Todos gritan por ella. Todos morirían por ella.
Escribo estas líneas nada más acabar de ver el film, y lo cierto es que, pese al buen sabor de boca dejado por la interesantísima ópera prima de Jonathan Levine, puedo decir que no es la película esperada por todos los asistentes de la sala Artistic Metropol, para bien o para mal.
Mandy Lane es una de las chicas más deseadas del instituto. Ya sea por hombres o por mujeres, lo cierto es que nadie puede evitar caer rendido a sus pies por esa actitud timorata unida a un cuerpo de escándalo. Un día es invitada a pasar un fin de semana de desparrame en el rancho propiedad de los padres de un compañero del instituto, lo malo es que todavía no sabe hasta que límites están dispuestos a llegar algunos por ganarse su favor...incluido matar.
Mandy Lane es una de las chicas más deseadas del instituto. Ya sea por hombres o por mujeres, lo cierto es que nadie puede evitar caer rendido a sus pies por esa actitud timorata unida a un cuerpo de escándalo. Un día es invitada a pasar un fin de semana de desparrame en el rancho propiedad de los padres de un compañero del instituto, lo malo es que todavía no sabe hasta que límites están dispuestos a llegar algunos por ganarse su favor...incluido matar.
Aunque a primera vista parezca lo contrario, a este film no se puede adjudicar únicamente la etiqueta de slasher, o al menos de ser uno al uso. Tampoco se podría decir que sea un film en el que el autor de "50/50" marque paquete y haga su particular homenaje a este género, aunando para ello muchos de los elementos que lo encumbraron en los ochenta, como son el sexo descontrolado entre adolescentes, las fiestas, el alcohol y las drogas en exceso, pero no, no es así. Lo cierto es que durante su primera hora, tanto en estructura narrativa como en la construcción de personajes, por no hablar de la abundancia de lugares comunes, como primero por los pasillos del instituto y luego durante el viaje en coche hasta la casa, bien podría formar parte de una película de carácter amoroso/comedia adolescente, del palo "American Pie" o "Road Trip". Yo diría que Levine emplea aquí la misma fórmula, salvando las distancias, que ya usase el director Robert Rodríguez con su "Abierto hasta el amanecer", en la que dos géneros - allí el género negro y terror vampírico- se conjugan hasta construir un film en el que una parte acabe siendo la complementaria de la otra. Aquí lo cierto es que la fórmula funciona...por momentos.
"Mandy Lane" peca de un guión confuso, a veces algo descontrolado al no seguir una temática definida, volviéndose muy irregular según se acerca el final. Se nota que el guión de Jacob Forman ("The Well") se pierde varias veces durante su casi hora y media de metraje, haciéndose más evidente a partir de su segundo acto, cuando las muertes se suceden, y nosotros como espectadores disfrutamos con estas muertes al ser algunas muy burras, pero también queremos/exigimos una respuesta, un "porque" que acabe por explicar estos hechos, pero llega el tercer acto y esa respuesta no acaba de llegar. Yo entiendo hasta cierto punto este juego de incognitas sin respuesta que nos plantea Levine, pero también destapa la carencia argumental que acaba imponiéndose durante el film; volviéndose innecesariamente enrevesada en algunos puntos, como el citado motivo del asesino y la extraña relación de Mandy con el guardés, contrastando con otros resueltos de manera chapucera por lo simple que resultan. Incluso cuando se desvela la identidad del asesino, algo que debería dejarnos picuetos, no nos pilla por sorpresa, ya que se veía a la legua y sólo le faltaba un cartel de: CUIDADO ASESINO. Aún así, el film contiene varias escenas notables, en las que destaca el asedio y posterior enfrentamiento final, y se acaba perdonando la rabia que da el olerse a la legua el devenir de los acontecimientos, además, el empleo de un espacio limitado (una casa, un lago y un camino de tierra) esta aprovechado al máximo, llegando a dar instantes de auténtica tensión.
En el aspecto técnico destaca la fotografía tostada de Darren Genet, similar a la vista en el remake de "La maranza de Texas", y la música de Mark Schulz, que aquí crea una partitura que pasa de lo melódico a lo siniestro en unos instantes, por no hablar de los golpes de sonidos bien repartidos a los largo del film y que literalmente te harán saltar.
En cuanto a los actores, la verdad que todos los que aparecen en la cinta están bien dentro de sus roles adolescentes, sin las sobreactuaciones típicas de esta clase de productos, y, salvo a dos de ellos, acabas por cogerles cierto aprecio. Lo bueno de contratar a adolescentes, toma nota Hollywood. El punto negativo en este apartado llega curiosamente cuando nos paramos a analizar el trabajo de la protagonista, Amber Heard, que sí, está que se rompe de buena, pero su interpretación llega en ocasiones a ser tan sosa que acaba rayando la inexpresividad absoluta, planteándonos la duda de que si hubiera sido mejor emplear una roca con peluca en vez de la novieta de Johnny Depp. Bueno, a lo mejor es más problema del papel que de la actriz, ya que este sólo le hace poner cara de guapa y poco más.
En resumidas cuentas. Una película entretenida, bien dirigida y con unos (buenos) actores adolescentes haciendo de adolescentes para variar. Peca cuando el guión trata/intenta dar un paso más allá durante su tercer acto, perdiéndose y perdiendo al espectador de paso.
Una película que si contara con menos pretensión y un guión más trabajado, hubiese resultado mucho más redonda. Al menos se disfruta.
NOTA: 6