ESPECIAL NAVIDAD. DIA 9: "Solo en casa" (1990) de Chris Columbus.

DIA 9: Chocolate nevadito.


¡Atención! Hoy traemos maquinaria pesada. Una de esas películas que todo el mundo –literalmente- ha visto. Y que tras 24 años no solo sigue igual de divertida si no que en cierta manera debido a la falta de competencia en pelis de su estilo, ha mejorado.
La historia es de todo sabida. Los dos hermanos McCallister se reúnen para visitar durante las Navidades al tercero ellos que vive en Paris. Junto a ellos viajaran sus mujeres e hijos. Pero el problema es que parecen una familia del Opus y tienen una docena de críos. Y tras una rabieta la noche antes de salir, encerraran al pequeño Kevin en el ático. Al día siguiente, entre la vorágine viajera, las prisas y demás, se lo olvidarán, mientras ellos viajan tranquilamente hacia Francia, quedándose el niño a merced de dos ladrones que planean desvalijar la casa. Pero Kevin reacciona ante su miedo inicial y hará todo lo posible para defender su hogar.




Estamos ante un planteamiento que podría hacer aguas por todos los lados. Por un lado, película con crío. El film se puede ir a hacer gárgaras si pones al típico criajo repelente y marisabidillo. Pero no, aquí pillan a un rubiete que había despuntado el año anterior con “Solos con nuestro tío”, no se si habéis odio hablar de él; Macaulay Culkin. Y el renacuajo aguanta la película como un campeón. Un poco sobreactuado si –sobretodo en el original en inglés-  pero no desentona con el tono de general de la cinta.
Pero podría venir otro problema: ¿Va a estar un crio durante 90 minutos haciendo el tonto mientras no hay nadie más en la casa? Problema solucionado. Le ponemos secundarios de altura que ayuden a mejorar la cosa. Y nos ponen como los cacos de turno a Daniel Stern y a un Joe Pesci que se come la pantalla cada vez que aparece. Da igual las vueltas que le des, no hay mejor elección.
Y el más quisquilloso se pondría: Oye, son más de noventa minutos lo que quieres rodar. ¿Cómo vais a mantener la tensión? No worries. Se deja entrever que va a existir un enfrentamiento de altura al final de la película. ¡Y qué final! En mi antigua copia de VHS se veía la peli perfecta, pero cuando llegaba la confrontación a lo “Solo ante el peligro”, la nieve empezaba a aparecer de las veces que se tiraba para delante y para atrás.




¿Y quién se encargó de llevar a buen puerto esta empresa que podría haber fracasado estrepitosamente? Pues los –con permiso de Spielberg- reyes del cine familiar de los ochenta –uno- y de los 90 –el otro-: John Hugues y Chris Columbus.
El primero, que en “Solo en casa” ejerce como guionista, fue el encargado de recordar a Hollywood que los adolescentes pueden estar enjugazcados o en la edad del pavo pero no son gilipollas. Al menos no todos, y por ello no hay que tratarlos como tal. De su mente salieron personajes que aún están en el recuerdo de todos los treintañeros o cuarentones: Ferris Bueller –“Todo en un día”-, Duckie –“La chica de rosa”-, o John Bender -“El club de los cinco”-.
Chris Columbus por su parte, tras el éxito de “Solo en casa”, continuó realizando comedias de calidad para todos: “Señora Doubtfire”, “Nueve meses” o “Solo en casa 2: Perdido en Nueva York”. Hasta que tocó techo con las dos primeras entregas de Harry Potter. Tras el niño mago, ha ido deambulando entre musicales - “Rent” - o sagas literarias de segunda -  “Percy Jackson y el ladrón del rayo”-. Esperemos que el pobre levante cabeza, porque se lo merece.


En resumidas cuentas, estamos ante un clásico navideño. Una película de las que hay que poner a las nuevas generaciones. Una cinta que contiene los veinte últimos minutos más vertiginosos que verás en este maratón navideño. Una película con la que, aún un cuarto de siglo después, no puedes dejar de reír. Porque, no nos engañemos, un perdigonazo en los huevos a Joe Pesci, siempre será un perdigonazo en los huevos a Joe Pesci.

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