Sitges 2014: Annabelle (2014) de John R. Leonetti
Así, no.
Tras mucho tiempo negándome a ver esta película, finalmente accedí a ir a un pase de madrugada en compañía de unos amigos que, en fin, digamos compraron mi asistencia con varios botellines de Mahou.
De sobras sabía que lo que iba a ver era mierda de la buena, más que por las críticas si no por saber que el responsable tras la cámara era nada más ni nada menos que John R. Leonetti, notable director de técnico - su trabajo se puede ver en films como Cero en conducta, La Máscara o en la misma Expediente Warren - pero un terrible realizador más cercano a la serie Z que a la B. Suyas son las espantosas (no hay otro modo de decirlo) Mortal Kombat: Aniquilación o El efecto mariposa 2, lo cual no abalaba que el segundo round contra la muñeca más conocida del mundo tras la Barbie fuese a resultar una experiencia satisfactoria.
¿El resultado? Mejor haber seguido bebiendo.
El principal problema que encontramos en Annabelle, a parte de una narración errática la cuál sólo salva en ocasiones los muebles por ciertos momentos que se crea una buena atmósfera - la escena del principio con la secta es de lejos lo mejor del film -, si no por la falta de ganas que se ve de hacer un producto de terror, ya no original, si no digno y tan solo hacer un arrasa taquillas sin entidad propia. Vale, tenemos a la muñeca que da yuyu haciendo cosas que dan más yuyu si cabe, eso queda claro desde el primer momento en que la vemos, pero es que no hay nada más que nos consiga mantenernos pegados a la pantalla, ningún aliciente para que Annabelle deje de ser un fast food fílmico que por desgracia vemos tanto hoy en día en nuestras carteleras.
Su escasa duración de hora y media hace que el visionado no resulte una tortura puesto que al menos va directa al grano.
De los actores le van a la zaga al film, y tanto la pareja protagonista (almibarada hasta vomitar arcoiris) y los secundarios están para que la muñeca de buena cuenta de ellos, ya que manda narices que sea esta la única que de verdad transmita algo al espectador.
En resumidas cuentas, un desastre de película al que solamente salvaría su maravilloso diseño de producción, unos primeros minutos que prometen mucho (y luego nada) y la muñeca que da nombre al título. El resto es ahorrable a más no poder. El intentar equipararla con la película de James Wan, sería un insulto.
Nota: 3
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