Estamos acostumbrados cuando en las películas se nos muestra una explosión nuclear, vemos el resultado de sus efectos sobre la gente (muerta ya) y los edificios devastados, pero en muy pocos exploran la otra cara de la moneda:
Los estragos que causan sobre los supervivientes. A voz de pronto me viene a la cabeza "Cuando el viento sopla" del recientemente finado Jimmy T Murakami, en la que una pareja inglesa de ancianos sobrevivía a un ataque nuclear, y como estos, de manera casi cotidiana, intentaban sobrevivir ante una situación tan extraña para ellos, y con un desenlace que aún provoca en mí escalofríos.
Como dicen en un momento dado los protagonistas del film que os traigo hoy, los muertos ya no sufren, los que quedan con vida tras esto les queda algo peor que la muerte.
SOBREVIVIR, QUE PALABRA TAN BONITA
Tras un ataque nuclear del que nunca conoceremos responsable, un grupo atípico de supervivientes se refugia en el sótano del inmueble en el que residían, el cual está preparado por el conserje para ser un refugio anti bomba que ha llenado de comida, agua y demás enseres para sobrevivir si se diera el caso.
El paso de los días, la irrupción de unos desconocidos de aviesas intenciones, la escasez de alimentos, el envenenamiento por radiación del ambiente y el sellado completo del refugio, hacen que este grupo olvide las buenas formas y, desatando sus más bajos instintos, se embarquen en una batalla por la supervivencia.
Xavier Gens, salido de la misma generación que Aja, Bustillo, Dulon y compañía, se cascó hace unos años la película "Frontera(s)", una versión europea y cazurra de "La matanza de Texas" con toques de crítica social, que logró un culto inmediato por parte de los fans del género, además de un billete en primera con destino USA para Gens.
Lo que es la vida.
Tras dirigir la fallida adaptación cinematográfica del videojuego "Hitman", a la que sus productores recortaron en la sala de montaje todas las escenas de tiros (ahí es nada), Gens volvió a su Francia natal en dos mil nueve para dirigir el corto de superhéroes "Les incroyables aventures de Fusion Man" al que siguieron dos años de silencio, hasta que en dos mil once se anunció su vuelta al género de suspense-terror con el escueto título de "The Divide".
Con reparto estadounidense, encabezado por caras conocidas en el género como Michael Biehn ("Abys"), Lauren German ("Hostel 2") o Milo Ventimiglia ("Héroes"), y rodado con apenas once millones en una única localización, Gens compone una película claustrofobia, axfixiante a cada segundo que pasa, en el que abunda el empleo del plano corto para dar una mayor sensación de incomodidad y aislamiento. Es increíble la atmósfera que crea el director de "Fronteras(s) en tan solo los primeros minutos de metraje, ya sea con un cigarro humeante o el polvo de los escombros, casi hace que nos cueste respirar, y ya según se acerca el final todo se convierte en una pesadilla de carácter kafkiano, en la que vemos la verdadera cara del ser humano en todo su esplendor. Es cierto que hay veces que el director se pasa tres pueblos y alarga mucho las escenas hasta hacerlas pesadas, amén de unas tramas que no quiere/sabe llevar a una finalización concreta - el asunto con los soldados sólo sirve para que tengan el traje antiradiación y unas escenas de tiros -, además de un final que, pese acorde con lo que quiere contar, te deja frío...ya lo veréis.
De los actores no sabría quedarme con uno tras ver el nivel de implicación que tiene cada uno con el film, aunque, si uno acaba por destacar por encima del resto, ese sería Michael Biehn, que compone aquí uno de esos papeles que son un auténtico caramelo si se saben manejar, y creedme, Kyle Reese lo sabe muy bien. Sin entrar en los temidos SPOILERS, el veterano actor interpreta de manera magistral al paranoico conserje que ha estado "acicalando" el sótano del inmueble hasta convertirlo en algo parecido a un refugio. Por suerte a este personaje no lo hicieron extremadamente racista como apuntaba el guión original, porque si no el resultado no hubiera sido el mismo, puesto que ya oculta muchas capas de las que se puede apreciar a primera vista y otras más hubiera sido redundante. Es un cabronazo egoísta con los demás y no lo deja de ser en ningún momento, sí, pero con ligeros matices que lo hacen imprescindible. El resto del reparto, como apuntaba al principio, muestra un nivel de implicación apabullante, que va desde raparse el pelo a adelgazar todos ellos unos kilos en pos de mostrar los efectos de la falta de alimentos. Brutal es también la evolución a la que son sometidos...y que prefiero que veáis y os quedéis atónitos.
Para terminar, os recomendaría que vieseis este film un día en el que hayáis dormido bien, no se hacen precisamente cortitas sus casi dos horas de metraje, y a ser posible obviar sus numerosos agujeros de guión y tramas que no van a ningún lado, porque mucha explicación no vais a tener. Si dejáis eso de lado y admiráis el hercúleo trabajo tanto de los actores como del director, disfrutaréis mucho más durante este viaje por el fin del mundo, os lo aseguro.
NOTA: 8
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