Sataembre: Evil Toons (1992) de Fred Orlen Ray


Curiosa la filmografía la del director Fred Olen Ray, un personaje que más o menos lo petaba en los videoclubs de los ochenta con película del calibre de (agarraos): Scalps, Honey Bitches, Experimento Secreto o Prison Bitch, amén de ese exploit tardío que es Hollywood Chainsaw Hookers. Títulos la mayoría enmarcados en el género del terror o fantástico en los cuales se llegaría a especializar, pero ya a finales de los noventa-principios de los dos miles encaminaría su carrera dentro de un terreno más lucrativo como es el cine erótico, en el que encontramos films como Thirteen Erotic Ghosts, Bikini Airways Bewitched Housewifes. Todos esos trabajos llegarían a su cenit con la serie de temática homosexual vampírica The Lair, que es según el propio Olen Ray su mejor obra. Si eso no os ha parecido un golpe de efecto digno de Perdidos, en dos mil diez volvió a dar un giro a su carrera, y dirigió pelícu...telefilms destinados al público familiar, como Abner, the Invisible Dog, y que fue compaginando con películas como Super Shark. Falto de talento puede, pero al bueno de Ray no se le puede negar que diversifica a tope.
El film es una mezcla barata de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y Evil Dead, donde un demonio animado, mas bien un diablo de Tasmania azulón, se encargará de matar a un grupo de chicas encerradas en una mansión. Ahora bien, esta mezcla de realidad y dibujos animados está hecho de una manera (muy) barata, pero resuelta con gracia, al usar la física de objetos y personajes "expandibles" propia de una tira cómica. El culmen lo encontramos en unos efectos de sonido reciclados de un capítulo de Tex Avery, que Olen Ray emplea de manera indiscriminada y no sólo con el diablo (que sería lo más lógico) si no que se emplea en el resto de actores. Incluso oímos el sonido de cristales rotos cuando una de las chicas se desprende de la camiseta y la tira fuera de campo. Un detalle que al principio no deja de resultar una bobada, pero que tampoco deja de ser bobada graciosa.
En el reparto encontramos en los roles principales a un ya en decadencia David Carradine en el papel del muerto viviente Gideon Fisk, que luce un maquillaje que haría las delicias de La Hora Chanante, a Arte Johnson, un especialista en doblaje de dibujos animados (Pato aventuras, Scooby-Doo) y al que algunos recordarán como Renfield en Amor al primer mordisco, y a Dick Miller en uno de sus multiples papeles a lo largo de la historia. Mantengo mi toría de que este hombre nació a finales del S.XIX junto al cinematógrafo. Salvo Miller, los dos primeros en ningún momento se toman en serio el film en el que están (como para tomárselo) y simplemente cumplen a ratos, siempre con el piloto automático en modo on. Supongo que tenían en mente el cobrar el escueto cheque que les dieron tras acabar la filmación. Las actrices en cambio, ya pueden actuar como el culo - especialmente la morena salidorra y sus chascarrillos dignos de un club de carretera - que eso acaba por importarnos poco cuando, ni cumplidos los quince minutos de película, las cuatro ya no llevan puesta ni la goma de la coleta. No es para menos, al fin y al cabo estas eran actrices eróticas/ porno que Olen Ray (como siempre) contrató para no tener problemas con que enseñasen cacha.

En resumidas cuentas, diversión de los noventa con aroma de los ochenta y picaresca de los setenta. Mu rica.

Nota: 6/10


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