Una película sorprendente, dado el panorama actual. Y más en el terreno del blockbuster de estudio.
El film nos narra la odisea bíblica (osea ficticia, aunque los creyentes ortodoxos la calificarán de rigurosamente histórica, imagino) de Noé, que es el humano elegido por Dios, para nada más y nada menos que preservar viva cada especie animal existente del inminente Apocalipsis. Un Diluvio de proporciones (una vez más) bíblicas, cuyo fin último, es borrar de la existencia al mismo hombre. Que ha despreciado el libre albeldrío otorgado por el creador, llenando la Tierra de violencia, muerte y dolor.
Y es que si en algo sorprende esta superproducción por encima de todo, es en su tratamiento de los temas, y sobre todo, del tema central, es decir ¿merece el ser humano ser salvado?
Poner al frente de este material a un director como Darren Aranofsky a dado sus frutos: Un blockbuster de autor. El primero que vemos en mucho tiempo, con la honrosa excepción de Pacific Rim de Guillermo del Toro. Pero esta propuesta es más audaz si cabe, que la genial película del mejicano. Aranofsky cumple con todo lo que uno espera del producto. Hay espectáculo. Hay grandiosidad. Hay épica. Todo "bigger than life". Y a la vez, hay drama. Un drama íntimo, crudo, personal, llevado a sus últimas consecuencias con mucho valor, y con mucho riesgo, he de decir.
La característica de Aranofsky que encuentro más notable es que no se conforma. Siempre busca llegar al techo. Si hace una secuencia espectacular, va hacer la secuencia más espectacular posible. Si hace melodrama, va a ser un melodrama descarnado, brutal, sin tregua. Pero lo hace con su sello. No por alardes intelectuales o autorales, sino porque es lo que puede aportar, y su manera de ver las cosas. Y siempre tiene algo que decir o que aportar, incluso al plano más rutinario.
El resultado es que Noé, no se vertebra en la base de viejos clásicos, como Los 10 Mandamientos o Ben Hur. Y a la vez, tampoco se confunde con uno más de los montones de películas históricas contemporaneas o con cualquier otro blockbuster, como si pasa tan a menudo con otros films. Noé es un producto único y con personalidad, y a la vez, un gran espectáculo para las masas que acuden a los cines buscando evasión. Es decir, el viejo Hollywood de nuevo en funcionamiento, no por invertir millones de dolares en decorados y extras reconstruyendo la biblia, sino por ofrecer, a la vez, espectáculo y una buena historia.
El apartado interpretativo cumple más que de sobra. Un Russell Crowe sencillamente inmenso tanto actuando como en presencia física (de proporciones una vez más, y lo siento, pero he de decirlo, bíblicas) y una Jennifer Connelly que parece que está desaprovechada hasta el tramo final, en que ofrece un momento tan impactante y dramático que pone los pelos de punta. Chapeau.
A pesar de todo esto, me temo que para las audiencias actuales, Noé puede suponer una decepción. Me explico. El film tiene dos partes claramente delimitadas. Una responde a la campaña de marketing que se le ha hecho y lo que espera un espectador medio de la película. La otra es un duro drama, complejo y áspero. Que puede levantar ampollas en los espectadores más impacientes o que busquen solo un espectáculo vistoso con poco trasfondo. Lo digo sin ánimo despectivo, yo mismo busco espectáculo como el que más, aunque en mi caso, Noé si me a gustado. Pero para los que esperen un cruce entre Los Diez Mandamientos y Titanic, que se vayan olvidando. Avisados quedáis.
Retomo pues, la pregunta que he calificado como tema central del film, porque es mi momento favorito. Y no tiene que ver con Arcas sobreviviendo a peligrosos y espectaculares oleajes. Sino a un momento tan íntimo y silencioso, como épico y glorioso que lleva a extremos tortuosos al personaje de Russel Crowe ¿Merece ser el hombre ser salvado? La película parece convencida de que no, de que somos el enemigo de la paz. Pero, tenemos una capacidad infinita de amar, el bien está en nostros bajo toda la atrocidad. Y eso, aunque suene cursi, es lo más importante para seguir caminando.
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