Odio los Mondos.
En serio, los odio.
No me interesan en absoluto, y no porque me repugnen las imágenes que ahí se ven, en teoría reales (realmente con más trampa que cartón), eso ya a mí ni fu ni fa, si no porque me aburren de manera soberana al ofrecer un material que podría verse al mezclar los documentales de la dos por la tarde con la saga Saw. Con esto, no quiero quitarle el mérito a este género; comprendo perfectamente que en su momento estas películas consiguieran levantar tanto morbo entre un el público deseoso de ver tanto los rituales de tribus exóticas, o como un cocodrilo se come a un cámara, pero hoy en día son films que se han quedado desfasados para un público curtido en mil batallas.
Los únicos Mondos que he conseguido terminar de ver han sido Mondo Cane de Paolo Cavara, no así sus secuelas, y del que hoy os hablaré, que ayer pude ver durante la maratón Lo + prohibido que programa el cine Artistic Metropol:
The faces of Death.
Carne y más carne.
Tras presenciar una autopsia real, el film nos pone en el punto de vista del doctor Francis B. Gröss (Michael Carr, que repitió en toda la saga), un profesional de la medicina que ha recorrido mundo recopilando todas las formas en las que ha visto la muerte. Morboso el amigo.
A modo de film episódico, la voz en off del buen doctor nos narra lo que vemos, dividiendo sus experiencias a modo de capítulos, aunque eso está estructurado de una manera similar al cajón desastre de vuestra casa. No es algo raro esta estructura anárquica en este tipo de productos, pero manda cojones que pasados los dos primeros capítulos, a Schwartz le de igual el orden y meta las escenas sin ton ni son.
Hablando de las escenas, se intercalan desde imágenes reales de muertes - una suicida lanzándose al vacío -, muertes de animales - el matadero - hasta las cutrescenas con actores que intentan pasar por reales, y que cantan a la legua, como esa secta compuesta por cuatro matados. Claramente, lo mejor del film se encuentra en las escenas reales, la mayoría imagen de archivo, las cuales llegan a ser muy pero que muy bastas al mostrarnos sin tapujo alguno barbaridades como la muerte de varios animales ante la cámara (recordemos que la legislación no cambió hasta Holocausto Caníbal) o como la gente de tira al vacío durante un incendio.
Su director, John Alan Schwartz, no hizo otro tipo de ficción, al parecer le cogió gustillo al asunto, y siguió explotando la fórmula creando la saga Faces of Death, que alcanzó la friolera de hasta seis entregas, las dos últimas directas a vídeo. No he visto ninguna, pero según me comentan a cada cual más tremebunda...de cutres, claro.
En resumidas cuentas, un Mondo que no tiene mucho más. Las escenas de ficción se ven a la legua y las realistas cumplen a nivel de truculencia/morbo - sobretodo el final con la escena del accidente de avión - , pero quedan mal insertadas dentro de una narración de por si mal estructurada.
Sólo para muy fans de este género y del gore en general.
Nota: 2/10
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