el primer borrador. Se ha preparado a conciencia el papel. ¡Hasta se ha hecho tarjetas de visita con el nombre de su personaje!
- Ok, pero las tarjetas no las quiero.
- Vale. Ahora el rol femenino...
- (A la vez) Meryl Streep. Oscar asegurado (risas).
- Entonces decidido; Meryl y Bob en los principales, además metemos de secundarios a Harvey Keitel y a Dianne Wiest. Incluso puedo convencer a todos de que se bajen el salario y así rodar en Nueva York.
- Conforme. Eso sí, quiero que en el cartel los nombres de esos dos sean más grades que los del propio título.
- Menudo melocotonazo tenemos entre manos.
- Lo sé. Lo sé.


Oficinas de Paramount. Martes 2 de febrero 1985.


- ¡No nos hemos comido ni un torrao!
- Calma Mick, suelta ese extintor.
- Te voy a machacar...¡Potencial! Me dijiste que tenía potencial! Masacrados por la crítica y por el público ¡Y lo peor de todo es que ni nos han nominado en los Oscars!
- Pe...pero Mery ganó el Donatello a mejor actriz y Robert el Sant Jordi a mejor actor...
- ¡Y vienes a recordarme eso!
- ¡¡SOCORRO!!

Phantasm Ravager (2016) de David Hartman

Phantasm V, por el culo te la hinc...

Reggie Bannister aparece en medio del desierto tras la traca final vista en Phantasm IV. Desorientado aún por la paliza recibida, el heladero parecido a Chiquito de la Calzada intenta encaminar sus pasos hacia su coche y de paso trazar un plan de contraataque para librarse de una vez por todas de su Némesis: El Hombre Alto y su ejército de enanos.

Ates de nada, reconozco que no soy un fan de la saga Phantasm. Por deciros que la primera parte pude verla por primera vez en el festival de Sitges del año pasado en un versión restaurada por J.J. Abrams con la supervisión del director Don Coscarelli. Y sí, la verdad es que me gustó bastante por esa mezcla entre el terror de pesadilla y el no saber qué es real y qué no, además que Coscarelli no dejaba de contar un drama en toda regla donde un pre adolescente tiene que superar la pérdida de sus padres. Con eso y unos toques de cine experimental - en realidad el rodaje se alargó cosa de meses porque se probaron todo tipo de trucajes y el guión se reescribía día a día con muchas escenas que ni llegaron a rodarse - que incluso se dice que el propio director decidió prescindir del equipo técnico facilitado por el estudio en pro de un equipo seleccionado a dedo por él, donde se encontraban amigos, familiares y colegas de instituto. Es decir ¿Cómo no iba a gustarme una cosa tan maravillosa? Más tarde pude ver las secuelas, todas ellas dirigidas por Coscarelli, y he de decir que aunque no me gustaron tanto como la primera, bueno, al menos eran bastante entretenidas si sabías perdonar que no había un sentido, orden o coherencia argumental entre ellas. Por cierto, un aplauso para Reggie Bannister que ha convertido a su heladero alopécico en un icono badass del género de terror.

Veinte años después de la cuarta entrega, Phantasm IV: Apocalipsis (1998), y tras muchos años de esfuerzos que fueron desplazando el año de producción y que incluyen un cambio de director, Coscarelli por David Hartman, la muerte Angus Scrimm - aunque consiguió rodar toda su participación - y el abandono y posterior reincorporación al rodaje de alguno de sus actores, finalmente se estrena esta quinta entrega que sin duda es más un homenaje a la saga y a sus fans. Eso sí, para aquellos que esperáis un punto y final al uso para la saga, olvidadlo inmediatamente. Que no termina, vamos.

Lo primero que salta a la vista es que se trata de película algo barata. Muy barata. Baratísima. Con un uso y casi abuso del empleo de la pantalla verde, además de una reutilización de escenarios por los que van pasando los protagonistas una y otra vez al servicio de un guión tan loco (y divertido) como poco ambicioso por razones obvias - en un principio, la acción se enmarcaba en un mundo apocalíptico dominado por el Hombre Alto y sus enanos cabrones, con grandes esferas metálicas sobrevolando los desérticos parajes por donde pasan estos - y que, como es marca de la casa, tiene un guión tan confuso como incoherente con lo visto en otras entregas. Aún así, creo estos "fallos" son algo que le aportan encanto a un proyecto que llega con más de dos décadas de retraso, siendo algo meritorio que haya sido posible que llegase a completarse por la persistencia de sus realizadores.

Ni tan mala como se dice ni tan buena como sus responsables imaginaron que sería, pero vamos, por mi parte esta quinta entrega de Phantasm me ha parecido bastante entretenida.

Toad Road (2012) de Jason Banker

Di no a las drogas.

A principios/mediados del siglo pasado,se facturaron una serie de películas que avisaban/alertaban al público de los peligros de las drogas recreativas - alcohol, heroína, marihuana, hachís, incluso el opio, con films maravillosos donde había occidentales caracterizados como orientales - que iban desde las superproducciones de alto pedigrí con grandes estrellas y directores como son El hombre del brazo de oro Más poderoso que la vida, pero también variantes de explotación tan divertidas como Locura de la marihuana que de exagerada, se convertía en un divertimento la mar de entretenido. Años posteriores muchas películas continuaron el legado de estas, aunque derivaron de tal manera que acabaron por darles un punto de vista más desenfadado, más enmarcada en las comedias de colegas fumados, aunque es cierto también que encontramos ejemplos tan descarnados como fue en su momento Requiem por un sueño.

Ahora os estaréis preguntando ¿Por qué estoy diciendo esto? Pues porque Toad Road pese a su aire indie (pretendidamente pedante en ocasiones), casi experimental con jugueteos con el género de terror - al menos, así es como se nos vendió -, no deja de ser una película que avisa de los peligros de los excesos de la juventud actual y de las posibles consecuencias si no se sabe parar a tiempo. Mensaje aleccionador sin duda, pero lo dicho, estamos en una película de "terror" según el director, así que la cosa se irá poniendo más chunga según el paso de los minutos. Y creerme cuando digo que se toma su tiempo.

Durante las primeras escenas no entendemos demasiado lo que estamos viendo ; vemos a esta pandilla de  jóvenos disfrutando de las drogas y el sexo sin condón mientras van enlazando fiesta con fiesta, siendo estas aderezadas con más drogas y más sexo sin condón, pero a partir de la primera media hora, el foco se centra en la pareja protagonista y la cosa mejora, aunque sigue siendo desconcertante. Ella es una niña de alta cuna, que va de trascendental y está obsesionada con el mundo esotérico, especialmente con el Toad Road del título, mientras que él es un tipo que únicamente quiere FOLLAR, por tanto la acompaña en su búsqueda del citado "camino del champiñón" que tiene más de viaje malo de LSD que de un encontronazo con el yo interno (palabras textuales), pero algo raro pasa y la pareja desaparece. El final es un viaje temporal donde uno de ellos reaparece sin recordar nada, siendo el principal sospechoso de la desaparición del otro...y ya. Ahí acaba todo.

Curioso que un film tan directo en su concepto argumental sea tan sumamente lento en su desarrollo, más aún cuando lo mejor se encuentra en su último cuarto de hora, finalizando de manera abrupta cuando estaba en lo mejor, y sí, es de las típicas que acaba pero te das cuenta que en realidad no te ha explicando nada. Eso sí, el NO a las drogas le faltan luces de neón para verse más.

Pero por lo que se recuerda a Toad Road es porque su estreno vino acompañado por la muerte de su actriz principal Sara Anne Jones por sobredosis de heroína, lo cual no deja de tener una cierta ironía en vista de su personaje.

Dirige Jason Banker, autor curtido en el documental como cámara y que con esta película se estrenaba en el largo. En 2014 dirigiría su último proyecto por el momento, Felt, la cual no he visto pero si hago caso a las críticas intentó la misma jugada de terror minimalista que hizo en esta pero con peores resultados.

Aburridilla.

Pos Eso (2015) de Samuel Ortí Martí (AKA Sam)



El (in) noble ejercicio de la spoof movie.





Samuel Ortí Martí (Sam) dirige, produce y firma el guión de su primera y por el momento última incursión en el mundo del largo.


No seré quien se queje de una comedia que ataca directamente y sin filtro alguno a la (infra) prensa del corazón, al clero e incluso la tauromaquia, además, sobra decir que la película es técnicamente perfecta, con un trabajo durísimo al rodar por su empleo de la técnica del clay motion, pero a la vista está del material que podrían haber hecho lo mismo en un corto y la cosa hubiese salido mucho mejor.


Una pena ver que la mayoría de chistes apelan al guiño nada sutil (y repetitivo) al género de terror y variantes que van desde la consabida escena de El exorcista, pasando por La profecía, Indiana Jones y la última cruzada, La ciudad no es para mí (esa pseudo Gracita Morales hace mucho daño) ¡Hasta podemos ver los huevos (añádase coña aquí) de Alien! El resto, apenas tiene gracia dado a que los chistes están alargados a más no poder. Sirva de ejemplo el final, donde, en un giro loco de los acontecimientos, la protagonista viaja al infierno y acaba retando a un duelo de taconeo al mismísimo Diablo. Pues bien, algo a priori tan gracioso - ver taconenado al Príncipe de las Tinieblas siempre tiene su aquél - va perdiendo la gracia ya que la escena se estira más de diez minutazos.


Aún así, Pos eso contiene momentos de gran imaginería visual que quedan complementados por pura y dura comedia física, como son la muerte del padre torero o la masacre de los tertulianos, los cuales funcionan porque están justos de medida y de ritmo, por no decir que ver a un personaje pegándose trompazos siempre es divertido de ver.



El elenco de voces reunidos para la ocasión es bastante notable, con un Josema Yuste y una Anabel Alonso bastante atinados ambos, pero lo dicho, sin apenas gracia en sus líneas. Se da la macabra circunstancia que fue la última película de Maribi Bilbao y de Álex Angulo. Una auténtica pena.


No digo que Pos eso sea terrible, simplemente que una película que posee un apartado técnico tan acojonante bien podían haber cuidado la historia.

Los payasos asesinos del espacio exterior (1988) de Stephen Chiodo

Payasos cabreados del espacio exterior.

Simpaticona comedia de terror (aunque de terror poco) donde los protagonistas no son otros que unos grotescos payasetes alienígenas con ganas de zamparse a medio pueblo, transformándolo previamente en algodón de azúcar, y al otro medio cargárselo de la forma más circense posible (no en vano, su nave espacial es...¡UNA CARPA DE CIRCO!) mientras van encadenando una serie de putadillas tras otras.

Este es uno de los casos en lo que te hacen preguntarte ¿qué fue antes? ¿el huevo o la gallina? O, directamente ¿Esta película copia a Mal Gusto (Peter Jackson, 1987) estrenada un año antes, o simplemente es una coincidencia muy grande que, salvando las (cercanas) distancias, ambas películas compartan el mismo argumento? Sí, es cierto que Killer Klowns tiene un humor más "ligero"(aunque también palme hasta el apuntador) si se compara con el humor de brocha gorda con el que Jackson pintó su ópera prima, además, tampoco tiene tanto gore, incluso diría que los payasos no derraman ni una gota de sangre a lo largo del film, pero ambas comparten tantas similitudes - aliens deformes caníbales de aspecto cómico, protagonistas humanos tontorrones y pasados de vueltas, final en la nave/hogar de los alienígenas ... - que me hacen pensar que los hermanos Chiodo debieron verse Mal gusto no pocas veces antes de ponerse a escribir el guión. Con todo, años después admitieron que si "homenajearon" a un film, ese sería The Blob ( Irvin S. Yeaworth Jr. 1958), película que curiosamente, el mismo año del estreno de Killer Klowns tuvo un remake (Chuck Russell, 1988). Todo está unido.

La película fue un relativo éxito de taquilla aunque más de alquiler; costando unos 2 millones de dólares, los cuales por cierto lucen de puta madre en pantalla (ya les gustaría a muchos directores contar con esos sets), y logró recaudar unos nada desdeñables 33 millones a nivel mundial.

Dirige Stephen Chiodo, quien pese a no dirigir nada de relevancia tras esta película (lleva intentando levantar una secuela desde los noventa), sí que ha ido participando en diversos proyectos ejerciendo de titiritero, su trabajo real.

Muy divertida, y con una canción principal que se queda marcada a fuego en la psique.

Nick Carter, aquel loco, loco detective (1978) de Oldrich Lipský


Calma y estilo.

Con un título que mejora en su original, el contundente Adéla jeste nevecerela o Adela no ha cenado todavía, referente a la planta carnívora coprotagonista, se esconde una comedia checa (sí, existen las comedias checas) quizás no tan alocada como pretende vendernos su versión castellana, pero bastante interesante si se mira más en profundidad.

Nick Carter es el mejor detective privado de la historia que adorna su loft neoyorkino con autógrafos de Edison y Sherlock Holmes y es atacado sin inmutarse por hordas de villanos (Fantomas en incluido en lote) antes del desayuno. Su vida transcurre con relativa normalidad hasta que recibe un extraño encargo: debe trasladarse a Praga e investigar la misteriosa desaparición de un perro propiedad de una duquesa. Ya allí descubrirá que no todo es tan fácil como podría aparentar...

Como decía al principio, en Nick Carter, aquel loco, loco detective encontramos un spoof  de tomo y lomo, bastante simpático, de las aventuras de Sherlock Holmes, quizás intentado repetir/aprovechar el éxito que obtuvo cuatro años atrás El jovencito Frankenstein (Mel Brooks, 1974) de la cual se pueden apreciar no pocas similitudes al rodar el director, Oldrich Lipský, una cinta de misterios clásica sólo que añadiendo gotas de humor a su desarrollo. Con todo, la película no tiene tanta gracia, al menos no tanta como la que debiese un material así, haciendo que la mayoría de veces parece que estemos viendo una película de detectives (en la que zurran, y mucho, al protagonista) en la que el humor es algo secundario pese a intentarlo todo el rato, cámara acelerada para que vayan rápido los personajes incluso... a lo mejor es que no entiendo el humor checo.

Lo que sí destaca es la manera en la que está filmada. No conozco nada de Lipský, pero el tipo se maneja bien en el medio, haciendo que una película filmada a finales de los setenta dé el pego como película rodada a principios de los sesenta - ambientación en exteriores incluida, salvo cuando están en Nueva York, que es un set -, a lo que se les suma unos efectos, stop motion la mayor parte, que son bastante decentes para la época. Es curioso ver que la planta carnívora se parezca un poco a la de La  tienda de los horrores (Roger Corman, 1960), pero que esta a su vez se parezca tanto a la planta del remake (Frank Oz, 1986) como si las tres películas se retroalimentasen.

Dentro de una película tan intencionadamente cómica, lo cierto es que se llega a ver algún que otro momento, no sórdido, pero sí salido de madre; de cara al final uno de los personajes secundarios aprovechando que love interest del protagonista está drogada, ¡a punto está de violarla! (desnudándose en el proceso) hasta que en el último segundo es devorado por la planta carnívora. Claro que eran otros tiempos, pero desentona bastante con una película en la que a continuación hay una persecución al estilo Benny Hill.

El film fue presentado en el Festival de Sitges de 1978, ganando una merecida medalla de plata a la mejor fotografía para Jaroslav Kucera, además de ganar en 1980 el Saturn a la Mejor Película Extranjera y de estar nominada en ese mismo festival a la Mejor Película de Género Fantástico, es decir, que gustó bastante dentro del mundillo.

Aquí en España, para mi sorpresa tuvo un estreno en salas, logrando congregar en el cine a unos 123.510 espectadores. Alucinante.

¡Cartelicos! Insidious The Last Key (2018)

El sereno se toma muy en serio su trabajo

Lo mejor: Su capacidad de asustar aun en su cuarta entrega.

Lo peor: Más riesgo y menos ir a lo fácil.

Lo que se espera de ella... .que se convierta en una de las películas de terror más exitosas de cara al año que viene. Capacidad tiene.

Perros Callejeros (1977) José Antonio de la Loma

Toro, toro, torito.

Años setenta. Un grupo de chavales de apenas quince años se dedican al hurto con violencia y al robo de coches por los barrios periféricos de Barcelona, mientras tratan de que la policía no les atrape y les envíe al correccional...o a la tumba.

Posiblemente el máximo exponente del llamado cine "quinqui" junto a El Pico (Eloy de la Iglesia, 1983) que causó furor entre la sociedad española de finales de los setenta hasta mediados de los ochenta, además de llevar a la cima del éxito tanto a su director como al que se convertiría en su objeto de deseo actor fetiche: Ángel Fernández Franco El Torete.

Dirige con buen pulso Antonio de la Loma, conocido a mediados de los sesenta por ser guionista y director de numerosos spaguetti western facturados en el desierto de Almería, pero que no llegaría a destacar como auto hasta este film. Se nota que el director había dirigido con anterioridad westerns, ya que el planteamiento - el Torete y su banda no dejan de ser unos elementos que se mueven fuera de la ley - y en la forma de la cual está rodada - esos zooms... - es igual a estar viendo una del oeste, por no hablar de los momentos sórdidos marca de la casa...sí, esa escena. De la Loma se reserva además un papelito en la cinta, cómo no, el único personaje positivo. Doblado como el resto del reparto, eso sí.

Hubo dos secuelas - donde se pasan por el forro ese final tan épico que tenía esta primera entrega - en la que repetirían tanto Torete como de la Loma. Decir de ellas que no merecen mucho la pena más allá de si queréis seguir viendo las desventuras delictivas de un Torete ya no tan chaval.

Perros callejeros todavía conserva ese gancho que la catapultó hacia lo más alto en los setenta y sigue siendo la cima del cine quinqui. 

Freaks (1932) de Tod Browning

Monstruos como nosotros.

Dos apuntes rápidos: Cuando vi por primera vez esta película - en la dos casi de madrugada cuando contaba con seis año s-, creí que la pareja protagonista, Daisy (Frieda) y Harry Earles (Hans), hermanos en la vida real, eran niños pequeños...y que Tod Browning era también el inventor del brownie.  Aclarados esos puntos, sigo.

La cinta nos narra las vivencias de una compañía circense, pero centrándose en sus principales estrellas: Los Freaks (o fenómenos). En ella se muestra que su vida, por difícil que pueda imaginarse (en la época que se realizó el film, claro) no es tan diferente a la que podamos tener nosotros mismos.

Hablar de Freaks es hablar de una de las películas malditas del cine de principios de siglo. La visión que tenía Browning, quien venía de marcarse un tanto con el Drácula de Lugosi, de adaptar el libro de Tod Robbins, Espuelas, acabó convirtiéndose en su proyecto más personal hasta la fecha, viéndose relegada a una producción de serie B (catalogada como tal) de la MGM, quienes no daban ni un duro por la producción y la calificaron como película de ¿¡terror!? Bravo.

Entre los actores encontramos a Wallace Ford, quien trabajase a las órdenes de John Ford en El delator, como el mal bicho de Cleopatra a Olga Baclanova, una actriz encasillada en papeles de femme fatal - pero que era quien mejor se llevaba con los "fenómenos" - , y que ya aparecía en otro film icónico como El hombre que ríe. Por último citar al antagonista, Hércules, encontramos a Henry Victor, un actor de larga carrera en la que destacan títulos como, por ejemplo, La momia o Ser o no ser.

Pero sin duda los auténticos protagonistas son los artistas a quienes Browning rinde homenaje. La mayoría de ellos procedentes del circo realizaban su primer y único papel ante la cámara, interpretándose a ellos mismos en la película y dando lugar a momentos para su propio lucimiento, siendo estos los puntos más álgidos: Browning únicamente dejaba la cámara grabando en plano fijo mientras ellos realizaban su número para asombro del espectador.

Como curiosidad decir que Browning cambió el final durante la última reescritura del guión, aunque otras fuentes aseguran que estas escenas fueron rodadas, pero dada su brutalidad se decidió eliminarlas del montaje final. En el original se veía que la mujer era aplastada por uno de los carromatos y Hércules era castrado por Hans y compañía, saliendo él al final cantando (como un castrati) al lado del corral donde se encuentra encerrada la ahora deforme Cleopatra.

Una película que has de ver, lo mires por donde lo mires. Browning echó el resto y acertó de pleno en la manera de tratar un material tan peliagudo. Lástima que junto a la MGM, el público y la crítica de la época rechazase de manera generalizada la película al considerarla poco adecuada la visión que se daba de esos "fenómenos". Para suerte nuestra, el tiempo hizo que ganase la razón, y hoy es de esa clase de películas que de verdad se pueden considerar un clásico del cine.

El Manosanta está cargado (1987) de Hugo Sofovich


Está cargado...de amor.


Alberto (¡tocayo!) Cappeletti es un pobre ingenuo que trabaja instalando cajas fuertes para la empresa "cerrajerías Álvarez" , pero dada su constante falta de tino es despedido tras empotrar una caja fuerte bajo un cuadro y no debajo del cuadro. Su falta de suerte en la búsqueda de trabajo - incluso hay un momento en el que se traviste de mujer en una muestra de lo maravillosos que fueron los ochenta - hace que aconsejado por un amigo vaya a visitar un curandero (el Manosanta del título) para que le ayude con su mal fario. Allí descubren que el tipo no deja de ser un timador que les saca dinero a gente necesitada, pero Alberto, lejos de denunciarle, se le enciende la bombilla: Él será un Manosanta.

Que una película titulada El Manosanta está cargado empiece con una alegre cantinela que reza tal que así: "Hoy la negrita me-ha contado lo que sucede. El negro no puede (x2) Está cansado no le importan las mujeres. El negro no puede (x2) no puede dormir es un indicativo de por donde irán los tiros en esta comedia argentina hecha por y para el lucimiento del cómico Alberto "El Negro" Olmedo (A los cirujanos se le va la mano), quien aquí da un recital de gesticulación en la que se convertiría en una de sus últimas apariciones tras la cámara, dado que el buen hombre fallecería un año después a los 54 años de edad, dejando un legado de más de sesenta créditos como actor. Ahí es nada.

La cinta transcurre entre una sucesión de sketches más o menos hilados donde vemos al protagonista cagarla sin parar mientras el enredo se teje a su alrededor. Si bien el tipo es un buenazo que contrarresta su ineptitud con su "gran sentido del humor". Dicho humor consiste exclusivamente en el empleo rápido (y a gritos) del lenguaje y el uso de dobles sentidos - el momento Hi-Man, usando un pivote de luz a modo de espada y exclamando "¡Yo tengo el poder!" reconozco que es gracioso - pero algunas veces se antoja difícil de seguir por la penosa calidad de sonido que tiene la cinta, a parte, algunos de los chistes son más malos que pegar a un padre con un calcetín sudado. Sobra decir que como viene siendo norma en esta clase de películas abundan los chistes de homosexuales (o trolos) y las consabidas escenas picantonas - como es el recurrente gag de los jefes pichas bravas sobando a cualquier mujer que se les ponga a tiro mientras Olmedo pone cara de vicioso -, pero son unos momentos tan tontorrones y tan exagerados hasta el extremo que, vistos ahora pecan de inofensivos, aunque cabe decir que hay mucha actriz en ropa interior y alguna teta y algún culo sí se cuelan en pantalla. Nada que no se viese a lo largo de la época, pero resulta (terriblemente) curioso que hoy en día hacer humor a costa de estas situaciones sería algo impensable.

Dirige y guioniza Hugo Sofovich, quien pasó la mitad de su carrera dirigiendo capítulos de series que nunca saldrían de Argentina y la otra mitad en comedias similares a esta, hasta que en 1998 rodó la que fue su último crédito como director y guionista: La herencia del Tío Pepe.

Fue una de las últimas producciones de Argentina Sono Film S.A.C.I., compañía argentina de distribución que nació a principios de los años treinta y que parió ¡Tango! (Luis José Moglia Barth, 1933)  - el primer film con sonido óptico que se rodaba allí -, además de darle la oportunidad a diversos directores de argentinos del momento la oportunidad de realizar su ópera prima, incluso debutaría entre sus filas un joven director de fotografía llamado John Alton, quien años después, instalado ya en Hollywood Land, ganaría el Oscar por su trabajo en Un americano en París (Vincente Minnelli, 1955).

Entretenida.

Los del túnel (2016) de Pepón Montero



Cine de catástrofes en deconstrucción.

Antes de empezar quisiera decir algo: Los del túnel me ha gustado, película por la cual en un principio no daba ni un chavo, para mi sorpresa no sólo me ha gustado, sino que ha conseguido entretenerme mucho más que cualquier película de supuesta comedia aparecidas este mismo año.

Ganada ya vuestra simpatía, continuó.

Tras dos semanas del derrumbe de un túnel, los supervivientes son rescatados. Casi todos ellos parecen en un principio agradecidos por esta segunda oportunidad... y digo casi todos porque Toni (Arturo Vals), un übercuñado de manual, no parece del todo feliz ante la perspectiva de vivir nuevamente su monótona vida.

Vendida como la película que habla sobre lo que ocurre tras una película de catástrofes, Los del túnel nos plantea esa situación durante sus primeros minutos y durante su tercio final, centrando su grueso en expandirse más allá de los límites (lógicos, al fin y al cabo) que tienen este tipo de films, haciendo que frases, acciones y pensamientos en principio trascendentales, queden en el más absoluto ridículo si se es visto desde una perspectiva más de conjunto. Se agradece no obstante que Pepón Montero, el director en su primera incursión tras la cámara, haya evitado entrar en el tentador cliché de que cada personaje saca lo peor y lo mejor de cada uno, optando por un balance más equilibrado y que seguramente sorprenda a más de uno.

Todos los actores hacen un buen trabajo en la construcción de sus personajes, siendo estos meros roles extraidos del género de catástrofes, sólo que exagerados hasta la parodia. Incluso Raúl Cimas, a quien por norma general no trago ni de coña porque siempre veo su actuación forzada, aquí está bien porque esa actuación forzada le va como un guante a su papel de policía a quien la situación le quiere superar. Pero sin duda alguna es Arturo Vals quien logra ser el foco central del film, dentro de en un papel a ratos detestable, a ratos identificable pero en ambos casos te puedes identificar con él gracias a su actuación, y me sorprende escribir esto, de diez. Mejoró desde Rey Gitano (Juanma Bajo Ulloa, 2015) al parecer.

Todo queda rematado por un final perfecto, el cual sin desvelar mucho deja patas arriba todo final de cine de catástrofes habido y por haber, Los del túnel es una comedia que logra hacer gracia mediante un guión trabajado y en ningún momento sentir la necesidad de apoyarse en escatología o los chistes fáciles.

¡Ya era hora!

Que me ha gustado mucho, vamos.

Parada en el infierno - Stop over in hell (2017) de Víctor Matellano

Próxima parada: una bala en la cabeza.

Un grupo de forajidos que se dedican al robo y asesinato en el salvaje oeste, deciden dar el golpe de sus vidas atracando una diligencia cargada hasta los topes de monedas de oro. Para ello, toman una de las paradas donde hacen escala las diligencias, secuestrando a todo aquel que esté hospedado allí. Las torturas y vejaciones se sucederán haciendo que los pocos supervivientes tomen la decisión de contraatacar.

Western sucio y sangriento rodado en escenarios naturales (salvo algún set de interior), alejado del glamour habitual que una vez tuvo el género - allá por años 40, 50 y 60 - y curiosamente también alejado, en cierta medida, del spaguetti-western ya que salvo contados homenajes, a voz de pronto me viene Keoma (1976) no en vano de Enzo G. Castellari quien aquí interpreta un breve papel, estamos ante una película de suspense muy en la onda de Secuestrados (Miguel Ángel Vivas, 2011) y similares con personajes sacados de las novelas de a duro de la marca Estefanía. Ambientada en un salvaje oeste que bien podía aparecer en las páginas de Predicador - incluso uno de sus personajes principales se viste de manera similar al Santo de los Asesinos -, donde las balas no hieren a las personas, más bien les revientan las cabezas en un festival de sesos. Sólo hay que ver la escena inicial, donde El Coronel y su troupe asaltan salvajemente una diligencia, como una autentica declaración de intenciones, y ciertamente, es en esos momentos donde el film alcanza sus mejores momentos,  donde además se pueden admirar los admirables efectos prácticos del siempre esforzado Colin Arthur, quien ya trabajase junto a Matellano en su anterior film Vampyres (2015).

En el reparto parte de Pablo Escola como villano de la función, pasan por la pantalla sendos cameos ligados al género; el ya citado Castellari, Nadia De Santiago (Las chicas del cable), Conrado San Martín (Gritos en la noche), Antonio Mayans (Empusa), Ramón Langa o Guillermo Montesinos.

No marcara un hito, pero sin duda alguna Stop over in hell se ha convertido en uno de los films más divertidos, sangrientos y salidos de madre que podréis ver actualmente en cines.

Cartelicos: Leatherface (2017) de Alexandre Bustillo y Julien Maury

Negro del WhatsApp origins
Lo mejor: Los directores. 

Lo peor: Todavía resuena la hostia de La matanza de Texas: El origen (Jonathan Liebesman, 2006).

Lo que se espera de ella... una nueva visión del desde ya mítico "Cara de cuero" y de paso revitalizar una saga que, por desgracia, llevaba tiempo necesitada de algo así.