Estamos en plena temporada de premios. Se
huele en el ambiente. Y la cinta que os traigo hoy es una que se está llevando
todos y que suena como clara favorita de cara a los Oscar en apenas semana y
media: “The revenant” de Alejandro
Gonzalez Iñarritu.
La cinta nos cuenta una historia de venganza
de las de toda la vida. Pero en vez de situarla en el Nueva York de los setenta
(como aquellas pelis de Charles Bronson) o en el Paris actual (como las cintas
espídicas de Europa Corp.) nos la enmarcan durante la primera mitad del S. XIX,
en los páramos inhóspitos de la Norteamérica más salvaje. En un lugar donde
Jeremiah Johnson se hubiera sentido feliz, pero donde todo te puede matar. Cierto
es que ambos protagonistas buscan la muerte del otro, pero la naturaleza es la
única que decidirá quién ganará en esta contienda.
Estamos ante una película, que sin duda tiene
el arranque más potente de esta temporada de premios. Con un plano secuencia de
esos que no se olvidan. Y por eso, me da una rabia terrible que un realizador
como Iñárritu, que demuestra que puede rodar de manera magistral, pudiera
brindarnos el año pasado una basura del calibre de “Birdman”. Es cierto que esta “The
Revenant” tiene infinidad de planos marcapaquete, pero estos están
plenamente integrados en la cinta, no siendo una película al servicio de los
planos como fue aquella “Birdman” de
infausto recuerdo.
Pero más allá de su dirección, esta cinta
está en boca de todos por sus actuaciones. Tenemos por encima de todo a un
Leonardo DiCaprio magistral, con una interpretación muy física en la que tiene
que decirlo todo con los ojos y sus gestos. Una muy buena actuación que debería
darle el ansiado Oscar. Aunque en mi opinión ya debería haberlo ganado por “El lobo de Wall Street”.
Junto a él tenemos a su némesis, en la piel
de Tom Hardy. El inglés está como siempre, genial con una presencia y un
vozarrón que se comen la pantalla. Otro claro contendiente en la carrera por el
eunuco dorado. Pero lo siento Tom, este año hay cierto boxeador que lo va a
ganar por K.O. al primer asalto.
Otros aciertos técnicos a destacar serían su
banda sonora, que se acopla a las imágenes como un guante y su preciosa
fotografía obra del gran Emmanuel Lubezki, otro Oscar que esta cinta debería
ganar de calle.
Lamentablemente, no es oro todo lo que reluce
y la cinta adolece de una duración excesiva. Es cierto, que es una película muy
épica y como tal debe ser bigger than
life –y esto en lenguaje
hollywoodiense significa que de las dos horas no baja- Y debido a esta larga duración, el segundo
acto se resiente en su extensión e iteración en su discurso.
En definitiva, una película que nos muestra
el genial estado del western actual, en pequeñas dosis pero de una gran
calidad. Además de reconciliarnos con Iñárritu (aunque el Oscar este año lo
quiero ver en manos de George Miller) y regalarnos a unos DiCaprio y Hardy como
siempre, excepcionales.
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