Si juntamos en
una probeta los siguientes elementos: historia ambientada en la II Guerra
Mundial + actores de renombre con actuaciones más que correctas + una cuidada
fotografía + una banda sonora que acompaña las imágenes con gran efectividad+
auto superación + ir en contra de los tabúes + trama de investigación. ¿Qué
obtenemos? Una película que exuda la palabra “OSCAR” por los cuatro costados, y
este “The imitation game” –o con su
pobre título español “Descifrando Enigma”-
es el último gran ejemplo de esta fórmula matemática. ¿Significa esto que es
una buena película? No nos apresuremos.
La principal
bandera de la película de cara a crítica y público es ese actor que parece que
en los últimos años se ha puesto de moda: Benedict Cumberbatch. Este actor no
me parece malo para nada –sin duda era lo mejor de “Star Trek: En la oscuridad” por ejemplo-, pero viendo la película
que tratamos hoy, no puedo quitarme de la cabeza que este Alan Turning es un primo
segundo del Sherlock Holmes que Cumberbatch interpreta en la genial serie de la
BBC. La pregunta sería ¿Los directores de casting le eligieron porque los dos
roles tienen similitudes o Cumberbatch solo tiene dos registros (serio cara
palo o inglés con Asperger) y ha hecho lo que podemos calificar de interpretación espejo? Ciertamente no
tengo la respuesta, también es cierto que poco importa. Lo que importa es que
Cumberbatch hace una muy buena interpretación, pero parece que está haciendo esfuerzos
para llevarse el OSCAR –en la órbita de un Sean Penn en “Milk” o un Russell Crowe en “Una
mente maravillosa”-. Pero en mi quiniela particular, a día de hoy y con
pelis aún por ver, Steve Carell va en cabeza.
Junto a
Cumberbatch, destaca la también nominada Keira Knightley. Siento predilección
por la inglesa desde “The hole”, pero
estoy obligado a decir que comparada con su otra nominación –“Orgullo y prejuicio”- es en esta en la
que menos brilla. Hubiera sido mejor para la película que la actriz que interpreta
a Joan Clarke fuera una desconocida. Y en cuanto a la nominación, hubiera
nominado a Knightley pero por “Begin
again” en vez de por esta “The
imitation game”.
En cuanto a la
dirección, ciertamente no me parece para nada algo digno de mención el trabajo
del también nominado Morten Tyldum. La cámara está donde tiene que estar,
tenemos nuestros planos y contraplanos, transiciones, fundidos… En definitiva,
una dirección que merece con todas las de la ley el calificativo de correcta.
Y ahora
llegamos a la parte en la que pongo la mayoría de peros en esta película: su guión. El libreto está firmado por Graham
Moore, en su primera película y su primera nominación al Oscar. Un guión que
estuvo durmiendo el sueño de los justos en los cajones de diversas productoras hasta
que Black Bear Pictures le dio luz verde en vísperas de las celebraciones por
el 70 aniversario del descifrado de Enigma.
Estamos
hablando de un guión que acercándose a una producción similar como “Una mente maravillosa” aúna una
historia de superación bigger tan life,
un idilio entre los protagonistas, un enemigo invisible, una historia real… En
definitiva, un melocotonazo de miedo. El problema estriba en que la historia se
cuenta en dos líneas temporales: 1940 con la creación del equipo y las aventurillas de los protagonistas hasta
que descifran la máquina y por otro lado 1953 con un policía investigando lo
que pasó. Todo lo que ocurre durante la guerra está escrito con garra, con muy
buenos diálogos y algunos personajes secundarios geniales (los interpretados por
Matthew Goode, Charles Dance o Mark Strong). Pero todo lo que ocurre en 1953
está muy cogido por los pelos, los personajes que investigan a Turing no están
bien perfilados y todo está al servicio de un giro final que si estás atento y
tienes cierto callo de cine lo adivinarás a los 30 minutos. Es el claro ejemplo
de que el que mucho abarca poco aprieta. Si se hubiera quedado solo en la línea
temporal del casus belli hubiera
quedado un libreto muy digno, incluso no reprocharía a la Academia su
nominación, pero el guión final es fallido y sobretodo desequilibrado.
En definitiva,
una película tramposa. No tramposa en cuanto a que director y guionistas usan
un deus ex machina para dar un giro a
la trama –que en cierto modo también, pero no es el punto-, si no que tienen el
talento –ya se requiere talento para ello- de llevarte donde ellos quieren:
Quieren que empatices con Alan Turning y todo lo que ha padecido. Quieren que
te quedes enganchado a la historia de creación de la máquina. Quieren que veas
a Turning como un genio visionario… Y ciertamente lo consiguen. No me gustan
sus métodos, pero sin duda logran su cometido. Y por ello te digo, si eres de
los de el fin justifica los medios,
sin duda te encantará esta peli.
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