La Hermandad (2013)


Previsible y mediocre, van de la mano.

Enésimo intento ibérico de crear un film de terror atípico dentro de nuestras fronteras. Emulando el terror clásico de atmósfera gótica, una vez más se quedó solo en el intento... aunque se agradece el enorme esfuerzo. Tras varios desajustes en la post-producción del film, nos llega con dos años de retraso este guión manido e infectado de tópicos que aún así consigue que te quedes hasta el final, con algo de aguante eso sí. Pronto comienzan a desfilar una serie de secuencias y diálogos forzados que el aficionado al género no tendrá ningún problema en destapar con rapidez. Las raspadísimas interpretaciones que se acercan a la TV-movie son acompañadas por unos sencillos trucos para producir sobresaltos con un uso nervioso de la cámara en ciertas ocasiones y con un montaje habitual para hacer efectivos los "sustos", con sus correspondientes subidas y bajadas de audio. Pero la ópera prima de Julio Martí no es para nada un desastre absoluto, el diseño de producción de la cinta junto con el trabajo realizado por el departamento de arte para la misma son francamente geniales y ayudan a crear el terrorífico monasterio plagado de telarañas del que disfrutamos en la película. También destaca positivamente por su parte la banda sonora, bastante acertada en todo momento, interpretada por la orquesta del Liceu de Barcelona. En cuánto a la belenruedizada Lydia Bosch, como la estrella del film, podríamos decir que al igual que su personaje, va de más a menos, siendo notorias sus primeras salidas de la habitación en la que es recluída por los monjes, pero en las que finalmente todo se va al garete, con un final que se olía como una barbacoa en casa del vecino. La fotografía por su parte es la apropiada para este tipo de producto, de una factura y unas características correspondientes al argumento y el desarrollo de este. Exceptuando eso sí, las
secuencias que se desarrollan fuera del monasterio, (la primera y la última creo recordar) que inevitablemente te recuerdan a las tediosas publicidades sobre la menstruación que invaden la televisión pública. No me enrollo y para ir cerrando, decir que, aunque ya no se afrontan con la misma ilusión, son de agradecer los estrenos de género patrios que aunque no sean excelentes son una distracción honesta e imparcial para disfrutar, aunque no en exceso, de una producción en la que las drogas y los jóvenes sin neuronas no sean los protagonistas.

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