"Twixt" (2011) de Francis Ford Coppola.

Estamos posiblemente ante la que podríamos considerar el testamento cinematográfico  de uno de los directores de cine más importantes de los últimos cuarenta años, Francis Ford Coppola. Desde que realizase, en mi opinión uno de sus mejores trabajos “Dracula, de Bram Stoker”, comenzó a ofrecernos películas mediocres como “Jack” o “Legitima defensa”. Y entonces vino su segundo Apocalypse Now en cuanto a términos de infierno creativo y de producción s refiere, con la confusa pero apreciable “Supernova”, de la que salió bastante escaldado y comenzó a dedicarse en cuerpo y alma a su producción de vinos, mientras su hija Sofia seguía poniendo el apellido Coppola en lo más alto.

Es durante esta época de los dos miles donde Coppola seguía con su sueño vinícola cuando de vez en cuando, casi como una excentricidad, dirigía alguna que otra película dejando a la crítica tibia y al público helado. Entre estas producciones destacar “Tetro” o “Youth without youth”.
Y como colofón tenemos este “Twixt”. Debo de admitir que me costó verla. La tenía en el fondo de mi disco duro desde hace tiempo, pero siempre que decía vamos a verla, algo me tiraba para atrás: A veces su formato casi direct to DVD, su reparto o incluso que parecía ser el último grito agónico del creador de algunas de las mejores obras del séptimo arte como la trilogía –si, las tres- de El Padrino o “Apocalypse Now”. Pero, ojala la hubiera visto antes, ya que sin ser una obra original o redonda si que es un divertimento recomendable para los fans de las historias de fantasmas o de escritores frustrados, que en el fondo viene a ser lo mismo.





Lo primero que llama la atención es su reparto, y sobretodo Val Kilmer. El actor favorito de Homer Simpson –dicho por el mismo en un capítulo de su serie- realiza una más que correcta interpretación de un escritor sin mucho éxito, apurado por las facturas, que busca una historia no que le lance al estrellato, si no que lo mantenga a flote. Aunque cierto es que Kilmer destaca, más que por su interpretación, por su físico. Parece ser la única persona que las drogas en vez de hacerle adelgazar le engordan… y esa coleta hecha de pelo condenado a desaparecer no ayudan. Pero son estos detalles lo que le otorgan al personaje cierta empatía con el espectador. No es un all star, no es Stephen King, es un matadillo que va a hoteles de mala muerte en busca de su historia. Junto a él esta Elle Fanning, haciendo de hilo conductor de la historia fantasmal en si. La chica no lo hace mal, aunque a veces su languidez se hace pesada. Y destacar a Bruce Dern como el sheriff aficionado a la literatura que se asocia con Kilmer para entre los dos tratar de sacar una historia que, al parecer tiene demasiados agujeros como para enganchar a un posible público.
Como se ha podido vislumbrar, la historia que nos cuenta es la del escritor que llega a un pueblecito de la América Profunda para hacer una firma de libros –en una cerrajería- pero que por azares de la vida se verá metido en un caso de asesinato con fantasmas blancos, moteros satánicos y el espectro-guía de Edgar Allan Poe. Como podéis ver, esta premisa está en la fina línea entre tener sentido o caer en el esperpento cultureta más absurdo. Pero la mano de Coppola puede estar vieja, pero el mismo cine corre por sus venas, llevando la historia a buen puerto. Esto no quiere decir que cuando acabe la película todas las respuestas estén sobre la mesa –la verdad es que habrán más que al principio- pero el espectador podrá sentirse más que satisfecho por el viaje ofrecido por el cineasta de Detroit.


En resumidas cuentas, estamos posiblemente ante la última película de Coppola – lo que si puedo asegurar es que será su última peli buena. Pero, esto no debe ponernos tristes como espectadores. Esta es una guinda, y es como una guinda debe ser:, dulce, pequeña, que no empaña el resto del pastel si no que lo corona. Y este “Twixt” es una más que digna corona para una carrera grandiosa. 

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