Recuerdo mi primer encontronazo con los quelonios adolescentes cuando no era más que un niño que veía ensimismado la televisión durante la hora de la comida. Recuerdo estar comiendo un plato de macarrones con queso cuando de pronto en el programa de Leticia Sabater aparecieron, precedidos de una música pegadiza, unas tortugas antropomórficas que portaban armas de origen oriental, montaban en monopatín y comían pizza. Acto seguido dejé de comer (pecedido del mosqueo de mi madre) y presté toda mi atención a los que se veía en pantalla.
No me lo creía, lógicamente, aún a día de hoy sigo sin creerlo. Pese al impacto inicial, reconozco que esa panda de tortugas me encandilaron desde el principio, mediante sus peleas chapuceras contra el clan del pie, sus coñas tan de los noventa, ese grandísimo villano-medianía llamado el Despedazador y sobretodo por Rafael, el personaje más chulesco de la televisión (además con un antifaz rojo), y que acabó siendo el que me pedía siempre que jugábamos a las Tortugas en el recreo.
Luego llegaron la películas, que acabaron por convertirse en una trilogía; Las Tortugas Ninja (1990), Las tortugas Ninja II: El secreto de los mocos verdes (1991) y Las Tortugas Ninja III (1993), unas películas que en principio no me terminaban de convencer ya fuera por su violencia (la primera), su ñoñería (la segunda) o directamente ni sabía qué narices pasaba (la tercera), pero eso sí, mi hermano y yo las veíamos sin rechistar cada vez que las programaban en televisión o cuando mi padre se le ocurría alquilar las tres para el fin de semana. Y sí, nos daba a tiempo a ver las tres. Con el paso del tiempo he ido cogiéndolas a todas un cariño especial, pese a sus fallos que no son pocos, y que hoy quisiera repasar la que fuera la primera, y para mí mejor, de esta trilogía sobre estos quelonios Ninja capitaneados por una rata llama Astilla. Sí. Aún siguen sonando raro esa concadenación de palabras.
Ninja Turtles, Ninja Turtles...
La historia nos pone en el punto de vista de April O' Neil, una aguerrida reportera de Nueva York (capital de la pizza) que un día es salvada por cuatro misteriosos seres con apariencia de Tortuga (¡!), en lucha continúa contra el clan del Pie, comandados por el peligroso Despedazador.
Uno de los mayores puntos fuertes de este film, y que sigue vigente a día de hoy, es la estética dura y oscura de la que hace gala desde el primer minuto, y que contrasta de manera salvaje tanto con los films que la precedieron como con la serie de dibujos, acercándola más, pero no mucho, a los cómics en los que se basan. Es cierto que siguen ahí las coñas típicas - la gran mayoría de manos de Michellangelo, como cuando trata de mosquear a Rafael -, pero ver a unos niños fumando, ver como un lugarteniente del Despedazador se cepilla a golpes a un subalterno o el mismísimo Despedazador en si, son cosas que, por desgracia, en un film para toda la familia de ahora, no se verían. Da cierto gusto ver como escenas de alivio dramático, como las escenas en la cloaca, están intercaladas con otras de gran carga dramática nada infantil, como el origen de Astilla, y muchos directivos de Hollywood deberían tomar nota.
En el apartado actoral decir que lograro una cosa que la serie de dibujos no logró, y es que todas y cada una de las tortugas se me hicieron carismáticas, ya no sólo Rafael. Donnatello, Leonardo o mi odiado Michellangelo, se me hacen amenos, queriendo saber más de ellos, incluso secundarios como Casey y April son más personajes principales que de relleno. Pero sin duda los que ganan de calle la pungna son, a parte de Rafael, Despedazador y Astilla, porque son los que soportan mayor peso de la historia, eso sí, me sigue chocando que una rata aprenda artes marciales...por muy del cómic que sea.
En fallos encontramos que las como está concevida como el inicio de una saga, narrativamente se queda corta. Queremos saber más acerca de los personajes, de los que algunos tenemos sólo retazos y algunos sólo quedan en el dibujo, como es el jefe de April, por no decir que el combate final en la azotea queda cojo tras tanta expectación creada. Una pena.
En resumidas cuentas, sorprendentemente, gracias a que los personajes siguen siendo carismáticos, que las peleas están increíblemente bien coreografiadas, los malos sean muy malos-buenos, que tenga un ritmo frenético y un doblaje que es ¡De Puta Madre!, hacen que sea una película que sigue estando vigente a día de hoy. Se notan eso sí ciertos problemas con el ritmo de la narración, muy leves eso sí.
Para ver y disfrutar como cuando éramos enanos.
Nota: 7/10
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