Hará unos meses pude ver este film de ciencia ficción gracias al pago por visión, por desgracia poco en uso por estos lares, y qué queréis que os diga, iba sin mucho interés creyendo que iba a ver la versión low cost de Terminator, y acabé llevándome una sorpresa bastante agradable con el primer trabajo del director Caradog W. James: una ciencia ficción que sin mucho alarde y mucho oficio.
En los albores de la Guerra Fría entre China e Inglaterra, dos científico son recluidos en un búnker por el gobierno inglés para que les construyan el arma definitiva con la que ganar la guerra, en este caso una inteligencia artificial que sirva de prototipo para un futuro cuerpo paramilitar.
Máquinas como nosotros
Resultará curioso, pero mientras veía la película recordé por momentos el cuento de Pinocho. Sí, el de la nariz.
La relación que se establece entre la máquina y su creador - unos excelentes Caity Lotz (en un papel doble) y Toby Stephens, aunque la trama del último quede algo típica -, que ve en ella ya no solo como una esperanza para curar a un ser querido, si no una hija a la que intenta inculcar unos valores humanos, pero con la negativa de un gobierno obsesionado con ganar a toda costa la guerra, que quiere a la máquina lo antes posible.
Temas tan comunes en este género, como el "¿qué nos hace humanos?" o "¿cuál es nuestro propósito en la vida?" adquieren un peso de suma importancia en este film, que acaba cuestionando hasta la validez de nuestros actos en pos de un acto, en teoría, tan noble como es el cuidar de alguien que queremos, ya sea esta una persona o una nación.
En este caso el fin no justifica los medios, y nos es demostrado con total crueldad. El giro de guión que pega la película hacia la mitad del metraje, si bien no está mal integrado dentro de la trama, me pareció que convierte a un film que en principio resultaba original en un rudimentario producto de ciencia ficción. Pero ya os digo que por muy rudimentaria que se convierta la película, esta sigue siendo interesante y al menos no se convierte en un Splice.
Su director y guionista, Caradog W. James, a parte de tener un nombre que se presta al juego de palabras, resuelve la dirección su ópera prima de manera solvente, si bien es cierto que es más interesante su primera parte, en la que se nos narra la creación de la máquina, que luego en lo que se va convirtiendo la historia. Aún así el empleo inteligente que hace de los efectos especiales, que prime la narración al espectáculo desmesurado y una imaginación en cuanto al diseño de personajes o estructuras, hacen de este director un valor a tener en cuenta de cara a sus futuros proyectos.
En resumidas cuentas, una ciencia ficción nada al uso. Un(a) Pinocho del siglo XXII que nos plantea cuestiones aplicables a nuestro modo de vida actual, y nos deja sobre la mesa una distopía por desgracia no parece muy lejana.
Muy recomendable.
Nota: 7
Su director y guionista, Caradog W. James, a parte de tener un nombre que se presta al juego de palabras, resuelve la dirección su ópera prima de manera solvente, si bien es cierto que es más interesante su primera parte, en la que se nos narra la creación de la máquina, que luego en lo que se va convirtiendo la historia. Aún así el empleo inteligente que hace de los efectos especiales, que prime la narración al espectáculo desmesurado y una imaginación en cuanto al diseño de personajes o estructuras, hacen de este director un valor a tener en cuenta de cara a sus futuros proyectos.
En resumidas cuentas, una ciencia ficción nada al uso. Un(a) Pinocho del siglo XXII que nos plantea cuestiones aplicables a nuestro modo de vida actual, y nos deja sobre la mesa una distopía por desgracia no parece muy lejana.
Muy recomendable.
Nota: 7
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