Hoy volvemos a
la animación. Pero no a una tradicional como las que hemos visto en días
anteriores, hoy tenemos animación de captura por movimiento: “The Polar Express” de Robert Zemeckis.
Este film,
auspiciado por los logros técnicos alcanzados por los chicos de Weta Digital en
la animación de Gollum en la trilogía del anillo, hizo que Zemeckis se lanzase
a la piscina realizando un film completamente con la técnica de captura de
movimiento, resultando la película que tratamos hoy.
Esta peli se
centra en el ya manido paso de la niñez a la adolescencia. Tenemos a un niño
protagonista –del que nunca se sabrá el nombre- que ya no cree en Santa Claus.
Debido a ello, la noche de Nochebuena aparecerá en su casa un gigantesco tren
que va en dirección al Polo Norte –la casa de Santa Claus- y en el cual nuestro
pequeño héroe tiene un ticket reservado.
Esta historia
se basa en un libro infantil, de unas 32 páginas, escrito por Chris Van Allsburg,
autor de otras obras como “Jumanji”.
Y es precisamente esa losa de libro corto la que lastra toda la película. Si en
“How the Grinch stole Christmas”
vimos como trasladaban a imagen un libro de semejante longitud, y en vez de
hincharlo y realizar un largometraje se quedaba en un mediometraje. Aquí vemos
como los guionistas hinchan e hinchan el guión para que llegue a los casi cien
minutacos. Ejemplos de este hinchamiento sin ton ni son podemos verlos en
escenas como la del billete volador, que también es una escena marcapaquete de
libro, o en los quince minutos que dura la escena de preparación del trineo de
Santa Claus.
Estos fallos de
guión hacen que la película se vuelva muy aburrida tras 30 minutos de metraje,
ya que no se sabe donde va a terminar todo este disparate. Y llegados al final,
tampoco queda clara como se ha llegado a este.
Pero no nos
engañemos, esta peli no se vendía en 2004 como una película con un guión de
hierro; si no que su principal baza eran sus novedosos efectos especiales, no
en vano ostenta el Guinness como primera película rodada completamente con la
técnica de captura digital.
Y ciertamente
son unos efectos dignos de elogio. Sobretodo en cuanto a todo lo relativo al
tren. La sensación de movimiento y gran espectáculo es más que evidente. Y se
agradece que no existiera esa fiebre 3D que apareció años después que parecía
que era obligatorio que te lanzasen todo el atrezzo
a la cara.
El pero
en los efectos especiales lo veo en las expresiones faciales. Se
agradece el esfuerzo, pero las animaciones de los niños dan bastante mal
rollito… no me gustaría encontrarme con uno por la noche. Menos mal que es algo
que se ha logrado mejorar desde 2004.
Porque si, después
de este “The Polar Express” –que fue
un exitazo de taquilla- Zemeckis continuó con sus películas de captura de
movimientos como “Beowulf” o “Cuento de Navidad” con mejoras respecto
a calidad de la cinta; pero sin tanto apoyo por parte del público. Y junto con
Zemeckis surgieron varias películas que usaban la misma técnica, algunas que es
mejor olvidar como “Marte necesita madres”
y otras que mejoran las originales como “Las
aventuras de Tintin: El secreto del unicornio”.
En definitiva,
una película para aquellos que disfrutan de los efectos especiales o para
aquellos que busquen un modo eficaz de echarse una buena siesta. Porque si, la película
es muy bonita, pero más aburrido que un torneo de macramé.
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