Me refiero si no a la Hipermegapelulaza "Santa Claus conquista a los marcianos".
La verdad que el punto de partida de la historia es muy curioso, diría yo que daría para una película de animación muy apañada, y es que se nos cuenta que la falta de cariño entre los niños marcianos han hecho de estos unos seres tristes, grises, incapaces de despegar los ojos de la televisión en donde ven, y aquí empieza lo chango, programas terráqueos que les muestra la utópica vida de los niños de allí, de estados unidos concretamente. Para más inri en la televisión muestran el taller de Santa Claus, en la que se encuentras los duendes/enanos mal disfrazados y al mismo Santa en plena elaboración de los regalos de Navidad...y sí, aquí el guión ya se le ha ido el organillo y está comenzando a desbarrar, pero creerme que todavía no es nada en comparación con lo que viene. Los marcianos, tras consultar al venerable de la cumbre local, deciden enviar una avanzadilla para secuestrar al dichosos Santa y así poder hacer felices a sus mocosos.
El argumento como podéis comprobar es una mezcla bastarda entre el libro "Marte necesita madres" y el film "Ultimátum a la tierra", incluso tienen un Gort de los chinos, pero contado con un tono de comedia infantil tan blanca que hasta le parecería moñas al mismísimo Papa(co). Cierto que los momentos de comedia premeditada resultan forzados a más no poder, en especial ese marciano bobalicón al que ahorcaría, y que pierden de goleada si son comparados con los momentos en los que el guión desvaría ya del todo y es un todo vale en el que no hay casi tregua, como la aparición del sabio de Marte, cuando los marcianos secuestran a los niños terráqueos o el asalto al taller de Santa con el robot a la cabeza, pero lo mejor que se puede decir de este "Santa Claus conquista a los marcianos" es que se pasa como un suspiro y aunque suene raro de verdad entretiene lo suyo con sólo poder ver la cantidad de burradas pro estadounidenses que se le van ocurriendo al director Nicholas Webster sobre la marcha, y que unos actores en piloto automático repiten como loros, aunque es cierto que eso le añade más valor cutre si cabe a esta película.
En resumidas cuentas, has de verla para creer que es el delirio hecho película. Eso sí, cuidado con la cantidad de azúcar radioactivo que desprende.
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