... y Victor Crowley cogió su hacha. Otra vez.
Tras sobrevivir a una noche inclemente donde ha tenido que ver a sus amigos y familiares morir a manos/hacha del matarife Victor Crowley, Marybeth Dunstan regresa a la civilización donde es captada por el empresario llamado Reverendo Zombie, quien ya aparecía en la anterior y que tiene intereses ocultos por la posesión de ese pantano. A modo de "equipo de rescate", un grupo de catetos armados hasta los dientes comandados por Zombie y a los que se suman Marybeth y su tío, irán al pantano sin esperar que quizás, solo quizás, el hacha no ha dicho su última palabra.
Si en la anterior película teníamos un casting compuesto por actores del género bastante interesante, ahora esa cifra se duplica al darnos a por ejemplo el director Tom Holand (Noche de Miedo), R.A. Mihailoff (La Matanza de Texas III), AJ Bowen (La casa del diablo) o John Carl Buecherl (Fx Re-Animator) entre otros que se unían a los veteranos Parry Shen - en un rol diferente dado que moría su personaje en la anterior, y que esto se acabó convirtiendo en chiste recurrente a cada entrega - y Tony Todd. Quien no repitió fue Amara Zaragoza en el rol de Marybeth, siendo sustituida por el icono del terror Danielle Harris (Halloween 4) quien se quedaría el resto de la saga. Pero sin duda el verdadero protagonista de la cinta es Kane Hodder interpretando el doble papel de Victor Crowley y su padre, siendo en esta segunda parte la que consolidó al matarife como un icono del terror capaz de regar su pantano con la sangre de sus víctimas. Es una delicia verle en pantalla y eso gran culpa tiene el departamento de efectos especiales, los cuales mediante el empleo de métodos tradicionales como son las prótesis y litros y litros de sangre, consiguiendo rizar el rizo y ofrecernos unas muertes que si bien pierden algo de frescura si se comparan con los de la primera entrega, no dejan de ser pura satisfacción gore convirtiendo a los antagonistas en meros monigotes agilipollaos rellenos de sangre a punto de explotar.
Vuelve a la dirección y al guión Adam Green, quien repetiría su labor en todas las entregas de la saga a excepción de la tercera parte al coincidir esta con el rodaje del falso documental Digging Up the Marrow (2014). Se puede apreciar un autoguiño a su anterior film, Frozen (2010), donde vemos en uno de los televisores al personaje de Emma Bell, la cual ha demandado a los responsables de la pista de esquí (¿¡eh!?).
Sin duda lo más interesante de esta película lo encontramos en que el film comparte el mismo honor que Zombi (George A. Romero 1978) en ser de las pocas producciones sin calificación que fueron capaces de tener un estreno en salas comerciales. Por más que cueste creerlo, esto es debido a que los de la MPAA la calificaron al film como R, lo que suponía un suicidio por esos tiempos, cosa que hizo que sus responsables con Green a la cabeza fueran a una importante cadena de cines con una copia íntegra del film, accediendo ellos a proyectarla sin calificación alguna durante unos días.
Una segunda parte que aún siendo inferior a la primera y tercera entrega consigue resultar entretenidísima gracias sobre todo a su falta absoluta de pretensiones. Ofrece diversión con mucha hemoglobina salpicando/explotando ante la cámara convirtiéndose en pura delicia.