El reinado de las ratas.
Una de las escenas que mejor definen a El Reino, donde Sorogoyen acaba por rematar su exposición de la bajeza humana, no es en la por otro lado magnífica escena del balcón sino en una breve escena de cara al final en la que Antonio de la Torre con lágrimas en los ojos sujeta con rabia una botella de whisky, sin ser casualidad que esta sea de la marca que él ha ido bebiendo a lo largo del film ni dónde estaba guardada. Esa simple botella puesta de modo estratégico representa la traición de todos aquellos que a los que consideraba amigos, con quienes compartía vacaciones, comidas, risas y confidencias, pero que cuando han visto peligrar su (fraudulento) modo de vida han decidido colocarla ahí.
Porque hay que asumirlo: ni en la guerra ni en la política existen amigos.
Porque hay que asumirlo: ni en la guerra ni en la política existen amigos.
Escrita también por Isabel Peña y dirigida por Rodrigo Sorogoyen, nos plantean en principio una trama de corrupción política, rodada a modo casi documental en el que podemos ver reflejadas las recientes operaciones contra ciertos PPartidos PreSuntamente sOspEchosos de lucrarse con los fondos públicos, y en el que también se nos muestra la maquinaria interna de favores y mamoneos varios que demuestran que no son simplemente casos aislados y sí una corrupción total del sistema, para poco a poco ir tornando en un thriller más cercano a clásicos como por ejemplo El informe Pelícano o La tapadera y donde Antonio de la Torre se esfuerza por todos los medios de demostrar su inocencia dentro de lo culpable que es.
Este quizás sea el punto más "flaco" de toda la película al pasar de una trama encargada de destapar los casos de suciedad en el sistema a una más focalizada en la acción sin descanso y que llegados a cierto punto de la historia puede resultar abrumador ante tal cantidad de información que se nos da. Eso sí,ya os digo que es un problema menor y la película se ve de principio a fin con sumo gusto, incluso diría que se hace algo corta pese a rebasar las dos horas de duración.
En cuanto a los actores, todos están perfectos en sus roles de gente amoral; un gigante como Antonio de la Torre que parece nacido para interpretar a este corrupto cateto de provincias, un Zahera que con cada aparición se come a todos, una Ana Wagener que imita a la perfección a cierta política finada y unos breves pero determinantes Josep María Pou y Bárbara Lennie.
Este quizás sea el punto más "flaco" de toda la película al pasar de una trama encargada de destapar los casos de suciedad en el sistema a una más focalizada en la acción sin descanso y que llegados a cierto punto de la historia puede resultar abrumador ante tal cantidad de información que se nos da. Eso sí,ya os digo que es un problema menor y la película se ve de principio a fin con sumo gusto, incluso diría que se hace algo corta pese a rebasar las dos horas de duración.
En cuanto a los actores, todos están perfectos en sus roles de gente amoral; un gigante como Antonio de la Torre que parece nacido para interpretar a este corrupto cateto de provincias, un Zahera que con cada aparición se come a todos, una Ana Wagener que imita a la perfección a cierta política finada y unos breves pero determinantes Josep María Pou y Bárbara Lennie.
Lástima que en su estreno la película pasase sin pena ni gloria por el exceso de estrenos - notorio ese fin de semana en el que fueron estrenadas ¡diecinueve! películas -, y se tuviese que conformar con congregar a poco más de 250.000 espectadores. Por suerte, con sus recientes galardones en los Premios Goya parece que la cosa se ha animado dándole una segunda vida comercial en salas.
En definitiva El reino puede ser visto como un agobiante thriller político donde Sorogoyen a penas da un respiro al espectador, pero también como una muestra de la realidad "oculta" de la política en la que el pueblo es un mero peón al que merece la pena exprimir.
Todo lo bueno que oigáis de ella es cierto, así que id a verla.
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