Gacy, el payaso asesino (2003) de

El payacho que aburría.

Gacy, el payaso asesino nos narra los a priori interesantes últimos días en libertad del infamemente célebre asesino John Wayne Gacy, quien durante los años 1972 a 1978 violó y asesino a más de una treintena de jóvenes en la ciudad de Chicago, a los cuales enterraba en el sótano de su casa haciendo que esta oliese peor que una cuadra al sol. Ciudadano modelo de su comunidad, padre y esposo dedicado, el  mote de “Payaso asesino” le venía dado que el bueno de John se disfrazaba de un sosias de Bozo el payaso - Pogo - para realizar obras de caridad entre los niños del barrio, es decir, esta película tiene un payaso que asesina a gente ¿Dónde hay que firmar?

Cuando una película que debería tratar sobre la vida, obra y (ningún) milagro de un asesino en serie dedica más tiempo a la plaga de insectos que hay su sótano que a los asesinatos en sí sabes que hay un problemón muy gordo tras ella. Y no, ni tan siquiera el disfraz de payaso hace a penas aparición en pantalla – solamente en el asesinato de la bañera y de pasada para cubrir expediente -, así que el resto del metraje está dedicado en exclusiva a ver el rutinario día a día del protagonista, entrever su homosexualidad latente, los abusos físicos que le infligió su padre (interpretado por el rocoso Adam Baldwin) cuando este era un chaval y el modo que tenía de engatusar a sus potenciales víctimas. Esto pese a no ser el colmo del dinamismo, son cosas que deberían verse en pantalla cuando se habla de un serial killer, incluso resultarían interesantes si estas fuesen rodadas con cierto dramatismo por parte del director Clive Saunders - su film más destacado es este, con eso ya os estoy diciendo todo -, pero por desgracia la historia avanza con una parsimonia absurda y a poco que indagues un poco en torno a la figura del matarife te das cuenta que han desechado mucho material escabroso – el tipo se ensañaba tanto con sus víctimas que incluso llegaba al punto de castrarlas en vivo para acto seguido despellejarlas - en pro de ajustarse al tarjet televisivo. Cosa contradictoria cuando bien le cascaron una sorprendente calificación R (?)

Por cierto, cabe destacar  que al estar rodada en digital televisivo la imagen tiene una calidad más cercana al falso documental que al de una película, esto hace que de manera inconsciente se esté beneficiando a la narración al aportar cierto cariz de realidad, pero como casi todo en este telefilme podría haber dado más de sí si se hubiesen rodado más asesinatos, dotándolos de una sordidez que ya podíamos ver en algunas partes de, por ejemplo, Henry, retrato de un asesino (1986, John McNaughton). En según qué casos menos es más.

Como suele ser norma en estos telefilmes, el reparto está compuesto de muchos rostros televisivos, destacando el buen trabajo interpretativo de Mark Holton como Gacy, siendo lo mejor de sus eternos ochenta y ocho minutos de duración. Holton es conocido por el fandom  por aparecer junto a Jennifer Aniston y  Warwick Davis en la primera Leprechaun (1993, Mark Jones), repitiendo rol este mismo año en Leprechaun Returns (2019, Steven Kostanski).

Un aburrido y nada emocionante biopic en el que únicamente puede salvarse la interpretación de Holton. El resto un drama telefilmesco del que hay muchos y mejores ejemplos que veremos a continuación.

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