El director Mike Cahill, y la actriz/guionista Brit Marling, que ya ne dejaron planchado con su anterior film Otra Tierra vuelven a la carga con ésta fábula de ciencia ficción low cost (no creo que encontrara mejor definición) que se pudo ver este año en el Festival Internacional de Siges, dónde finalmente acabó irguiéndose como ganadora en el apartado de mejor película. Un galardón en el que no solemos coincidir casi nunca (salvo con Rare Exports), y que con esta creo que coincidiría, pero con reservas.
La historia nos sitúa cuando un científico en el campo de la visión - Michael Pitt con su habitual bien hacer -, durante una fiesta de Halloween (a este director le gusta mucho comenzar las películas con fiestas universitarias, ¿no?) conoce a una chica - la bella Astrid Bergès-Frisbey - a la que en principio no ve la cara, pero queda prendado de sus curiosos ojos, de los cuales saca una foto con su réflex, y que se marcha antes de poderle preguntar siquiera su nombre. Cual moderno Príncipe Azul en busca de su Cenicienta, va reuniendo las piezas del rompecabezas, que va formando en torno a los ojos de la chica, hasta que finalmente da con ella gracias a un anuncio publicitario...no me podéis negar que es un rato ingenioso. Los dos empiezan a salir e inmediatamente forman una conexión casi simbiótica en la que uno complementa al otro, pese a su diferente modo de ver la vida - ella es una creyente de lo espiritual, mientras que él cree en lo que pude demostrar -, como si estuvieran realmente hechos el uno para el otro desde siempre...y hasta aquí puedo leer sin caer en el temido SPOILER.
Si en Otra tierra veíamos un film centrado en la culpa y los pasos que se dan para la aceptación de la misma, en Orígenes vemos un retrato fiel de la pérdida de alguien a quien queremos, nuestro esperanzas para que siguiera aquí y que no se marchara nunca de nuestro lado. También se tocan temáticas tan interesantes como son el jugar a ser Diox que tan bien se le da al ser humano, el deseo primigenio de una vida después de la muerte, la religión (o espiritualidad) como ayuda, el control de nuestro destino y, otra vez, asumir la culpa de nuestros actos hasta alcanzar la redención, pero algunos de estos temas pasan tan aprisa por el film que corren el riesgo de pasar desapercibidos si no se presta atención.
Si de algo se criticar a éste film es sin duda sus primera hora, donde se circula a toda prisa y dando tumbos entre la comedia romántica y la ética de baratillo. El amor de la pareja te lo puedes creer gracias a las conversaciones que tienen sobre el destino y de la conexión que tienen previamente, hasta ahí vale, pero se hace tan rápido que a penas te da tiempo a procesar lo que tus ojos ven, más aún cuando hacen acto de aparición unos diálogos que de rebuscados son pretenciosos. Por suerte tras ese bache, la película empieza a coger ritmo, y pese a que siguen los diálogos cursis, son de mayor calado emocional y de menor sensiblería de novela barata.
El plano final, tal y cómo pasó en Otra Tierra, es simple y llanamente una auténtica maravilla.
En resumidas cuentas, pese a una primera mitad que peca de ser demasiado lenta, y que contenga algún que otro momento y diálogo sonrojante, lo cierto es que Orígenes acaba resultando una scifi muy digna. al saberse conjugar drama y fantástico de manera sobresaliente, apoyándose en todo momento con unos actores más que competentes.
Que mereciera o no el galardón a mejor película en el Festival de Sitges, eso es algo que dejo a vuestro criterio.
Nota: 7
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