Por
tercera vez vamos al campamento. Pero esta vez no hay risas ni razones para pasárselo
bien, aunque los intentos desesperados por arrimar cebolleta continúan entre
estos campistas imberbes y sus monitores. Pero una cosa os puedo decir, no
podrá acabar bien, ya que la película que os traigo no es otra que “Campamento sangriento” de Robert
Hiltzik.
Esta
“Campamento sangriento”, también conocida
en estos lugares como “Sleepway camp”
comienza con un flashback. En esta
escena vemos a un padre con sus hijos mellizos. Están disfrutando de un día en
el lago, pero una lancha fuera de control acabará con su vida, y la de su hijo varón. La chica sobrevivirá yéndose
a vivir con su tía y su primo.
Hasta
aquí podemos tener la estructura de un drama telefílmico. Pero un Verano la tía
decide enviar a Angela, así se llama la chica, al campamento con su primo. Lo
que todos esperaban que fuera un Verano tranquilo y lleno de diversión se
tornará en un auténtico infierno, cuando tanto monitores como campistas vayan
muriendo uno a uno por culpa de una misteriosa entidad.
Como
habréis podido comprobar estamos ante un slasher
de libro. De esos que hubo a patadas desde 1980 hasta 1984. Y uno de los
lugares predilectos para ambientar estas cintas eran la naturaleza, y más aún
los campamentos. Lugares donde con la excusa de los primeros picores y la
inclusión siempre de un lago, los directores y guionistas tenían excusa para
enseñar carne y el hecho de ser un lugar ajeno para los protagonistas agudizaba
la sensación de pánico e indefensión frente a la amenaza exterior. Un
melocotonazo para la taquilla, vamos.
Entre
varios ejemplos que se pueden citar –y que sin duda pasarán por esta santa web
hasta final de verano- tenemos: desde la seminal “Viernes 13” de Sean S. Cunningham, hasta la moderna “Stage Fright” de Jerome Sable, pasando
por “La quema” de Tony Maylam o
subproductos como “Mad man” de Joe
Gianonne o “Camp Fear” de Thom E.
Keith los campamentos siempre han sido lugares preferidos para que locos puedan
llevar a cabo sus fantasías más sanguinarias.
Pero
si hay una cosa que eleva este “Campamento
sangriento” por encima de la media es su narración. En vez de tener un ente
ajeno al campamento y en cierta forma sobrenatural –como podría ser el Jason de
las secuelas de “Viernes 13”- dejando
que la peli se convierta en un mero body
count, la cinta se torna un “Diez
negritos”, ya que todo parece indicar que el asesino es alguien que está en
el campamento –ya sea monitor o campista- Pero… cuando los cadáveres comiencen
a aparecer y los integrantes del campamento comienzan a ser menos, podremos
nosotros como espectadores iniciar nuestras apuestas: ¿Quién es el asesino?.
Y
decir que la respuesta es más que satisfactoria. Aunque el proceso hasta llegar
a ella pueda ser un poco bastante arduo -90 minutos de peli cuando con 75 hubiera
quedado algo más redondo-, Hiltzik nos sorprende con uno de los mejores/peores
finales de una cinta de género que el que esto escribe haya visto en su vida.
En
definitiva, una cinta a reivindicar. Puede que no tenga la dirección más
elegante –ni falta que hace-, ni que los actores estén en estado de gracia –que
tampoco es lo que cuenta-… Aquí hemos venido a ver muertes y a sorprendernos
con el giro final. Y esto, Robert Hiltzik lo consigue con creces.
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