Terminamos ésta sesión triple con uno de los platos fuertes de la temporada cinematográfica a lo que cine español se refiere, y yo, como romántico que soy, aún conservo la esperanza de ver una buena película nacional éste verano...que no encontré en
Abracadabra. Y mira que tenía ciertas expectativas con el tercer largo de Pablo Berger, director del clon de combate de
The Artist (Michel Hazanavicius, 2011) ,
Blancanieves (2012) - film que, ojo cuidado, me gustó bastante, pero cuando Berger realizó unas declaraciones donde desmentía lo obvio, me cabreó en extremo, con lo orgulloso que podría sentirse de haber hecho una película bastante digna pese a ser claramente lo que era - además de esa
oda la caspa que nos alegró las Navidades hace tres años, ya que prometía ser una vuelta al microcosmos de esa familia de clase media/baja española-cañí que tan bien supo recrear en la simpática
Torremolinos 73 (2003). Pero ay amigos, aquí estamos lejos de ese film caricaturesco pero veraz donde una pareja tiene que recurrir al porno para salir de su miseria económica, y nos planta un esperpento camuflado como una comedia disparatada de enredo cuando se trata de un drama con grandes dosis de ... terror y fantástico (¿¡E!?).
Carlos (Antonio de la Torre), es el típico garrulo de barrio de extrarradio el cual sólo tiene un objetivo en la vida: criar una imponente barriga cervecera ante la televisión. Carmen (Maribel Verdú) es su sufridora esposa, quien aguanta sus constantes desplantes viéndose arrastrada junto a su hija (Priscilla Delgado) a una vida rutinaria, pero todo ésto cambia el día de la boda de su sobrino, en la cual, mientras están asistiendo en el convite a un espectáculo de hipnotismo orquestado por el primo de ella, Pepe (José Mota), es poseído por el espíritu de un antiguo camarero del salón donde se encuentran (Quim Gutiérrez). Los efectos pronto se hacen notar, y el otrora saco de carne es ahora un marido atento y un padre ejemplar...eventualmente, porque la personalidad de Carlos se niega a irse, creando confusas situaciones llenas de (supuesta) hilaridad, que harán que Carmen busque el origen de esta extraña posesión y, a ser posible, recuperar al 100% a su marido. Y os estaréis preguntando ¿pa´qué quiere traer a un amargas existencias de ese calibre? Pues porque el espíritu es un homicida en potencia...y bailón.
El principal problema de Abracadabra no se encuentra en la fusión de géneros, incluso eso se le puede ver como un acierto - la escena que mejor funciona es cuando el clavo inmobiliario (Julián Villagrán) cuenta en penumbra la historia de la casa que trata de vender -, sino más bien su falta de cohesión dentro de un guión que hace aguas nada más ponerse en materia, por no decir que éste nunca termina de pillar el tono ni en la comedia ni en el drama, haciendo que todo se convierta por instantes en una maraña sin sentido. Sirva de ejemplo la escena en la que Verdú, Mota y Josep Maria Pou (el mejor personaje de la historia y el actor que mejor se lo pasa), embutidos en ropas de enfermeros, tratan de "matar" al ente encerrándolo en el cuerpo de un moribundo hospitalizado (cameo de Saturnino García). Bien. A priori la escena tendría que estar enmarcada en el terreno del drama, pero Berger rueda la escena de una manera tan confusa, añadiendo unos chascarrillos sonrojantes como son esos calzoncillos de Superman (pose de Saturnino incluida). Además, esta escena es
contradicción dentro de la personalidad del personaje de Carmen, quien en el último segundo se apiada del espíritu (quien es un homicida recordemos, debe dar unos masajes de puta madre), salvándole en el último momento de ser expulsado del cuerpo de su marido ¿Confundidos? Pues agarraos donde podáis, porque todavía tenemos el final, donde monos, matanzas , cuchillos nupciales y números de magia casposa se dan cita en un aquí vale todo para dar punto y final a la historia.
Pese a éste barullo argumental, se pueden sacar momentos verdaderamente interesantes a la película, que entroncarían dentro del terreno del fantástico o terror, es decir, lo que mola: El vídeo de ¡
Informe Semanal! donde relatan los hechos acaecidos treinta años atrás y que involucran a la entidad, no sé si estará rodado con una cámara MiniDv pero da el pego y ante todo impacta; la escena del dentista-médium; el baile entre Maribel Verdú y Antonio de la Torre al ritmo de (como no) la canción compuesta por Steve Miller o la alucinación donde el personaje de de la Torre cree que - y ésto no es coña - un mono ha matado a todo el equipo de
catering de una boda. Además, salvo casos puntuales - Mota sobreactuando a más no poder, algo normal - el caso es que no me chirrían mucho la interpretación de los actores quienes se defienden bastante bien en sus roles. Al menos se les entiende al hablar.
Para terminar, decir que éste film es uno de los tres seleccionados para representar a España en
Eurovisión la ceremonia de los Oscars del año que viene junto a
1898. Los últimos de Filipinas (Salvador Calvo, 2016) y
Verano 1993 (Carla Simón, 2017), y donde seguramente, como viene siendo tónica general durante los últimos años, no nos comeremos ni un rosco.
Nota: 5