Siempre
se ha hablado que el trono de reyes de la copia y del batiburrillo estaría
entre italianos, filipinos, turcos, chinos y demás filmografías asiáticas. Pero
casi nunca se habla de México, y mal que se hace. Porque ya desde los años 40, con
la saga de los Rene Cardona, los mexicanos comenzaron a forjarse una industria
de entretenimiento de serie B basada en readaptar los títulos que gustaban al
otro lado del Río Grande. Y que hasta el día de hoy continúa en plena forma con
las llamadas narco películas, de títulos tan llamativos como “Les cortaron las cabezas por culeros”, “El
papá de los pollitos” o “El señor de
las Hammer”.
Y un
ejemplo de esta copia/pega, de esta batidora de elementos es la cinta que
tenemos hoy “Trampa infernal” de
Pedro Galindo III.
Y ya
con el director comienza la copia. Si con la saga de los Rene Cardona teníamos
al abuelo al hijo y el nieto –el inefable Rene Cardona III- , aquí Pedro
Galindo se inventa su propia saga al ponerse el III delante… comenzamos bien.
Y
¿Qué decir de este Pedro Galindo? La verdad es que no mucho, salvo que es un
tipo capaz de hacerte tan solo en el año 1984 la friolera de siete películas. Y
de títulos y géneros tan dispares como westerns –“Gatilleros del Río Bravo”-, comedias –“El padre trampitas”- o cintas de acción pura y dura – “Siete en la mira”-. Lo que se ha
llamado de toda la vida un currito. Pero, tras el desastre de “Trampa infernal”, ¿Quién tiene relaños
de verlas?.
Y la
peli comienza perfecta, con unos títulos de créditos que copia descaradamente a
“Viernes 13” –incluso en la banda
sonora-. Luego vemos a un grupo ya de treintañeros machacados que por una
apuesta –aunque no está bien explicado- deciden irse a un bosque a hacer
puñetas a cazar a un oso… Esto promete.
Mientras
tanto tenemos de todo: peleas de enamorados, coches con una docena de persona,
típicos personajes de slasher, ostias
porque si, el pueblerino que te alerta del peligro del bosque y unos mullets
que te dejaran picuetos.
Pero
al llegar, el mayor problema no serán los osos, sino que hay un asesino –mezcla
estética entre Michael Meyers y Rafaela Carrá pero con la técnica de Rambo y
las armas de Freddie Kruguer- que matará a todos, ya que es un veterano de la
guerra del Vietnam… tócate los cataplines.
Con
todo esto pensareis: Mira estos mexicanos, que simpáticos, como se apuntaron al
carro de los slashers de principios
de los ochenta. Pero es cuando investigas un poquito sobre esta cinta… es que
es de 1989 y no se estrenó hasta 1990. En vez de hacer como los italianos, que
intentaban adelantarse a los americanos, Pedro Galindo III realizó su película más
famosa cuando la moda del slasher
estaba muerta y enterrada y, otras modas como la de los muñequitos asesinos estaba
más a la orden del día. ¡Ay, Pedro Galindo III! Hasta lo que copias lo haces
mal y tarde.
Una
cosa si hay que darle a la película, conserva el espíritu del slasher: es un soberano coñazo hasta que
el malo mata a alguien. Entonces se transforma en un soberano coñazo del que te
ríes por la cutrez de las muertes.
Además,
se nota que no tiene nada que contar, ya que Pedro Galindo III –en este momento
mi segundo nombre preferido en el mundo entero, tras Cameron Poe- no para de
mostrar largos planos de gente andando. Y la cinta se hace larguísima, y eso
que dura 77 minutos.
En
definitiva, una rareza, una extravagancia. Pero que no lo es tanto para
aguantar la hora y cuarto que dura. Quiere ser una slasher, pero no hay tetas y la sangre es poca y cutre. Quiere
tener un malo para el recuerdo, y cierto es que no se te olvidará -¿No parece
que la máscara del malo sea una copia de la cara de Peter Weller?-. No quiere
ser una mierda pinchada en un palo, y al final eso es lo que es.
Pues así y todo me llama la antención el verla, vaya frikada.
ResponderEliminarPues adelante:
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=c2K2eD5E61o