Festival Nocturna: Chimères (2013)
No conozco mucho cine suizo...demonios, ni sabía que estos come chocolates facturaban películas, pero he de reconocer que esta "Chiméres" me ha descubierto que, además de saber hacerlas, los suizos saben como hacer una buena película de terror.
Vampiros...pero no.
Estando de vacaciones en Rumania, Alexandre es atropellado por un coche. Para salvarlo, en el hospital le hacen una transfusión de sangre. De vuelta en su hogar, siente que algo ha cambiad dentro de él, como si algo contaminado corriese por sus venas.
Olivier Beguin compone una película que durante su primera hora nos muestra un terror intimista, más centrado en la relación entre los dos protagonistas, con el amor que se profesan como tema de fondo, manteniéndose alejado de los artificios que suele darnos el género, aunque salpicándola de momentos impactantes, como son todas las escenas en las que el protagonista se mira al espejo o la del accidente. Otro acierto es que el director mantiene la incógnita sobre la afección, haciéndonos creer que lo que vemos la mayoría del tiempo se encuentra en la mente del protagonista y en realidad no hay vampiro que valga.
El tratamiento de la fotografía, la música, los decorados, todo nos retrotrae a una París oscura, carente de la luminosidad que siempre nos venden las empresas turísticas, y por la que transitan el dúo protagonista (magníficos ambos) en búsqueda de presas. Uno porque no tiene otra opción y la otra por amor.
Uno de los principales fallos de esta película, es cuando a la mitad del metraje el guión se aleja de este tono intimista con un halo de misterio, pasando a convertirse en un emulo del videojuego Final Fight cuando el protagonista ya convertido en vampiro se enfrenta contra hordas de enemigos, y hombre, eso está bien si quieres hacer una película de acción, pero aquí como que no cuaja. Si bien esas escenas en las que vemos al protagonista "alimentarse" están bien rodadas y son espectaculares, nos terminan por sacar de la película al ya mostrarnos una típica película de vampiros modernos, y no la película que esperábamos ver sobre una pareja que se enfrentan juntos a lo imposible.
Antes de acabar, prestad atención a la cantidad de cameos tanto de actores como de directores de los setenta que ha conseguido reunir Beguin ante la cámara. Impagable.
En resumidas cuentas, pese a sus salidas de tono, bajones de ritmo y un final que no acaba de casar con el aire intimista del que hacía gala al principio, sí acaba por resultar una entretenida producción sobre ¿vampiros?, gracias sobretodo a la labor de su dúo protagonista.
Nota: 6
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