Para finalizar, un día tarde, esta primera Semana Santa Macflyera (gracias a Mr. Ignacio), quisiera traeros la ópera prima de Mateo Gil, "Nadie conoce a Nadie", el film protagonizado por Eduardo Noriega, aún con resaca tras "Abre los ojos", secundado por un fondoncete Jordi Mollá, y unas jovencísimas Paz Vega y Natalia Verbeke, casi al comienzo de su carrera, años antes de dar el sonado espaldarazo con " El otro lado de la cama".
Jesús resucitará. Tú no.
La historia nos traslada a Sevilla en la que se suceden una serie de "atentados" durante la Semana Santa y como nuestro héroe, un escritor de pasatiempos (Noriega) acaba por involucrarse en un juego del gato y del ratón para evitar así un atentado mayor que está por venir, y en el que tendrá mucho que decir el compañero de piso de este, Sapo.
Lo cierto es que el film resulta entretenido si uno la ve sin pretensión o prejuicio de ningún tipo, quedándose solamente con estar viendo la típica película que hace la intentona de emular al thriller clásico estadounidense, eso sí contando con menos medios. Lo malo es que el film no va por el camino de "película ligera", ya que desde el principio Gil plantea un producto pretencioso, en el que está intentando hacer algo serio pese a lo hilarante del argumento y desarrollo del mismo - los motivos del villano son para mear y no echar gota -, y cuando llegas al final te das cuenta que el resultado ya no sólo ha sido insatisfactorio, si no que queda en ti una sensación de total desconcierto y una cara de panoli a juego. Todo ello se le puede achacar a lo caótico que resulta su montaje, a lo que se le suma la nula atmósfera de misterio del film, lo sosos que son sus personajes o lo tonto que llega a ser el guión, amén de unas escenas tan exageradas que acaban por resultar absurdas, como la de la pistola láser, que simplemente es de vergüenza ajena. Además, Noriega se le ve más perdido que de costumbre, sólo hay que ver su primera escena para darnos cuenta que ni él sabe qué hace ahí, y poco o nada logramos empatizar con su personaje, el cual llegamos a desear que se hubiera quedado en casa tomándose un colacao.
En el apartado positivo podemos quedarnos con lo divertidos, por hilarantes, que resultan algunos de estos atentados, como el del gas nervioso al principio, o ese villano de caricatura que interpreta Mollá, el cual tiene el acento andaluz más variable de la historia.
En fin, lo dicho, la mejor opción es verla sin pretensiones para poder así pasarlo mucho mejor.
Si no, ni os molestéis.