En un bar entran Blade, Indiana
Jones, Terminator, Rocky, Ivan Drago y se sientan a una mesa. En ese momento
entra El Zorro, se les acerca y les pregunta “¿Qué van a tomar los señores? Esto
es la película, unos viejos amigos que se juntan para pasárselo bien, y de paso
sacarse unos duros haciendo una peli.
Esta peli tiene exactamente la misma
estructura de guión que la segunda –rescate de un aliado, presentación del malo
y escena que hace cabrear a Sly para que ponga a su equipo en marcha-, pero
esto no es problema, ya que el guión es lo de menos. Hemos venido a ver leches
y chascarrillos. Y al final estamos más que servidos.
Pero como en toda secuela, el más es necesario. En este caso, la película
nos presenta a un nuevo grupo de Expendables,
el recambio para cuando los viejales ya no puedan dar tiros. Y detrás de estos novatos
están los dos peros más grandes que le veo la película. En primer lugar tenemos
las típicas escenas de reclutamiento, que parecen un must en todas las pelis de supergrupos
–a las primeras pelis de X-MEN me remito-. Pero en este caso se alarga durante
más de 20 minutos, cosa que repercute a la duración total de la película,
yéndose a las 2 horazas. Y segundo, hay un tramo en la película donde Barney
Ross, decide irse a dar tiros solo con la chavalada, sin la ayuda de los
veteranos. Y aquí la peli se resiente, ya que estos nuevos personajes –y los
actores que los interpretan-, no tienen ni el carisma ni la conciencia de estar
en una película paródica que si tienen los iaietes
–y que se veía de forma clara en la segunda entrega- haciendo todo más
serio y transcendente y perdiendo así la esencia de la serie.
Pero no todas las adiciones al grupo
son malas noticias. Porque Stallone es como un director de orquesta rodeado en
todo momento de su sinfónica, pero en vez de violines y trombones estos tocan
escopetas y RPGs. Y dirigiendo a este grupo, en la piel de Barney Ross, no hay
quien le gane. Hay dos nuevos mercenarios que nos alegraran el rato. Por un
lado tenemos a un recuperado Wesley Snipes que llega como un experto en anatomía
–cirujano para más señas- y en el lanzamiento de cuchillos. Tras estar apartado
de la pantalla grande por temas fiscales –cosa que tiene su coña
autorreferencial en el film- vuelve en un papel muy bien aprovechado. Y luego
tenemos a Antonio Banderas como Galgo, un antiguo legionario español – con
escena cantando “Soy el novio de la
muerte” incluida- .Que se transforma en el verdadero roba escenas de la película.
Ante la ausencia de Terry Crewes en gran parte del metraje –por razones de
guión- se nos presenta a Banderas como recurso cómico de altura. Espero que
para siguientes pelis de Expendables,
Stallone siga contando con él.
Como en las anteriores, lo que más se
disfruta son las conversaciones coñeras entre los carrozas, los one liners y los chascarrillos que se
van lanzando. Necesario verla en V.O. para disfrutar del vozarrón socarrón de
Sly.
Entre los cameos, vemos actores de
renombre como Harrison Ford –sustituyendo a Bruce Willis-, Mel Gibson –como el
malo de la función- o Robert Davi –en una rápida intervención que parece
cortada en la mesa de montaje. Todos correctos y sin desentonar, dejando
siempre ganas de que aparezcan más en pantalla.
Como ya hiciera en la anterior peli
de la saga, Stallone decidedejar la silla de director a un tercero, en este
caso Patrick Hugues. Esta fue una decisión que funcionó magistralmente en la
segunda parte, donde dejaron al curtido Simon West – “Con Air” o “La hija del
general” -. El problema es que aquí el director es casi novato, siendo lo
único que destaca que parece ser el encargado de hacer el remake de “The Raid”. Parafraseando a Marty McFly “¿Qué
nos pasa (en el futuro)? ¿Nos volvemos gilipollas o algo asi?. Me hubiera
gustado saber como hubiera quedado la película siendo dirigida por Mel Gibson,
al cual Stallone se lo ofreció. Debido a
la poca experiencia del director, la película va con el piloto automático hasta
una última media hora grandiosa, donde es todo un no parar de tiros, ostias y
explosiones. Porque esta es una película que suena fuerte, de las que hay que
ir a las salas para disfrutar de la ensalada de tiros que es el último tercio
de la película.
En resumidas cuentas, una película de
esas que te reconcilia con el cine de acción de toda la vida. Si bien es cierto
que en esta se ha rebajado el nivel de violencia de la anterior y que la mano
del director no es tan firme como la de Simon West, el film cumple con su
objetivo. No engaña, ¿Quieres tiros? Pues estos mercenarios te van a dar plomo
hasta que te salga por las orejas. Y todos muy atentos a la escena final del
bar –que es el equivalente en estas pelis a los banquetes en la pagina 44 de
los comics de Asterix- donde Arnold
Schwarzenegger y Jet Li son protagonistas del mejor gag de la cinta, y hablando
de “The Expendables” no es decir
poco.
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