Tras ver los antecedentes del director David O.
Russell, no me presentaba en la sala con bastantes ánimos a visionar “American
Hustle”. Pero lo cierto es que esta historia basada en hechos reales sobre un
caso de corrupción en la América de los setenta es una experiencia muy
satisfactoria.
Como Russell acostumbra a hacer, crea una realidad bastante
onírica, aliñada con un breve toque de pseudo-comedia que te deja adulterado
tras contemplar sus historias. Es un buen narrador, no cabe la menor duda y en
esta trama plagada de clichés lo deja bastante claro. Los clichés de los que
hablo no son de los molestos, ya que aunque repetitivos, la forma de llevarlos
a cabo es singular y divertida gracias a lo cual hacen que el film no se
convierta en una pedantería gafapasta, aún así se encuentra a breves
centímetros de lograrlo. La estructura es hollywoodiense a más no poder y
refleja de forma armónica los excesos de la época, de la cual se nutre la
cinta. En una producción de estas características es irresistible fijarse en la
dirección de arte, vestuario, peinados y demás, y es ahí donde el film gana
enteros, todos los elementos están logradísimos y encajan a la perfección con
la acertadísima banda sonora, que desprende un buen gusto envidiable. Destacar
también la cálida fotografía digna de una historia de trapicheos como esta,
historia algo simple y que en ciertos momentos nos traslada a una realidad
paralela en la que parece que estamos viviendo en un culebrón venezolano,
sensación que viene y va durante todo el metraje sin que podamos hacer nada
para evitar el horror, aunque al final seamos rescatados por las actuaciones
maestras de varios de los actores principales del multimillonario casting.
Capitaneándolo encontramos al todopoderoso Christian Bale, que una vez más
apela a su capacidad de transformación física, un Optimus Prime en potencia,
para acercarse al personaje que encarna con una soltura y una pasividad que
pasma y que sin casi “despeinarse” nos brinda una interpretación de las
difíciles de olvidar. Tras él encontramos a Bradley Cooper, tal vez el menos
acertado de la cinta aunque sea el personaje sobre el que recae el mayor cargo
cómico del film. En el reparto femenino nos encontramos con una correctísima
Amy Adams a la que cada vez la van “desvistiendo” con menos ropa según el
metraje avanza. Me recordó bastante a los juegos de peleas clásicos rollo
“Tekken o Street Fighter”, según iba avanzando la pelea a tu personaje le iba
disminuyendo la barra superior de energía, aquí igual, sustituyendo la pelea
por “American Hustle” y la barra de vida por el vestuario de Amy Adams. Tras
esta demente/gamer conclusión, citar que aunque Adams está perfecta en la
película, queda eclipsada por uno de los mayores descubrimientos
interpretativos jamás filmados; Jennifer Lawrence. Una vez más la chica de los
grandes pómulos esta que se sale y clava su personaje de despreocupada y
repelente esposa con un hijo, casa y marido infiel a su cargo. Puede que algún
día, gracias a esta chica de mi quinta, vea “Los juegos del hambre” y todo…
Se ha especulado mucho con que el film es una copia
barata del estilo de Scorsese. No me parece una afirmación efectista, puede que
beba un pelín en exceso de su estilo narrativo o se sustente en plan influencia
de la obra del neoyorkino, podríamos catalogarlo de una camaleonización del
estilo de Scorsese, pero para nada una copia y mucho menos barata. Pero,
¿Cuántos films vemos al año 100% originales, que no se alimente de ningún otro
realizador?Prácticamente ninguno. Para ir terminando, he de marcar de acertada la aparición de Robert De Niro haciendo de mafioso, ¿O era un mafioso haciendo de Robert De Niro? Es igual... Decir que el final es algo
difícil de explicar, ya que en los últimos compases de la obra puede abordarte
la sensación de que se esté alargando más de la cuenta y aún así, cuando llega
el desenlace y giro final te parece precipitado y deja una sensación medio
amarga. Pero en conjunto “American Hustle” es una cinta adecuada para cualquier
momento, una digna candidata a los oscars y sobre todo, una inteligente manera
de conseguir que le demos otra oportunidad (cinematograficamente hablando) al
cineasta David O. Russell.
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