Mira
en la parte inferior derecha de la pantalla. Si, al lado de todos los iconitos.
Exacto, al lado de la hora. Eso, la fecha del día de hoy. Estamos a día 4 de
Julio y aunque no somos estadounidenses, lo cortés no quita lo valiente, y
tenemos que quitarnos el sombrero por su gran cine espectáculo. Y en el día de
hoy os traigo la cinta perfecta para una fecha tan señalada, realizada por el
director más americanofilo que puedas echarte a la cara –y eso que es alemán-: “Independence Day” de Roland Emmerich.
La
premisa de la cinta nos traslada a esas películas de ciencia ficción de los
cincuenta y sesenta que tanto mamó su director durante su infancia. Un buen día,
la Tierra se ve asediadas por unos platillos volantes gigantes. En primera
instancia, no se sabe si vienen en son de paz o no. Pero finalmente, los
extraterrestres comenzarán a disparar sobre todo bicho viviente. Nuestra
esperanza reside, como no, en dos norteamericanos: el Capitán Steven Hiller –Will
Smith- y el científico David Levinson –Jeff Goldblum-.
La
cinta en sí, porque no decirlo, es un despropósito en cuanto a su lógica y
narrativa. Pero estamos hablando de Emmerich, y este es un cine
supervitaminado, con buenos muy buenos y malos que solo quieren destruir el
mundo, donde la lógica a veces impera por su ausencia, pero en su lugar reina
la diversión. Por eso, es muy importante dejar al espectador sesudo fuera del
salón de estar y entrar a ver esta cinta como lo que es, una ensalada de tiros,
ciencia de barra de bar, chascarrillos y muchas naves espaciales.
Como
ya he dicho varias veces en los párrafos anteriores, el director es Roland
Emmerich. El realizador no americano que más ha hecho por el cine del país de
las barras y estrellas.
Tras
realizar en el viejo continente una serie de películas no muy conocidas, pero
que seguro vimos de pequeños algún Verano en Tele 5 como son “El secreto de Joey” o “El
secreto de los fantasmas”, dio el salto a USA con “Soldado Universal”. De la mano de su colega guionistas Dean Devlin
llegó, vió y venció. Ya que después de la sudorosa aventura de Jean-Claude Van
Damme y Dolph Lundgren vinieron cintas tan sumamente entretenidas como “Stargate” o “Godzilla” –donde el binomio Emmerich/ Devlin se disolvió-.
Tras
coronarse –con permiso de Michael Bay- como el rey del cine de explosiones,
Emmerich se atrevió con un drama histórico como “El patriota”, que aprobó con nota. Para volver posteriormente al
cine que más réditos le ha dado, con mayor –“2012”-
o menor - “10000”- fortuna. Para finalmente
volver por la puerta grande con una de las cintas de acción más divertidas y
contundentes de la década, “Asalto al
poder”.
Y al
frente de la resistencia humana tenemos a dos nombres para los cuales esta
cinta significó el culmen de su carrera –Goldblum- o el nacimiento de una
estrella –Smith-.
El
primero ya era una estrella al llegar a la cinta de Emmerich. Ya había interpretado
al doctor Brundle en “La mosca” y al
carismático matemático Ian Malcom en “Parque
Jurasíco”. Los papeles de tío listo le sentaban como anillo al dedo.
Lástima, que desde esta cinta de 1996, aunque nunca haya parado de trabajar; no
ha tenido papeles destacados, salvo en cintas como “El mundo perdido” o “Tras la
sospecha”.
Para
el segundo, que 28 años ya había tenido tiempo de hacerse rico, acabar en
bancarrota y volver a enriquecerse; “Independence
Day” fue la película que le asentó en Hollywood transformándole en el actor
más taquillero de la industria por más de una década. Aunque ya tenía en su
haber varios roles con cierta enjundia como el de “Seis grados de separación”, fue este papel de Capitan Steven
Hiller y su Mike Lowrey de “Dos policías rebeldes” los que forjaron su estilo
interpretativo y los roles que se le impondrían en los siguientes años. Casi
siempre era el tipo un poco canallesco pero simpático, algo cuñao aunque mostrándose humildad en algún
momento y, siempre el héroe de la función. Como he dicho antes, un auténtico
filón para la taquilla, hasta los últimos años donde se le ha visto poco y en
productos menos interesantes como “After
Earth” o “Focus”.
Pero
estos dos señores no luchan solos. Junto a ellos tendrán a toda una platea de secundarios
que pondrán la sal y la pimienta a la cinta. Tenemos por un lado al presidente
americano interpretado por Bill Pullman que –como no- es un excelente piloto de
combate. También contamos con la ayuda de un veterano de Vietnam que está como
una regadera, como el actor que lo interpreta, Randy Quaid. Y destacar también,
como padre de David Levinson –y verdadero héroe de la cinta- al televisivo Judd
Hirsch.
En
definitiva, una cinta que es lo que es: una americanada como un piano de cola.
Pero, ¿Quién si no ellos para salvarnos el día de unos extraterrestres que
deciden volar la Casa Blanca?. Una nuevo tipo de blockbuster para un nuevo tipo de público. Y aún a día de hoy
funciona como un reloj, de esas películas que el tiempo ha sabido poner en su
lugar.
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