¡Bienvenidos a Slash-D´or!
La ya longeva saga "Camino Sangriento" llega a su sexta entrega tras una quinta parte la cual supuso un claro bajón de calidad dentro de la misma, ya que hasta entonces la saga había mantenido un buen equilibrio en cuanto a casquería e historia, además de resultar un entretenimiento de primer orden.
Como viene siendo habitual en la saga, las escenas truculentas no tardan en hacer acto de presencia y a los cinco minutos (justos) ya tenemos las primeras muertes con todo el sadismo y hemoglobina posible, que van aumentando según avanza la trama - encontramos muertes de lo más variopintas, como tiro al blanco (humano), cepos ansiosos de sangre y mangueras de incendios colocadas en...bueno, ya lo veréis - , y que acaba siendo lo mejor de la cinta de lejos.
En el lado negativo encontramos que a excepción de las citadas escenas de casquería, el resto denota una desgana total a nivel argumental, aunque siendo sinceros a estas alturas de la película no esperábamos un Shakespeare. Pese a mejorar la historia si la comparamos con la cuarta y de la quinta, al centrar la acción en este caso un hotel de vacaciones y de un hombre en busca de su verdadera familia, lo cierto es que la cosa decae al no usar esos detalles argumentales en su favor, y acaba resultando lo mil veces visto en cualquier otra película.
Tampoco ayuda la rudimentaria puesta en escena del director Valeri Milev, que se nota lo verde que está en cuanto a tensión se refiere.
En resumidas cuentas, un slasher serie B al uso, que pese a contar con unas constantes subidas y bajadas de ritmo, además de un guión plagado de clichés, acaba resultando entretenido por lo consciente de si misma que es.
Desnudos gratuitos, sangre a granel y actuaciones malas son los factores que se dan cita en una secuela que, extraordinariamente, acaba siendo mejor de lo que cabría esperar, suponiendo un soplo de aire fresco dentro de la saga.
Aunque eso sí, me sigo quedando con la primera y tercera entrega.
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