Siento
ser pesado pero… volvemos al campamento. ¡Si! Y volvemos al terror. ¡Si! Que,
¿Dónde está Jason? No seáis impacientes, lo bueno se hace esperar. Hoy
regresamos a la naturaleza con una de la copias directas de “Viernes 13”, ciertamente famosa en su
época –sobretodo por su inclusión en las nasty
movies británicas- y aunque no tiene un malo para el recuerdo, bien vale un
visionado: “La quema” de Tony Maylam.
La
cinta comienza, como en “Viernes 13”,
“Halloween” y tantos y tantos slashers primigenios, con un hecho
fortuito del pasado. En este, vamos al campamento Blackfoot. Vemos como un
grupo de chavales va a gastar una broma al guarda del lugar –un tío bastante
borracho y abusón-. Pero, como no, la broma se saldrá de madre y lo que iba a
ser una susto acabará con el guarda quemado y cayendo al lago de turno. Porque
siempre debe haber un lago.
Pero
este no muere, si no que permanece cinco años curándose en el hospital.
Finalmente le dan el alta y vuelve con sed de venganza. Pero como el campamento
Blackfoot cerró, va al vecino lugar de Stonewater. Porque en cuestión de
campamentos tanto monta monta tanto.
Una
de las razones por las que esta cinta siempre es nombrada en listas de slashers ochenteros, debemos verla en
las mentes pensantes que la parieron. Detrás de la producción tenemos a
Miramax. A día de hoy es conocida por haber sido la productora detrás de cintas
como “Shakespeare enamorado”, “El indomable Will Hunting” o “Pup fiction”.
Pero
en este lejano 1981, la productora estaba en pañales, y los ahora poderosos
Weinstein no habían llegado ni a la treintena. Y junto al director de la cinta
que tenemos hoy – Tony Maylam- concibieron una historia bastante cercana a la
ya citada “Viernes 13” –aunque los
Weinstein afirmen que la idea es anterior-, y con la inclusión de un malvado –Cropsy-
que aunque lo querían dejar para el recuerdo, la verdad es que resultó una
némesis bastante cutre.
Y si
nos referimos al malvado de turno, debemos de hablar del maquillaje, y si
hablamos de maquillaje debemos hablar de Tom Savini. El genio de los efectos se
subió al carro de los Weinstein – se ve que ya sabían venderse por esa época-,
dejando de lado secuelas de “Viernes 13”,
porque en apariencia tendría pasta y bastante libertad a la hora de los efectos
gore y la creación del malvado.
Pero
a la hora de la verdad, el presupuesto fue bastante ajustado y no tuvo mucho
tiempo para la preparación de sus moldes y miembros amputados. Esto puede verse
por ejemplo, en la repetición de algunos trucos realizados en otras cintas. Y
sobretodo, en la creación de Cropsy. Este debía aparecer quemado, pero en los
momentos –que afortunadamente son pocos- en los que su cara aparece, más que
miedo produce sonrisa. Esa mueca y sobretodo es color de yogurt de frambuesa le
quitan el aura que había tenido durante la primera hora.
Porque
hasta que se quita el disfraz, Cropsy aguantaba bien como malo de la función.
En principio, superaba al resto de malos de slashers
de la época en cuanto a trasfondo. Ya que no es solo una amenaza contra los
campistas, si no contra la sociedad en general. Y por otro lado teníamos un
asesino casi más cercano al giallo:
con su sombrero calado, la chupa de cuero, la vista en primera persona o el uso
de objetos afilados… Una lástima.
Pero
no vamos a tirarle piedras a Savini. Ya que tiene una escena para el recuerdo.
Los que ya habéis visto la cinta sabéis de cual hablo. Exacto, la de la balsa.
En esta escena tenemos a un grupo de chavales que se acercan encima de una
balsa a una canoa varada en mitad del río. La escena está rodada como un reloj,
y cuando crees que aún te quedan unos momentos de calma antes de que pase algo,
aparece Cropsy con su disfraz y hace una escabechina de narices en cinco
segundos. Todos los efectos usados en esta escena son geniales y solo por ellos
vale la pena ver la cinta.
En
cuanto a las víctimas de Cropsy, ninguno de ellos destaca por sus dotes
interpretativas. Por no tener, no tenemos ni final girl. Pero resulta simpático ver en la cinta algunos actores
famosos hoy, que en ese momento estaban empezado. Si estamos atentos podremos
reconocer entre otros a, Jason Alexander – “Seinfeld”-,
Fisher Stevens –“Cortocircuito”- o
Holly Hunter –“El piano”-.
Y
detrás de la cámara tenemos al citado Tony Maylam. Un director inglés que antes
de la cinta de hoy había hecho un drama bélico llamado “Intriga en la playa”, y que después de “La quema” poco haría de mención, hasta terminar haciendo
documentales comerciales para marcas pijas de coches… Todos tenemos que comer.
Su
trabajo en esta “La quema”, quitando
la mencionada escena de la balsa, es meramente funcional. Se encarga de poner
la cámara en los lugares donde va a ser más fácil seguir la acción y poco más.
Ni alardes, ni nada más por el estilo… Cosa que tampoco le vendría bien a una
cinta como esta.
En
definitiva, un slasher más, en el que si se hubiera metido más dinero y tiempo
seguro que habría quedado mejor –porque alguna que otra idea buena tenía-.
Perfecta para completistas y para aquellos que quieran ver una casquería made in Tom Savini.
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