DIA 3: Bombón de delicia turca.
Es posible que
muchos de vosotros penséis: “Ya se ha colado… Buf solo tres días ha tardado en
meter la pata”. Pero cuidado, cierto es que esta no es una película navideña perse, ni siquiera Papa Noel es el
protagonista, pero nadie podrá negar que tiene un papel fundamental en el
desarrollo de la historia de los cuatro hermanos Pevensie.
Si os acordáis
de la película –o del libro-, en Narnia siempre es invierno pero nunca Navidad.
Esto es debido a un potente hechizo de la Bruja Blanca, que crea nieve perpetua
y –en pocas palabras- prohíbe la entrada a alguien poderoso como Papa Noel.
Pero la llegada de los cuatro hermanos Pevensie, conforme a una antigua
profecía, hace que el poder de la bruja se vaya debilitando, permitiendo el
acceso a Narnia de personajes que hasta entonces tenían el acceso vetado, como
Papa Noel –o Father Christmas en el original de C.S. Lewis-.
Este personaje –en
el que nos vamos a centrar, ya dejaremos la saga para otro día- está
interpretado por uno de esos llamados secundarios de lujo: James Cosmo. Podemos
considerar al actor escocés como un habitual en las pelis de época con
profusión de escenas de acción. No en vano interpretó al padre del personaje de
Brendan Gleeson en “Braveheart”, también
luce espada como Glaucus en el “Troya”
de Wolfgang Petersen o –como casi todo actor de las Islas Británicas que se
precie- en “Juego de Tronos” donde
interpreta a Jeor Mormont. Y en esta ocasión nos ofrece un Papa Noel de
imponente estatura pero con todo el candor que debe tener este personaje. Cosmo
crea uno de esos aliados inesperados, en la liga de personajes como Radagast en
la saga “El hobbit” o el Stephen de “Braveheart”; que no los esperabas pero
ahí están para salvar el día. Podemos decir que es un papel que le viene a
Cosmo como anillo al dedo, no en vano a lo largo de su carrera lo ha
interpretado en hasta tres ocasiones.
Metiendo un
poco la nariz en territorio spoiler,
tan solo comentar que Santa Claus es el que les dará a los hermanos las armas
necesarias para cumplir la profecía y salvar a Narnia de la Bruja Blanca. Unas
armas, la verdad, que a día de hoy desentonarían en un libro dirigido a un
público juvenil. Pero esa es una de las sellas de identidad de las obras de
Narnia, no toman al lector como a un niño idiota si no como a un niño que ha
acudido al libro a pasárselo bien, a vivir aventuras y a convertirse en una
suerte de quinto hermano Pevensie.
Aún y volviendo
a decir que no es una típica película de fiestas, si que es una de esas que da
gusto verlas durante esas largas tardes de post comida hipercalórica. Peli de
mantita, estufa y sal de frutas. Incluso sus casi dos horas y media se hacen
cortas ante el apabullante espectáculo que ofrece la película de Andrew Adamson.
Aunque, como siempre, si le podéis echar un vistazo al libro os puedo asegurar
que no os arrepentiréis.
En resumidas
cuentas, estamos ante una película que no es 100% navideña, pero nadie dudara
en que resulte divertido ver a un Papa Noel que no deja a los niños balones o muñecas
si no una espada para descabezar a la autoproclamada reina de Narnia. Eso sí
que es un regalo útil y no la XBOX One.
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