Bienvenidos
al campamento. Bienvenidos al egotrip. Porque en España también se hacen
películas de campamentos. Pero ¿Se hacen bien?. La respuesta la voy a dejar a
elección del respetable. Lo que si puedo asegurarte es que si ves esta cinta,
no te quedarás indiferente. Y, ¿Cuál es la peli en cuestión?. Nada más y nada
menos que “Campamento Flipy” de Rafa
Parbus.
La
película, ¿Cómo empezar?, nos sitúa en un futuro estilo “Supersónicos” con Flipy como dibujo animado que nos empieza a
soltar un rollo que no se entiende –por la dicción más que nada- y que tiene
fragmentos de sus monólogos. De repente, estamos en la actualidad donde Flipy
es un chaval. Nos presentan a su amigo Jeremías, que es la versión manchega de
Alvaro Vitali. Y también a su profesora, por la que está colado.
También
aparecerá Don Carcajón, un cómico venido a menos, que hace un campamento al
cuál todos los chavales de la clase de Flipy irán. Por su parte, el padre de
Flipy, que es inventor, le dará una pócima para que crezca. Y voilá, al día siguiente ya es el desgarbado
con gafas que todos conocemos.
Ah!
Y esto en los primeros 15 minutos… Que aún no han llegado al campamento que es
donde comienza la trama… y nuestra pesadilla.
Porque
la cinta aguanta bastante bien el tirón los primeros 20 minutos. Comienza de
una forma tan anárquica que casi te entran ganas de seguir la trama. Además
aparecen los chanantes, lo que hace que tus expectativas crezcan. Y tienen un
par de chistes muy buenos con Pedro Reyes.
Pero
es llegar al campo y la peli comienza a hacer aguas por todos los lados.
Personajes que aparecen y desparecen sin venir a cuento. Tramas que un momento son muy importantes, pero segundos
después a nadie le importan. Referencias cuñao
a cascoporro. Y sobretodo, un sopor que invita más a reclinarse en el sofá a
echarse la siesta que a continuar viendo la película.
Y
eso que como he dicho antes, delante de la cámara tenemos gente con suficiente
talento como para que por lo menos no caigamos en la desidia. En el 90% de los
planos tenemos a Flipy, que si bien como showman
es un poco cargante, como monologuista en sus principios tenía su gracia. También
Carlos Areces, un tipo que a dosis pequeñas –ese bonico del tó- es tronchante
pero que como coprotagonista no aguanta, además de ser un personaje
desagradable. Ernesto Sevilla, en un remedo de su Claudio de “La hora chanante” es el único que
aguanta un poco entre tanto desbarajuste. Y Pablo Carbonell, aunque los
primeros momentos que aparece dan hasta gracias, al final se torna un malo de
opereta que parece que no se lo crea ni él.
Pero
el problema mayor, lo veo en el tono de la cinta. Es un claro ejemplo de cinta
que no sabe a que público va dirigido. Podríamos creer que en principio busca a
los chavales y preadolescentes que les molan los experimentos de Flipy en “El hormiguero”, con esos dibujos
animados y que haya personajes jovencillos. Pero luego tenemos una serie de
chistes bastante guarros y que hasta
incomodan si lo que crees que estás viendo es una peli de niños.
En
definitiva, un intento de hacer unos albóndigas a la española. Pero debido a un
director manazas –Rafa Parbús, del que no voy a decir nada más- y al inmenso
ego de Flipy –el cual hace todo: escribe, produce, protagoniza, dobla, canta…Vamos,
un hombre del Renacimiento- , se torna en una sucesión de gags y situaciones
ilógicas sin mucha gracia. No llega al concepto de peli de castigo, pero hay
que armarse de paciencia. Sobretodo si alguien como Flipy te parece un tío de lo más
cargante. ¡Que si Flipy! Sabemos que creciste en los ochenta. Y que estudiaste
en la EGB. Pero por lo que se refleja en esta peli pareces de esos que
repitieron quinto tres veces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario