Jeunet vuelve a la carga
Y volvió Jean-Pierre Jeunet de entre los muertos. Vale, tal vez me haya pasado, no estaba tan "muerto" pero con este nuevo título el director gabacho ha vuelto a demostrar ser el visionario realizador de finales del siglo pasado. Vuelve a demostrar que es uno de los pocos que puede contarte de forma única y valiente un relato mágico.
La trama nos cuenta la historia de T.S. Spivet, un pequeño inventor de diez años que vive en una familia acomodada, afincada en un rancho de Montana y que tiene por prole a un padre neo-cowboy, una madre obsesionada con los insectos (interpretada por Helena Bonham Carter) y una hermana aspirante a modelo. El pequeño Spivet idea una máquina prodigiosa; una rueda de movimiento eterno, y por ello una prestigiosa universidad contacta con él para entregarle un premio. A propósito de la llamada el pequeño tiene que cruzar los Estados Unidos de América desde Montana hasta Washington a recibir el galardón. Todo esto después de superar la accidental muerte de su hermano mellizo...
Para comenzar es interesante ver a Jeunet situando su historia y personajes en los USA y no en Europa como casi siempre (lo vimos incluso hacerlo en el espacio exterior). La historia sin duda le viene al pelo al realizador que vuelve a componer su mundo onírico, colorido y muy muy personal. Esta vez y gracias a la tecnología 3-D (no entraré en el debate de si es o no necesaria esta técnica para el cine hoy en día) con la que se rodó la cinta se incluye mediante edición ciertas pinceladas acertadas, algo así como viñetas aclaratorias que enriquecen bastante la historia. La fotografía vuelve a ser impecable, como en anteriores trabajos del francés, con sus tonos contrastadísimos hasta la médula.
Más cercana a "Amelie" (2001) que a "Delicatessen" (1991) el film nos plantea una primera parte más que entretenida, en la que rápido se pasa de la carcajada al drama en cuestión de décimas de segundo (pocos están a la altura de este contraste). Todo sigue fluyendo durante el nudo de la historia en la que T.S. Spivet inicia el viaje que da título al largometraje. En el último tramo, no es que se venga abajo de repente, sino que no llega a cumplir las expectativas finiquitando de forma más realista de lo que estaba siendo el relato hasta el momento. Reseñar además como no la presencia del fetiche de Jeunet, el espléndido Dominique Pinon que aquí realiza un simpático papel.
En resumidas cuentas, una perfecta forma de evadirse del cine convencional y disfrutar de una historia sensiblera sin sentirse culpable. ¡Jeunet ha vuelto! Si es que se llegó a ir alguna vez...
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