En Serie: "True Detective" 2014

Como ya dije en el anterior artículo, mi relación con las series ha sido de amor-odio, de altibajos. Momentos en los que seguía cerca de veinte y momentos en los que no seguía ninguna. Cuando comencé a ver “True Detective” estaba en esta última posición. Y gracias a los buenos momentos que me ha hecho pasar, me ha vuelto a morder el gusanillo seriefilo.
También es de recibo decir que esta serie la vi cuando ya estaba completa y el run run boca-oreja explicando todos los parabienes de esta serie copaban Internet. Así que, por un lado ya iba predispuesto a ver algo de calidad y por otro, pude disfrutar esta serie de la forma en que fue concebida, verla sin interrupciones y sin esperas semanales –no en vano, los cliffhangers son casi inexistentes-.


Pero antes que nada: ¿De que va “True Detective”?. La premisa es sencilla: En un pueblo de Luisiana se encuentra a una chica asesinada y se envían a dos inspectores; Rust Cohle (Matthew McConaughey) y Martin Hart (Woody Harrelson). Este podemos decir que es el eje central, ya que la trama se divide en 3 arcos temporales: 1995, 2002 y 2010. Y para no entrar en spoilers ni destripar nada, no voy a contar nada más de la trama.
Ahora bien, es posible que la trama nos recuerde a “Twin Peaks”. No en vano, tiene algunos paralelismos: una chica muerta, un pueblo perdido, investigadores foráneos, habitantes cuanto menos extraños. Pero si en la serie de David Lynch teníamos algunos alivios cómicos ante tanta sordidez – me viene a la mente Andy, el ayudante del sheriff-, en este “True Detective” no hay estos respiros. Todo es malsano y sórdido… no hay nada que se escape de los pérfidos brazos del Yellow Ki…. Ups perdón… Me callo ya.



Sin duda, lo mejor de la serie es su dúo protagonista. Aún a riesgo de no ser original, voy a alabar las interpretaciones, tanto de McConaughey, como de Harrelson. Lo del primero ya es digno de estudio. Para mí, siempre fue el idiota que me amargó un viaje en tren Valencia-Madrid con “Sahara”. Pero ahora parece que la maldición gitana que tenía el tejano se ha disipado y el llamado tiempo a el nuevo Paul Newman, ha superado al actor de los ojos azules en tan solo tres años. Desde su papel en “Kill Joe” de William Friedkin, McConaughey ha encadenado grandes intrepretaciones; destacando sus 10 minutos en “El lobo de Wall Street” –donde se come con patatas a un DiCaprio en estado de gracia- y su papel oscarizado en “Dallas Buyers Club”. Y ahora se desata como un camaleón en la piel de esta Rust durante los 17 años de horquilla temporal que tiene la serie. Su actuación es simplemente magistral y llena de matices: esa forma de abrir su enorme libreta, la manera en la cual se queda con la mirada fija en ventanas, el arrastre de las palabras con su fuerte –pero entendible- acento tejano… No he visto “Breaking Bad”, pero para que Bryan Cranston le haya ganado premios interpretativos a McConaughey estoy  seguro que su Walter White debe ser legendario. Y luego tenemos a Harrelson. Sin duda es el más mal parado de los dos. No por el hecho que lo haga peor que McConaughey, si no todo lo contrario, ya que tiene momentos para el recuerdo –como la escena de los guantes y los dos chavales en el calabozo-, pero en mi opinión el personaje de Rust Cohle es más agradecido que el que Harrelson interpreta. No obstante el también tejano Harrelson nos regala una interpretación de altura. Espero que continúe por esta senda, ya que durante los últimos diez años ha tenido interpretaciones más que solventes – “The Messenger”, Transsiberian”- y otras en las que realiza papales de secundarios caricatos no faltos de carisma –“Los juegos del hambre”, “2012”- Pero vamos, todos tenemos que comer.
Tras esto vienen un grupo de secundarios con muchas menos presencia ya que Harrelson y MCConaughey son los protagonistas absolutos de la función. Resaltarían Michelle Monaghan como la sufrida esposa de Marty Hart, Michael Potts y Tory Kittles como los agentes que reabren el caso. Y ¿Cómo dejar de lado a Alexandra Daddario?, que aunque ya la había descubierto en la saga de Percy Jackson aquí aborda un personaje que no olvidaremos en mucho tiempo.




En cuanto a la creación de la serie, hay dos nombres: el escritor Nic Pizzolato y el director Cary Fukunaga. En cuanto al primero, es un escritor y guionista casi novato y que escribe con un estilo muy particular y amoldándose a un numero de capítulos atípicos para la televisión americana -8 capítulos-, crea un universo al que por un lado no puedes dejar y por otro nunca querrías estar allí. Y sobretodo destacar como trata la evolución de los personajes. Como ya he dicho, tenemos 3 líneas temporales, pero en ningún momento aparece el típico cartelito indicando el cambio de fecha. Los encargados de resaltar estos cambios, por un lado son los interpretes con sus cambios físicos –melenas, barbas, barrigas…- pero también las conversaciones que tienen. No ocurre como en otras ficciones que usan líneas temporales, si hay una conversación en 1995, esta no es intercambiable por una de 2012 ni viceversa.
En cuanto a Fukunaga, otro casi novato, decir que hace un trabajo encomiable. Aunque es de recibo añadir que tiene sus momentos de marcapaquete. Es decir, realiza grandes angulares o planos secuencias que no aportan mucho a la cámara, si no por puro lucimiento. Pero estos momentos fardones –que seguro que tendrán sus seguidores- son pocos y en ningún momento deslucen el conjunto.
Un aspecto destacable de la serie sería su ritmo: Es deliberadamente lento. Está lleno de planos secuencia, viajes en coche, grandes angulares con gente andado. Si uno va sobre aviso no le molestará –y esta lentitud se ve recompensada a partir del tercer capítulo- pero si esperas algo estilo “Seven” puede que la serie te tiras hacia atrás.
Otro aspecto destacable es su narrativa. Se juego a nivel narrativo a dos bandas: por un lado tenemos el caso en sí, y por otro lado las relaciones entre los detectives y el mundo interior que le rodea. El peso de la trama va fluctuando de una banda a otra de forma magistral, ya que cuando comienza a darte muchos datos e incógnitas respecto al caso, la trama cambia a una escena doméstica para que puedas digerir el aluvión de datos dados minutos antes.


En resumidas cuentas –y sin entrar en territorios de spoiler, cosa que haría de esta reseña algo muy largo de leer-. Una serie que hay que ver. Quizás no estamos ante la obra maestra que va a cambiar la televisión que nos quieren vender, pero sin duda estamos ante un producto con empaque, magistralmente interpretado y con el que pasarás 8 horas de tensión y con ganas de más… Que no es decir poco.

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